Dado Galvão, documentalista brasileño y director del documental “Conexión Cuba Honduras” –donde Yoani Sánchez es entrevistada como parte de la trama de la cinta, cuyo tema básico pudiera resumirse así: ni gobiernos autoritarios de la derecha (Honduras), ni dictaduras de izquierda (Cuba)”-- convidó a Yoani para estar presente en Brasil --en dos ocasiones diferentes-- para presidir la ‘Premier’ de su documental. La primera actividad fue frustrada por la negativa castrista a permitir la salida de Yoani y en la segunda tentativa, que tampoco Yoani fue autorizada a viajar, asistió solamente el periodista hondureño entrevistado como Yoani en el documental. Galvão entonces prometió ayudar a Yoani para venir al Brasil.
Cuando se hizo público que en Enero 14 de 2013 la dictadura cubana comenzaría a aplicar una “reforma migratoria” Galvão me contactó personalmente para iniciar en Brasil un movimiento entre cubanos residentes y brasileros demócratas, para traer a Yoani Sánchez al Brasil. La primera actividad fue organizar una colecta de fondos para comprar el boleto de avión que trajera la bloguera al Brasil. Muchos cubanos y brasileños donaron su dinero para tal causa, hasta que un grupo de brasileños de la ciudad de “Feria de Santana” en el estado de la Bahía, asumió como suyo el compromiso, compró el pasaje y viajó a Cuba a entregarlo personalmente a Yoani, junto con la carta de invitación de Galvão para conseguir la visa de entrada a Brasil.
En paralelo con los esfuerzos cubano-brasileños para traer a Yoani al Brasil, la embajada cubana en Brasilia comenzó a preparar un documento de más de 230 páginas (llamado en Brasil de “dossier”) con calumnias y fotomontajes burdos sobre la bloguera. La tesis contenida en el “dossier” era que a Yoani “le gustaba el capitalismo y el dinero” por tres razones: primero porque ‘comía bananas’, segundo porque ‘tomaba cerveza de lata’ y tercero porque ‘le gustaba ir a la playa’”. Los supuestos tres gustos de la bloguera eran respaldados por fotos de Yoani comprando bananas, sentada en una silla tomando sol en la playa y ante una mesa con latas de cerveza. Esta burda acusación oficial contra Yoani, hecha por un país donde estas actividades son un privilegio de turistas, desmontó desde el inicio el impacto contra la bloguera cubana en Brasil, donde hasta el más miserable ‘toma cerveza, come bananas y va a la playa’.
Pero había más. El embajador cubano, con su prepotencia característica convocó a una reunión con militantes del PT y de otros partidos de izquierda locales en la embajada cubana en Brasilia, para organizar y financiar el ataque a la bloguera cubana en las redes sociales y preparar los “actos de repudio” durante su visita, con consignas suministradas por la propia embajada. En esta reunión injerencista en los asuntos internos brasileños, participó incluso un funcionario que trabaja directamente en la presidencia de la República, tal fue la profundidad de la conspiración contra la visita al país de “una de los 10 intelectuales más influyentes de Latinoamérica” según la revista “Foreing Police” lo que debe llenar de vergüenza al castrismo.
El viaje y la recepción inicial de Yoani Sánchez en Recife.- El cineasta Dado Galvão, en coordinación conmigo, había preparado un programa de actividades de Yoani en Brasil que tenía como primer punto una recepción simple en el aeropuerto de Recife, capital del estado brasileño de Pernambuco, por parte de una comisión compuesta por el propio cineasta, un representante del grupo de “Feria de Santana” y yo, momentos que Yoani sería presentada a la prensa brasileña y serían coordinados con la bloguera los movimientos del viaje, que incluía de inicio el desplazamiento inmediato desde Recife --lugar de la recepción inicial en Brasil-- hasta la ciudad de Salvador, capital del estado brasileño de la Bahía, al cual pertenece la ciudad de “Feria de Santana” donde había una programación de dos días con la bloguera cubana.
