Ignorar a Santiesteban, piensan que les salva. O por lo menos, demora el trayecto hacia el abismo.
El escritor Ángel Santiesteban está en una crisis provocada por un asunto personal del que no se posee mucha información. En los medios oficiales nada se ha dicho. La prensa independiente ha mantenido al tanto del hecho a los lectores que pueden acceder a ella así como de la evolución de un proceso, donde gravitaban sobre el escritor varias acusaciones que fueron impugnadas con buenos argumentos. Sobre todo, la absurda suma de años que solicitaba la fiscalía para el acusado.santiesteban
Las últimas noticias indicaban que su expediente estaba sobreseído. Algo así como archivado. Pero de nuevo fue remitido. Y finalmente fallaron 5 años de reclusión en un centro penitenciario.
Varios personajes de la sociedad civil a los que he pedido su opinión para escribir este artículo coincidieron en que la reapertura de la causa contra Santiesteban se debe a sus relaciones con la disidencia, sobre todo con Estado de Sats.
Muchas voces dentro y fuera de Cuba se han alzado a favor de Angelito, como lo llaman sus allegados, pero hasta hoy ningún miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), de la que Santiesteban es miembro, ha pronunciado una palabra de apoyo a su colega en esta hora de su infortunio.
Personalmente no lo conozco, aunque ambos pertenezcamos a la UNEAC, pero siempre recuerdo dos cuitas que me debe el escritor, que prefiguradas, caracterizan en síntesis su involución en el ámbito artístico y social.
La primera vez fue cuando ganó el concurso Casa de las Américas, con el libro Dichosos los que lloran. Yo estaba en el auditorio, ansioso a la espera que el jurado diera a la luz el veredicto, porque tenía también un libro de cuentos concursando, Desde mi orilla y soñaba con ganar ese año. Ingenuo que era. El ganador lo sabía hacia rato: Ángel Santiesteban. Y también su mentor: Eduardo Heras, parado a mi lado, saltando de alegría, aplaudiendo, mientras gritaba: ¡ése es mi muchacho...! cuando el jurado anunció al premiado.
La segunda vez fue en el inicio del verano de 2007. En La noche de los libros. Sala de Fresa y Chocolate, en 23 y 12. El Instituto Cubano del Libro reunió a una selección de escritores cubanos, para que leyeran cuentos y por primera y única vez, iba a leer junto a las plumas ilustres del país y ante una sala llena, presidida por Abel Prieto, Juan Contino y Julio Martínez.
Primero leyó Senel Paz, luego Alberto Guerra, después Antón Arrufat. Cuando le tocó el turno a Santiesteban, la primera oración de su cuento describía a un preso, que esa noche, en su celda, iba a ser sodomizado con violencia y a la fuerza. Esto, narrado en la forma más cruda y escatológica.
Al unísono se levantaron Prieto, Contino y Martínez. Alegaron tareas que cumplir y abandonaron la sala. Con ellos se marcharon otros que alegaron disímiles razones. Perdí buena parte de la audiencia cuando llegó mi turno para leer. Ese día intuí que Santiesteban iba camino de perder mucho más. No solo en auditorio, también en compañeros de oficio literario. Esto es, amigos, editoriales, publicaciones, viajes y de forma eventual, hasta su libertad.
En estos días, en el periplo que he realizado para redactar esta nota, he contado a sus antiguos amigos el calvario por el que pasa el escritor y muchos se muestran tan desinformados que parece una burla. ¿Tuvo problemas? ¿Cuándo? ¿Con la mujer? ¿Le piden años?
Tal vez para Eduardo Heras, hoy Santiesteban ya no sea su muchacho. Para sus amigos, fervientes admiradores de Los hijos que nadie quiso, no será conveniente tenerlo en el círculo íntimo. La caldera que para ellos prefigura la palabra disidencia hierve a todo vapor, a la espera de los que caigan por su propio peso. Muchos se aferran a los bordes para no caer y utilizan el silencio de ardid y la desinformación como estratagema. Ignorar a Santiesteban, piensan que les salva. O por lo menos, demora el trayecto hacia el abismo.
