Con casi nueve siglos de existencia, los cónclaves cardenalicios para elegir al nuevo líder de la Iglesia Católica mantienen una aureola de misterio. Pero algunas preguntas ya tienen respuesta.
Los 115 cardenales católicos se encerraron este martes en la célebre Capilla Sixtina de El Vaticano, iniciando un nuevo cónclave para elegir al Papa que reemplazará a Benedicto XVI. El pontífice número 265 renunció argumentando que no se sentía lo bastante fuerte, a sus 85 años, para desempeñar la responsabilidad de una institución que convoca a más de mil millones de seres humanos.
Como los cardenales tienen el deber de guardar silencio sobre lo que suceda durante el cónclave, y no pueden salir del Palacio Vaticano hasta que hayan elegido a un nuevo papa, esta tradición se ha revestido de misterio a a través de los siglos.
Entre las preguntas que muchos nos hacemos, las siguientes son algunas de las que han dejado de ser parte del misterio.
¿Desde cuándo se celebra el cónclave?
La primera asamblea cardenalicia tuvo lugar en el año 1118 en el monasterio de Santa María in Pallara, en el Palatino. En el primer milenio, eran el clero y el pueblo los que elegían al obispo de Roma. Entre los siglos IV y VIII, la identidad del pontífice tenía que ser confirmada por el emperador, mientras que en la Alta Edad Media eran los aristócratas romanos los que resolvían la elección.
¿Es el Cónclave una elección como cualquier otra?
Según la legislación de la Iglesia, el Cónclave debe considerarse no un mero lugar de reunión de los Cardenales con derecho a voto, sino más bien un ámbito de retiro sagrado en el que los Cardenales electores invocan al Espíritu Santo para proceder a la elección del Pontífice Romano.
¿Sólo puede ser elegido Sumo Pontífice un cardenal?
La legislación canónica no impone requisitos para ser elegido Papa: por lo tanto, se deben considerar requisitos los propios del derecho divino para ser Obispo, es decir, ser varón con pleno uso de razón. En la práctica, sin embargo, desde hace muchos siglos el elegido ha sido siempre Cardenal.
¿Los cardenales se quedan encerrados en la Capilla Sixtina hasta que sea electo el Papa?
No, los cardenales se hospedan en la Casa Santa Marta, a 700 metros de la Capilla Sixtina. Allí duermen y se les sirven las comidas, incluido el almuerzo durante un receso entre las 13:00 y las 15:00 horas. Sí permanecen encerrados durante las votaciones, que son cuatro diarias: dos en la mañana y dos en la tarde, hasta que elijan a un Papa.
¿En qué idioma hablan durante el cónclave?
El idioma predominante es el italiano. No obstante, algunas expresiones que forman parte del ritual de las votaciones se dicen en latín. Un ejemplo: “Testor Christum Dominum, qui me iudicaturus est, me eum eligere, quem secundum Deum iudico eligi debere”, lo que quiere decir: “Invoco como testigo a Cristo el Señor, quien me ha de juzgar, de que he dado mi voto a aquél que, de conformidad con Dios, juzgo que debe ser electo”.
¿Cómo se desplazan los cardenales entre la Capilla Sixtina y la Casa Santa Marta?
Como la distancia entre los dos puntos es de apenas 700 metros, los cardenales que así lo desean pueden cubrir el trayecto a pie. Pero hay vehículos al servicio del Vaticano disponibles para tales efectos.
¿El papa tiene que ser electo por unanimidad?
No. Basta con una mayoría de dos tercios de los cardenales electores.
¿Cómo están previstas las votaciones?
El primer día solo se vota por la tarde, y a partir de entonces, hay que hacerlo dos veces por la mañana y otras dos por la tarde. Si al tercer día no hay fumata blanca, se hace un descanso de un día para rezar y reflexionar. Entonces se celebran hasta tres series de siete escrutinios, con una pausa entre cada serie, hasta alcanzar el consenso necesario.
En caso de que no lo hubiera, Juan Pablo II dio validez a la mayoría absoluta. Benedicto XVI, sin embargo, desdijo a su predecesor en 2007 y estableció los dos tercios como mayoría necesaria en cualquier caso. Pero en previsión de un cónclave largo y dificultades para decidir, estableció que al concluir sin éxito esas series de siete escrutinios, se pasara a elegir solo entre los dos más votados previamente que, además, no pueden votar.
¿Quién propone a los candidatos para la sucesión?
No hay ningún candidato ni tampoco campaña electoral. Cada cardenal escribe en una papeleta el nombre de aquel que cree que debería salir elegido “según la voluntad de Dios”. Votación tras votación se va perfilando entonces el favorito.
