Hasta ahora han suspendido en las pruebas de matemáticas, el 30% de la matricula habanera; y en física, un 20%. Ojo, sólo en La Habana, capital de los cubanos.
Sería injusto de mi parte no comenzar recordando que, desde los primeros años, el gobierno revolucionario incorporó a sus prioridades concebir la instrucción como un derecho de todos. Un montón de veces leí que entre las primeras medidas dictadas por el estado cubano, estuvo la creación de contextos con el fin de garantizar la educación universal y gratuita en todos los niveles de enseñanza, de primaria a universitaria.
Con mucho de realidad, y exceso de propaganda, la Revolución aumentó el número de escuelas, institutos tecnológicos, centros de educación superior y universidades. La masividad, y el hecho de convertirla en derecho, llego a ser su más rentable inversión.
El mejor ejemplo de ello es que hoy la economía nacional se sustenta fundamentalmente en la comercialización de profesionales cubanos, que envían indiscriminadamente a diferentes países.
Para no meter el dedo en la llaga, e intentar mantenerme alejado de todo color o ideología; no insistiré en las condiciones laborales de alguno de esos profesionales que viajan al exterior en misiones o colaboraciones. Dudo que escribir “condiciones” sea la palabra adecuada.
Lo cierto es que la utopía sucumbió. Las causas de tanto desastre han sido muchas, manidas, y variadas. No me alcanzarían ahora mismo los gigabytes del ciberespacio para mencionarlas todas; señalo – por citar algunas - el deplorable estado de aulas y escuelas, la saturación de consignas, la desmotivación de alumnos y profesores, la escasez de recursos, la pérdida de valores sociales, la poca preparación profesional de la nómina pedagoga, la ínfima cantidad de jóvenes aspirantes a educadores, la inestabilidad en el personal docente que se ve obligado a emigrar o dedicarse a actividades más rentables; y como colofón, la puesta en marcha de aquel mega proyecto de formación holística ("holos", término griego que significa "todo" o "entero") que dio al traste con la creación de los PGI, Profesores Generales Integrales, o maestros emergentes. A mi juicio, un método generalizado de impartir ciencia sin conciencia.
Lo que por muchos años fue el bastión inexpugnable de la educación cubana, hoy es un simple espejismo. Aunque cifras de la UNESCO indiquen todo lo contrario.
Existen datos oficiales que desde hace pocos días recorren de forma alarmante las oficinas y pasillos del MINED y el PCC. Debido a los terribles resultados del período lectivo anterior, desde el pasado septiembre las instituciones educacionales han desplegado estrategias urgentes dirigidas a la consolidación de las materias impartidas, con vistas a preparar los alumnos para los exámenes finales de 12mo grado que iniciaron el pasado 14 de enero. Pero, pese a todo el esfuerzo, hasta ahora han suspendido en las pruebas de matemáticas, el 30% de la matricula habanera; y en física, un 20%. Ojo, sólo en La Habana, capital de los cubanos.
El próximo 4 de febrero comenzará en toda la isla el período de revalorización, se esperan peores resultados; pero ya autorizaron el fraude porque hay que mantener bien alto, a nivel de primer mundo, los números, gráficas y estadísticas. Seguimos en las mismas, rutina, disimulo y mentiras.
Con mucho de realidad, y exceso de propaganda, la Revolución aumentó el número de escuelas, institutos tecnológicos, centros de educación superior y universidades. La masividad, y el hecho de convertirla en derecho, llego a ser su más rentable inversión.
El mejor ejemplo de ello es que hoy la economía nacional se sustenta fundamentalmente en la comercialización de profesionales cubanos, que envían indiscriminadamente a diferentes países.
Para no meter el dedo en la llaga, e intentar mantenerme alejado de todo color o ideología; no insistiré en las condiciones laborales de alguno de esos profesionales que viajan al exterior en misiones o colaboraciones. Dudo que escribir “condiciones” sea la palabra adecuada.
Lo cierto es que la utopía sucumbió. Las causas de tanto desastre han sido muchas, manidas, y variadas. No me alcanzarían ahora mismo los gigabytes del ciberespacio para mencionarlas todas; señalo – por citar algunas - el deplorable estado de aulas y escuelas, la saturación de consignas, la desmotivación de alumnos y profesores, la escasez de recursos, la pérdida de valores sociales, la poca preparación profesional de la nómina pedagoga, la ínfima cantidad de jóvenes aspirantes a educadores, la inestabilidad en el personal docente que se ve obligado a emigrar o dedicarse a actividades más rentables; y como colofón, la puesta en marcha de aquel mega proyecto de formación holística ("holos", término griego que significa "todo" o "entero") que dio al traste con la creación de los PGI, Profesores Generales Integrales, o maestros emergentes. A mi juicio, un método generalizado de impartir ciencia sin conciencia.
Lo que por muchos años fue el bastión inexpugnable de la educación cubana, hoy es un simple espejismo. Aunque cifras de la UNESCO indiquen todo lo contrario.
Existen datos oficiales que desde hace pocos días recorren de forma alarmante las oficinas y pasillos del MINED y el PCC. Debido a los terribles resultados del período lectivo anterior, desde el pasado septiembre las instituciones educacionales han desplegado estrategias urgentes dirigidas a la consolidación de las materias impartidas, con vistas a preparar los alumnos para los exámenes finales de 12mo grado que iniciaron el pasado 14 de enero. Pero, pese a todo el esfuerzo, hasta ahora han suspendido en las pruebas de matemáticas, el 30% de la matricula habanera; y en física, un 20%. Ojo, sólo en La Habana, capital de los cubanos.
El próximo 4 de febrero comenzará en toda la isla el período de revalorización, se esperan peores resultados; pero ya autorizaron el fraude porque hay que mantener bien alto, a nivel de primer mundo, los números, gráficas y estadísticas. Seguimos en las mismas, rutina, disimulo y mentiras.