Publicado en Primavera Digital el 28 de febrero del 2013http://www.primaveradigital.org/primavera/cuba-sociedad/sociedad/6675-iquien-hablara-por-santisteban.html
Las últimas noticias indicaban que su expediente estaba sobreseído. Algo así como archivado. Pero de nuevo fue remitido. Y finalmente fallaron 5 años de reclusión en un centro penitenciario.
Varios personajes de la sociedad civil a los que he pedido su opinión para escribir este artículo coincidieron en que la reapertura de la causa contra Santiesteban se debe a sus relaciones con la disidencia, sobre todo con Estado de Sats.
Muchas voces dentro y fuera de Cuba se han alzado a favor de Angelito, como lo llaman sus allegados, pero hasta hoy ningún miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), de la que Santiesteban es miembro, ha pronunciado una palabra de apoyo a su colega en esta hora de su infortunio.
Personalmente no lo conozco, aunque ambos pertenezcamos a la UNEAC, pero siempre recuerdo dos cuitas que me debe el escritor, que prefiguradas, caracterizan en síntesis su involución en el ámbito artístico y social.
La primera vez fue cuando ganó el concurso Casa de las Américas, con el libro Dichosos los que lloran. Yo estaba en el auditorio, ansioso a la espera que el jurado diera a la luz el veredicto, porque tenía también un libro de cuentos concursando, Desde mi orilla y soñaba con ganar ese año. Ingenuo que era. El ganador lo sabía hacia rato: Ángel Santiesteban. Y también su mentor: Eduardo Heras, parado a mi lado, saltando de alegría, aplaudiendo, mientras gritaba: ¡ése es mi muchacho...! cuando el jurado anunció al premiado.
La segunda vez fue en el inicio del verano de 2007. En La noche de los libros. Sala de Fresa y Chocolate, en 23 y 12. El Instituto Cubano del Libro reunió a una selección de escritores cubanos, para que leyeran cuentos y por primera y única vez, iba a leer junto a las plumas ilustres del país y ante una sala llena, presidida por Abel Prieto, Juan Contino y Julio Martínez.
Primero leyó Senel Paz, luego Alberto Guerra, después Antón Arrufat. Cuando le tocó el turno a Santiesteban, la primera oración de su cuento describía a un preso, que esa noche, en su celda, iba a ser sodomizado con violencia y a la fuerza. Esto, narrado en la forma más cruda y escatológica.
Al unísono se levantaron Prieto, Contino y Martínez. Alegaron tareas que cumplir y abandonaron la sala. Con ellos se marcharon otros que alegaron disímiles razones. Perdí buena parte de la audiencia cuando llegó mi turno para leer. Ese día intuí que Santiesteban iba camino de perder mucho más. No solo en auditorio, también en compañeros de oficio literario. Esto es, amigos, editoriales, publicaciones, viajes y de forma eventual, hasta su libertad.
En estos días, en el periplo que he realizado para redactar esta nota, he contado a sus antiguos amigos el calvario por el que pasa el escritor y muchos se muestran tan desinformados que parece una burla. ¿Tuvo problemas? ¿Cuándo? ¿Con la mujer? ¿Le piden años?
Tal vez para Eduardo Heras, hoy Santiesteban ya no sea su muchacho. Para sus amigos, fervientes admiradores de Los hijos que nadie quiso, no será conveniente tenerlo en el círculo íntimo. La caldera que para ellos prefigura la palabra disidencia hierve a todo vapor, a la espera de los que caigan por su propio peso. Muchos se aferran a los bordes para no caer y utilizan el silencio de ardid y la desinformación como estratagema. Ignorar a Santiesteban, piensan que les salva. O por lo menos, demora el trayecto hacia el abismo.
Publicado en Primavera Digital el 28 de febrero del 2013http://www.primaveradigital.org/primavera/cuba-sociedad/sociedad/6675-iquien-hablara-por-santisteban.html