Yo me desplacé hacia Recife el domingo 17/02 desde la ciudad de Belém, capital del estado brasileño del Pará, para estar presente en el recibimiento de Yoani. Momentos antes de partir, recibí una llamada telefónica de Galvão comunicándome que la mayor revista semanal brasileña, VEJA, acababa de publicar en su edición de ese sábado 16/02, todo lo relativo a una conspiración del embajador cubano en Brasilia --que la revista había obtenido de uno de los militantes convidados a la reunión, el “dossier” contra Yoani-- estallando así un escándalo de proporciones nacionales, que lejos de perjudicar a la bloguera cubana, amplificó su importancia y destaque en Brasil, como posteriormente fue comprobado. Le salió “el tiro por la culata”.
Antes de viajar a Recife compré la revista y fui en mi viaje leyendo los detalles del “dossier”, que contiene las 3 fotos de Yoani --referidas antes-- como “pruebas” de que le ‘gusta el capitalismo’ (bananas, cerveza y playa). En el reportaje se hacían pesadas acusaciones a las autoridades brasileñas por autorizar a un alto funcionario de la Presidencia de la República a asistir, en nombre del gobierno, a una reunión imposible de concebir el un país libre, como lo es Brasil. La lectura me llenó de estupor, porque en realidad la preparación del su viaje por parte de Galvão y mía, no incluía nada referente a la seguridad de la pacífica y frágil bloguera cubana en Brasil.
Al llegar al aeropuerto de Recife, lo primero que hice fue reunirme con el jefe de INFRAEREO local (una organización estatal que cuida de la infraestructura de los aeropuertos) con vistas a señalarle la gravedad de lo publicado por VEJA contra la bloguera cubana, que yo había ido a recibir y que llegaría por este punto al Brasil. La razón de este contacto era el solicitar la autorización de las autoridades locales, para contactar con Yoani antes de salir del área internacional y comunicarle los hechos narrados en la revista, con dos objetivos: primero prepararla para una recepción hostil, pagada por la embajada cubana y segundo, para ella no dar opiniones sobre la participación del la presidencia en la conspiración de la embajada, hasta no tener mayores precisiones al respecto, evitando una confrontación con el gobierno de inicio.
Fui profesional y excelentemente atendido en el INFRAEREO local, pero el área de recepción internacional no está sobre el control de esa institución, que me comunicó que debería ir a la Receta Federal (que cobra los impuestos de entrada de objetos al pais) o a la Policía Federal, encargada de operar la aduana de entrada a Brasil. Con esa información decidí acudir a la Policía Federal, donde comuniqué el problema que se presentaba con lo publicado por la VEJA y la potencial recepción negativa, para lo cual no estábamos preparado. El oficial fue muy receptivo con mi pedido y se comprometió a reforzar la seguridad en el horario de llegada del vuelo de Yoani (la madrugada del lunes 18/02, a las 12:30) pero que no había posibilidades de yo ser autorizado a pasar al área internacional bajo su control, por razones de seguridad.
De la Policía Federal me trasladé al buró de la empresa aérea que traía a Yoani al Brasil, la empresa panameña COPA. Un alto funcionario de la empresa me atendió con mucha cortesía, pero no tenía autoridad de autorizarme a entrar al área internacional para hablar con Yoani antes del su salida. A la salida de Yoani seguramente habría muchos periodistas así como los manifestantes pagados por la embajada cubana. Sin embargo, el funcionario de COPA me ofreció una solución: él interceptaría a Yoani en el tubo de salida del avión, antes de la frontera, para llamarme a mi teléfono celular desde su teléfono móvil, para ponerme al habla con Yoani, cosa que me pareció una buena solución en esas complejas circunstancias y así se hizo.
