Cuba, antiimperialismo y libertad

BRA509. RECIFE (BRASIL), 18/02/2013.- Manifestantes que rechazan la visita al país de la disidente cubana Yoani Sánchez, sostienen carteles hoy, lunes 18 de febrero de 2013, en el aeropuerto internacional Guararapes, de la ciudad de Recife (nordeste de Br

Los actos de repudio más allá de las fronteras de Cuba demuestran una vez más la libertad con la que actúan las delegaciones de la dictadura en el exterior, auténticos focos de ese virus totalitario instalado en medio de países libres.
El paso de la bloguera Yoani Sánchez por Brasil ha desencadenado durante la última semana auténticos ríos de tinta en pro y en contra de esta ciudadana de Internet, pero lo interesante es ahora centrarse en el triste papel de los repudiantes locales que han atendido a las convocatorias de las embajadas cubanas, donde están sus animadores. En Brasil fue notorio el impacto de la visita y es probable que en México también se produzca algo parecido, si tenemos en cuenta que ya hace algunos días que las hordas castristas en las redes sociales, y sus conexiones locales, están animando el cotarro contra Yoani.

Los actos de repudio más allá de las fronteras de Cuba demuestran una vez más la libertad con la que actúan las delegaciones de la dictadura en el exterior, auténticos focos de ese virus totalitario instalado en medio de países libres, que se aprovecha de la diplomacia para realizar otro tipo de labores que nada tiene que ver con su objetivo. Si lo normal sería que atendieran a las necesidades e intereses de los nacionales que habitan o visitan el lugar, en el caso cubano cuidan las necesidades e intereses del poder político que, encima, es una dictadura.

Lo cierto es que cuando el castrismo actúa de esta manera, organizando actos de repudio y enviando a supuestos elementos “enardecidos” a expresar su desacuerdo contra una persona, no es que esté estimulando manifestaciones pacíficas, es que está promoviendo la violencia, porque esos actos de repudio parten de la premisa de que la persona atacada no tiene el derecho a expresarse. Así pretenden coartar también los derechos de ciudadanos locales, no cubanos, que tienen el interés por conocer las opiniones y el discurso de una bloguera reconocida internacionalmente. Al fin y al cabo lo que hacen es atentar contra el derecho de todos, el derecho de sus propios nacionales y el de los locales del país en concreto en el que actúan.

Algo parecido me pasó cuando acompañé a algunos amigos cubanos en una protesta frente al consulado cubano en Barcelona hace algunos años. De hecho pasó en sucesivas ocasiones, en diferentes concentraciones pacíficas que se organizaron en la capital catalana. Debido a la antelación del anuncio, el consulado movía sus redes para montar contramanifestaciones ilegales frente a concentraciones totalmente legales y pacíficas. Esas ocasiones fueron la primera vez en mi vida que vi atacado frontalmente mi derecho a reunión y manifestación pública. Hasta entonces había acudido a manifestaciones en mi país por causas a las que se reconocía el derecho a protestar. A causa de esas situaciones frente al consulado cubano aumentó todavía mucho más mi indignación contra el régimen castrista, por esa intención suya de extender a mi país unas prácticas que concuerdan con la idea que tenemos de una dictadura, pero que son denunciables en países libres de ese flagelo de regímenes como el cubano.

La actividad de los diplomáticos cubanos es, así pues, repugnante, dado que su labor es la coacción de nuestras libertades. Ya sea con Yoani o con la protestas de sus nacionales en frente de sus delegaciones su principal pretensión, movilizando a los fanáticos del sitio, es la de cortar la comunicación, impedir que el mensaje circule libremente, alterar y desvirtuar mediante el engaño y las medias verdades el discurso de quien se le opone. En definitiva, el castrismo es altamente mezquino. Para azuzar el conflicto a los castristas solo les basta sacar la bandera norteamericana, como toros frente a un trapo rojo, los procastristas de todo el mundo babean cuando ven algo relacionado con Estados Unidos, rechinan, vociferan, cogen impulso cuando en medio de la arena se les lanza algo que tenga que ver con el imperialismo. Ese antiamericanismo está entrometido desde hace mucho tiempo entre el pueblo cubano y su libertad.

Con la carta del antiamericanismo el castrismo juega con ventaja porque es algo que genera un odio irracional entre la mayoría de sus seguidores, que dejan de entender cualquier otra razón. Culpan a Estados Unidos absolutamente de todos los males del mundo, de prácticamente todo. Ser antiimperialista es de hecho muy cómodo, tan cómodo como lo es para el propio castrismo, que chupa de esta teta ideológica desde tiempos inmemoriales con el beneficio de que ha contribuido a fortalecerle urbi et orbi.