¿Pueden exponer los cardenales lo que sucede dentro de la Capilla Sixtina utilizando sus teléfonos celulares o tabletas?
No. Durante el cónclave, los cardenales electores no tienen permitido telefonear, ni recibir correspondencia, ni leer el diario, ni ver la televisión. Aunque según el portavoz del vaticano, P. Federico Lombardi, sólo los funcionarios tienen que someterse a una requisa, los cardenales no. Además, los cardenales se comprometen a guardar silencio.
¿Y si algún cardenal no acatara el deber de guardar silencio?
Deberá ser castigado con la excomunión, la expulsión de la Iglesia Católica.
¿Pueden conversar los cardenales fuera de la Capilla Sixtina?
Sí. Durante los días del cónclave pueden conversar normalmente entre sí, pero fuera del Vaticano no pueden contar lo que escucharon, so pena de excomunión.
¿Es divulgado al público el número de votos recibido por cada cardenal propuesto?
No. Sólo los participantes en el cónclave pueden saberlo.
¿Cómo van vestidos los cardenales durante las votaciones?
Utilizan el llamado “hábito coral”, que incluye túnica roja, sobrepelliz blanca, mozeta o capa corta roja, cruz pectoral, y en la cabeza, solideo rojo o la birrreta cardenalicia.
¿Puede votar un cardenal si está enfermo y no puede trasladarse a la Capilla Sixtina?
Sí. En esos casos se designa a los “infirmari” (enfermeros en latín) cardenales que también son electores, para que recojan los votos de los cardenales indispuestos que no consigan llegar a la sede del cónclave.
¿Cuántas votaciones pueden efectuarse?
Pueden efectuarse durante el cónclave hasta 34 votaciones, el máximo permitido por las normas de la Iglesia.
¿Brota humo de la chimenea de la Capilla Sixtina al final de cada votación?
No. Las boletas de votación sólo se queman al final de cada período, o sea, después de la segunda votación de la mañana y de la tarde. Tradicionalmente se produce humo negro porque se queman las papeletas de las votaciones no decisivas con paja húmeda. Son las conocidas fumatas negras que suele ver el pueblo romano desde la plaza de San Pedro, hasta que la fumata blanca indica la elección de un nuevo pontífice.
¿Qué ocurre después que se elige a un nuevo papa?
Cuando uno de los purpurados recibe dos terceras partes de los votos, el decano de los cardenales le pregunta en voz alta: “¿Aceptas tu elección canónica para sumo pontífice?”. Si la respuesta es afirmativa, le sigue otra pregunta: “¿Cómo quieres ser llamado?”. El papa electo responde con el nombre que ha escogido, el cual se anota de inmediato en un documento oficial. Sólo después de esto se queman las boletas de votación junto con los eventuales apuntes de los cardenales, esta vez produciendo humo blanco.
¿Cuándo se presenta el nuevo papa en público?
Después que los cardenales le juran obediencia, se reza una oración de acción de gracias y el llamado “cardenal protodiácono” presenta al nuevo papa en la Plaza de San Pedro con la fórmula “Habemus papam”. El nuevo pontífice se presenta entonces ante la multitud e imparte su primera bendición Urbi et Orbi (“a la ciudad –de Roma-- y al mundo”).
Como los cardenales tienen el deber de guardar silencio sobre lo que suceda durante el cónclave, y no pueden salir del Palacio Vaticano hasta que hayan elegido a un nuevo papa, esta tradición se ha revestido de misterio a a través de los siglos.
Entre las preguntas que muchos nos hacemos, las siguientes son algunas de las que han dejado de ser parte del misterio.
¿Desde cuándo se celebra el cónclave?
La primera asamblea cardenalicia tuvo lugar en el año 1118 en el monasterio de Santa María in Pallara, en el Palatino. En el primer milenio, eran el clero y el pueblo los que elegían al obispo de Roma. Entre los siglos IV y VIII, la identidad del pontífice tenía que ser confirmada por el emperador, mientras que en la Alta Edad Media eran los aristócratas romanos los que resolvían la elección.
¿Es el Cónclave una elección como cualquier otra?
Según la legislación de la Iglesia, el Cónclave debe considerarse no un mero lugar de reunión de los Cardenales con derecho a voto, sino más bien un ámbito de retiro sagrado en el que los Cardenales electores invocan al Espíritu Santo para proceder a la elección del Pontífice Romano.
¿Sólo puede ser elegido Sumo Pontífice un cardenal?