Al presentarse Yoani en la puerta de salida del área internacional, ya había un batallón de unos 30 fotógrafos y medios de prensa brasileños e internacionales junto a un grupo de otros 20 manifestantes pagados por la embajada cubana. A la salida de la bloguera habíamos coordinado que fuera inicialmente abrazada por Galvão y posteriormente por mí. De inicio, el abrazo de Galvão se produjo sin los manifestantes haber identificado la demasiado frágil figura de Yoani como para que su mente la asimilara como la mujer que ponía en crisis a su ‘Comandante’ de la Habana. Fue durante mi abrazo que comenzaron los gritos, así como el despliegue de los carteles orientados por el embajador cubano. Las consignas eran en español y de inicios de la revolución, como “Cuba sí, yankees no”, “pin pon fuera, abajo la gusanera”, lo que resultó sumamente simpático a Yoani, que identificó enseguida el origen de la “protesta”.
Como ya habíamos planeado antes, nos trasladaríamos del área internacional de salida hacia una sala VIP ofrecida por las autoridades del aeropuerto. Los periodistas hicieron algunas preguntas a Yoani y los flashes de las cámaras iluminaron el ambiente con un clarón ininterrumpido. Yoani caminó por el corredor, seguida por los periodistas mientras los manifestantes intentaban llegar hasta ella con sus carteles, pero Yoani fue flanqueada por Galvão y uno de los organizadores de sus actividades en “Feria de Santana”, mientras yo me situé a sus espaldas, para evitar cualquier intento, que afortunadamente no se produjo.
Una vez dentro de la sala VIP, la manifestación se dispersó afuera y Yoani fue recibida dentro de la sala por los trabajadores del aeropuerto allí presentes, todos abrazándola y queriendo retratarse con ella, pidiéndoles disculpas por las improperios en su contra “de un grupito de inadaptados a la democracia” le decían, “que no representa la hospitalidad del pueblo brasileño”. Allí Yoani dio sus primeras entrevistas (tres en esa madrugada) diciendo que “las manifestaciones no le habían causado mala impresión, porque en democracia hay que estar dispuesto a cosas como esta”. Que “lo único que sentía es que en Cuba no hubiera cosas así con los visitantes, porque la represión cubana acabaría con las protestas en 2 minutos”, dijo.
La calurosa recepción de los brasileños simples en el aeropuerto, funcionarios de las líneas aéreas, policías, personal de limpieza, fotógrafos y periodistas, me dio el primer indicio de lo que se repetiría durante todo el viaje. Un grupito de ‘militantes’ pagados por la embajada cubana fueron los únicos brasileños que recibieron agresivamente a Yoani Sánchez en Brasil. Yoani Sánchez, al recorrer las calles y plazas del país en adelante, siempre fue recibida con muestras de cariño, respeto, curiosidad y una admiración más propia de un “por star” (como la califica la prensa brasileña) que de una bloguera. Todos se admiraban y sorprendían que una persona tan frágil --y mujer-- fuera quién había puesto en crisis total al “Comandante cubano”.
Cuando se hizo público que en Enero 14 de 2013 la dictadura cubana comenzaría a aplicar una “reforma migratoria” Galvão me contactó personalmente para iniciar en Brasil un movimiento entre cubanos residentes y brasileros demócratas, para traer a Yoani Sánchez al Brasil. La primera actividad fue organizar una colecta de fondos para comprar el boleto de avión que trajera la bloguera al Brasil. Muchos cubanos y brasileños donaron su dinero para tal causa, hasta que un grupo de brasileños de la ciudad de “Feria de Santana” en el estado de la Bahía, asumió como suyo el compromiso, compró el pasaje y viajó a Cuba a entregarlo personalmente a Yoani, junto con la carta de invitación de Galvão para conseguir la visa de entrada a Brasil.
