Artistas en el país del antiarte

El cantante argentino Fito Páez en un concierto el 5 de diciembre de 2012, en La Habana (Cuba).

Cuanto más famosos acudan a citas culturales de la Isla, más protegida queda la pátina de filantropía con la que el castrismo pretende embaucar.

A pesar de que en muchas ocasiones lo que opinan artistas, ya sea cantantes o actores, no tiene mucho de novedad, lo cierto es que la gente escucha lo que afirman como si de enunciaciones bíblicas se tratara, o casi. Sus gustos y pensamientos se popularizan con facilidad a causa precisamente de eso, de la fama del personaje, y también a pesar de que sus opiniones sean de lo más comunes y corrientes, de aquellas que podría sostener cualquiera en cualquier esquina y en cualquier momento. Entonces, cuando los periodistas preguntamos y publicamos con generosos titulares las opiniones de personajes famosos lo que nos interesa más de ellas es su largo alcance, ya que su popularidad las convierte en algo así como un mísil dispuesto a impactar contra la opinión pública.


A partir de aquí cada cuál decide si da crédito y se apunta a lo que escucha. Somos por lo general perezosos y necesitamos ese jardín de esculturas, a las que admirar y de las que tomar referencias. Nos subimos al carro de nuestro “héroes”. Nos quedamos con lo que nos acomoda y dejamos a un lado lo que no, asumimos ideas acríticamente y otorgamos la razón a personajes conocidos, seguidos y aplaudidos por una multitud o por un grupo al que queremos asociarnos, ser parte. En definitiva, que lo que opinan y hacen –incluso sus silencios- los famosos y conocidos son importantes para las luchas, las causas y las ideas que apoyan o ignoran. Es por eso que en los procesos electorales los candidatos buscan que algún personaje público les preste su apoyo.


En Cuba, los mandamases buscan este tipo de publicidad para conseguir sus objetivos políticos e ideológicos. Y todo el mundo reconoce que lo han sabido hacer a la perfección. Esta semana se ha inaugurado el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, una cita que Granma ha definido como la “fiesta” del cine de Latinoamérica. Resulta pues interesante y a la vez contradictorio que la gente de las artes acuda a una “fiesta”, a la celebración de una disciplina artística bajo el manto de una dictadura, un gobierno militar conformado por una agrupación de abuelos intransigentes que visten con uniformes verdeolivo y que hace 54 años que imponen a los ciudadanos de ese país unas normas muy antiartísticas. Sin libertad, no hay arte. Los castristas no lo hacen por amor al arte, claro, lo hacen por esa beneficiosa contribución que los personajes conocidos hacen al mantenimiento de su poder. Su presencia en la Isla es el brillo que los hace amables a ojos de todo el mundo.

Así es que, como más famosos acudan a citas culturales de la Isla, más protegida queda la pátina de filantropía con la que el castrismo pretende embaucar. Fito Páez y Julieta Venegas son dos personajes famosos que han pasado esta semana por la Isla. Lo hacen sin pronunciarse sobre política. Como lo hizo Juanes, Miguel Bosé y otros en un concierto por la paz que, en teoría, tenía que ser el deshielo definitivo para que las cosas cambiaran. De ese concierto por la paz ya sabemos los resultados. Son bien visibles, para el que quiera ver. Una muestra quizás pueda ser el caso de la niña que ha resultado herida a navajazos en Cienfuegos por defender a las Damas de Blanco. Así como es importante lo que dicen y hacen respecto a Cuba personajes famosos, también lo es lo que dicen y hacen organizaciones reconocidas, como UNICEF, por ejemplo, que nos informa regularmente de los niños españoles que viven bajo el umbral de la pobreza, pero no tengo noticias de que haya hecho lo propio con los niños cubanos.


De los artistas y organizaciones que se mezclan con dictaduras yo me fío bien poco. Hay que saber tomar distancia, pensar con autonomía, ser crítico con sus opiniones y acciones, por mucho que un ejército de fans les aplauda y elogie. El acriticismo es también algo que favorece a los autoritarismos, sea cual sea.