En paralelo con los esfuerzos cubano-brasileños para traer a Yoani al Brasil, la embajada cubana en Brasilia comenzó a preparar un documento de más de 230 páginas (llamado en Brasil de “dossier”) con calumnias y fotomontajes burdos sobre la bloguera. La tesis contenida en el “dossier” era que a Yoani “le gustaba el capitalismo y el dinero” por tres razones: primero porque ‘comía bananas’, segundo porque ‘tomaba cerveza de lata’ y tercero porque ‘le gustaba ir a la playa’”. Los supuestos tres gustos de la bloguera eran respaldados por fotos de Yoani comprando bananas, sentada en una silla tomando sol en la playa y ante una mesa con latas de cerveza. Esta burda acusación oficial contra Yoani, hecha por un país donde estas actividades son un privilegio de turistas, desmontó desde el inicio el impacto contra la bloguera cubana en Brasil, donde hasta el más miserable ‘toma cerveza, come bananas y va a la playa’.
Pero había más. El embajador cubano, con su prepotencia característica convocó a una reunión con militantes del PT y de otros partidos de izquierda locales en la embajada cubana en Brasilia, para organizar y financiar el ataque a la bloguera cubana en las redes sociales y preparar los “actos de repudio” durante su visita, con consignas suministradas por la propia embajada. En esta reunión injerencista en los asuntos internos brasileños, participó incluso un funcionario que trabaja directamente en la presidencia de la República, tal fue la profundidad de la conspiración contra la visita al país de “una de los 10 intelectuales más influyentes de Latinoamérica” según la revista “Foreing Police” lo que debe llenar de vergüenza al castrismo.
El viaje y la recepción inicial de Yoani Sánchez en Recife.- El cineasta Dado Galvão, en coordinación conmigo, había preparado un programa de actividades de Yoani en Brasil que tenía como primer punto una recepción simple en el aeropuerto de Recife, capital del estado brasileño de Pernambuco, por parte de una comisión compuesta por el propio cineasta, un representante del grupo de “Feria de Santana” y yo, momentos que Yoani sería presentada a la prensa brasileña y serían coordinados con la bloguera los movimientos del viaje, que incluía de inicio el desplazamiento inmediato desde Recife --lugar de la recepción inicial en Brasil-- hasta la ciudad de Salvador, capital del estado brasileño de la Bahía, al cual pertenece la ciudad de “Feria de Santana” donde había una programación de dos días con la bloguera cubana.
Yo me desplacé hacia Recife el domingo 17/02 desde la ciudad de Belém, capital del estado brasileño del Pará, para estar presente en el recibimiento de Yoani. Momentos antes de partir, recibí una llamada telefónica de Galvão comunicándome que la mayor revista semanal brasileña, VEJA, acababa de publicar en su edición de ese sábado 16/02, todo lo relativo a una conspiración del embajador cubano en Brasilia --que la revista había obtenido de uno de los militantes convidados a la reunión, el “dossier” contra Yoani-- estallando así un escándalo de proporciones nacionales, que lejos de perjudicar a la bloguera cubana, amplificó su importancia y destaque en Brasil, como posteriormente fue comprobado. Le salió “el tiro por la culata”.
Antes de viajar a Recife compré la revista y fui en mi viaje leyendo los detalles del “dossier”, que contiene las 3 fotos de Yoani --referidas antes-- como “pruebas” de que le ‘gusta el capitalismo’ (bananas, cerveza y playa). En el reportaje se hacían pesadas acusaciones a las autoridades brasileñas por autorizar a un alto funcionario de la Presidencia de la República a asistir, en nombre del gobierno, a una reunión imposible de concebir el un país libre, como lo es Brasil. La lectura me llenó de estupor, porque en realidad la preparación del su viaje por parte de Galvão y mía, no incluía nada referente a la seguridad de la pacífica y frágil bloguera cubana en Brasil.
Al llegar al aeropuerto de Recife, lo primero que hice fue reunirme con el jefe de INFRAEREO local (una organización estatal que cuida de la infraestructura de los aeropuertos) con vistas a señalarle la gravedad de lo publicado por VEJA contra la bloguera cubana, que yo había ido a recibir y que llegaría por este punto al Brasil. La razón de este contacto era el solicitar la autorización de las autoridades locales, para contactar con Yoani antes de salir del área internacional y comunicarle los hechos narrados en la revista, con dos objetivos: primero prepararla para una recepción hostil, pagada por la embajada cubana y segundo, para ella no dar opiniones sobre la participación del la presidencia en la conspiración de la embajada, hasta no tener mayores precisiones al respecto, evitando una confrontación con el gobierno de inicio.
Fui profesional y excelentemente atendido en el INFRAEREO local, pero el área de recepción internacional no está sobre el control de esa institución, que me comunicó que debería ir a la Receta Federal (que cobra los impuestos de entrada de objetos al pais) o a la Policía Federal, encargada de operar la aduana de entrada a Brasil. Con esa información decidí acudir a la Policía Federal, donde comuniqué el problema que se presentaba con lo publicado por la VEJA y la potencial recepción negativa, para lo cual no estábamos preparado. El oficial fue muy receptivo con mi pedido y se comprometió a reforzar la seguridad en el horario de llegada del vuelo de Yoani (la madrugada del lunes 18/02, a las 12:30) pero que no había posibilidades de yo ser autorizado a pasar al área internacional bajo su control, por razones de seguridad.
De la Policía Federal me trasladé al buró de la empresa aérea que traía a Yoani al Brasil, la empresa panameña COPA. Un alto funcionario de la empresa me atendió con mucha cortesía, pero no tenía autoridad de autorizarme a entrar al área internacional para hablar con Yoani antes del su salida. A la salida de Yoani seguramente habría muchos periodistas así como los manifestantes pagados por la embajada cubana. Sin embargo, el funcionario de COPA me ofreció una solución: él interceptaría a Yoani en el tubo de salida del avión, antes de la frontera, para llamarme a mi teléfono celular desde su teléfono móvil, para ponerme al habla con Yoani, cosa que me pareció una buena solución en esas complejas circunstancias y así se hizo.
Al presentarse Yoani en la puerta de salida del área internacional, ya había un batallón de unos 30 fotógrafos y medios de prensa brasileños e internacionales junto a un grupo de otros 20 manifestantes pagados por la embajada cubana. A la salida de la bloguera habíamos coordinado que fuera inicialmente abrazada por Galvão y posteriormente por mí. De inicio, el abrazo de Galvão se produjo sin los manifestantes haber identificado la demasiado frágil figura de Yoani como para que su mente la asimilara como la mujer que ponía en crisis a su ‘Comandante’ de la Habana. Fue durante mi abrazo que comenzaron los gritos, así como el despliegue de los carteles orientados por el embajador cubano. Las consignas eran en español y de inicios de la revolución, como “Cuba sí, yankees no”, “pin pon fuera, abajo la gusanera”, lo que resultó sumamente simpático a Yoani, que identificó enseguida el origen de la “protesta”.
Como ya habíamos planeado antes, nos trasladaríamos del área internacional de salida hacia una sala VIP ofrecida por las autoridades del aeropuerto. Los periodistas hicieron algunas preguntas a Yoani y los flashes de las cámaras iluminaron el ambiente con un clarón ininterrumpido. Yoani caminó por el corredor, seguida por los periodistas mientras los manifestantes intentaban llegar hasta ella con sus carteles, pero Yoani fue flanqueada por Galvão y uno de los organizadores de sus actividades en “Feria de Santana”, mientras yo me situé a sus espaldas, para evitar cualquier intento, que afortunadamente no se produjo.
La calurosa recepción de los brasileños simples en el aeropuerto, funcionarios de las líneas aéreas, policías, personal de limpieza, fotógrafos y periodistas, me dio el primer indicio de lo que se repetiría durante todo el viaje. Un grupito de ‘militantes’ pagados por la embajada cubana fueron los únicos brasileños que recibieron agresivamente a Yoani Sánchez en Brasil. Yoani Sánchez, al recorrer las calles y plazas del país en adelante, siempre fue recibida con muestras de cariño, respeto, curiosidad y una admiración más propia de un “por star” (como la califica la prensa brasileña) que de una bloguera. Todos se admiraban y sorprendían que una persona tan frágil --y mujer-- fuera quién había puesto en crisis total al “Comandante cubano”.