La legislación canónica no impone requisitos para ser elegido Papa: por lo tanto, se deben considerar requisitos los propios del derecho divino para ser Obispo, es decir, ser varón con pleno uso de razón. En la práctica, sin embargo, desde hace muchos siglos el elegido ha sido siempre Cardenal.
¿Los cardenales se quedan encerrados en la Capilla Sixtina hasta que sea electo el Papa?
No, los cardenales se hospedan en la Casa Santa Marta, a 700 metros de la Capilla Sixtina. Allí duermen y se les sirven las comidas, incluido el almuerzo durante un receso entre las 13:00 y las 15:00 horas. Sí permanecen encerrados durante las votaciones, que son cuatro diarias: dos en la mañana y dos en la tarde, hasta que elijan a un Papa.
¿En qué idioma hablan durante el cónclave?
El idioma predominante es el italiano. No obstante, algunas expresiones que forman parte del ritual de las votaciones se dicen en latín. Un ejemplo: “Testor Christum Dominum, qui me iudicaturus est, me eum eligere, quem secundum Deum iudico eligi debere”, lo que quiere decir: “Invoco como testigo a Cristo el Señor, quien me ha de juzgar, de que he dado mi voto a aquél que, de conformidad con Dios, juzgo que debe ser electo”.
¿Cómo se desplazan los cardenales entre la Capilla Sixtina y la Casa Santa Marta?
Como la distancia entre los dos puntos es de apenas 700 metros, los cardenales que así lo desean pueden cubrir el trayecto a pie. Pero hay vehículos al servicio del Vaticano disponibles para tales efectos.
¿El papa tiene que ser electo por unanimidad?
No. Basta con una mayoría de dos tercios de los cardenales electores.
¿Cómo están previstas las votaciones?
El primer día solo se vota por la tarde, y a partir de entonces, hay que hacerlo dos veces por la mañana y otras dos por la tarde. Si al tercer día no hay fumata blanca, se hace un descanso de un día para rezar y reflexionar. Entonces se celebran hasta tres series de siete escrutinios, con una pausa entre cada serie, hasta alcanzar el consenso necesario.
En caso de que no lo hubiera, Juan Pablo II dio validez a la mayoría absoluta. Benedicto XVI, sin embargo, desdijo a su predecesor en 2007 y estableció los dos tercios como mayoría necesaria en cualquier caso. Pero en previsión de un cónclave largo y dificultades para decidir, estableció que al concluir sin éxito esas series de siete escrutinios, se pasara a elegir solo entre los dos más votados previamente que, además, no pueden votar.
¿Quién propone a los candidatos para la sucesión?
No hay ningún candidato ni tampoco campaña electoral. Cada cardenal escribe en una papeleta el nombre de aquel que cree que debería salir elegido “según la voluntad de Dios”. Votación tras votación se va perfilando entonces el favorito.
¿Pueden exponer los cardenales lo que sucede dentro de la Capilla Sixtina utilizando sus teléfonos celulares o tabletas?
No. Durante el cónclave, los cardenales electores no tienen permitido telefonear, ni recibir correspondencia, ni leer el diario, ni ver la televisión. Aunque según el portavoz del vaticano, P. Federico Lombardi, sólo los funcionarios tienen que someterse a una requisa, los cardenales no. Además, los cardenales se comprometen a guardar silencio.
¿Y si algún cardenal no acatara el deber de guardar silencio?
Deberá ser castigado con la excomunión, la expulsión de la Iglesia Católica.
¿Pueden conversar los cardenales fuera de la Capilla Sixtina?
Sí. Durante los días del cónclave pueden conversar normalmente entre sí, pero fuera del Vaticano no pueden contar lo que escucharon, so pena de excomunión.
¿Es divulgado al público el número de votos recibido por cada cardenal propuesto?
No. Sólo los participantes en el cónclave pueden saberlo.
¿Cómo van vestidos los cardenales durante las votaciones?
Utilizan el llamado “hábito coral”, que incluye túnica roja, sobrepelliz blanca, mozeta o capa corta roja, cruz pectoral, y en la cabeza, solideo rojo o la birrreta cardenalicia.
¿Puede votar un cardenal si está enfermo y no puede trasladarse a la Capilla Sixtina?
Sí. En esos casos se designa a los “infirmari” (enfermeros en latín) cardenales que también son electores, para que recojan los votos de los cardenales indispuestos que no consigan llegar a la sede del cónclave.
¿Cuántas votaciones pueden efectuarse?
Pueden efectuarse durante el cónclave hasta 34 votaciones, el máximo permitido por las normas de la Iglesia.
¿Brota humo de la chimenea de la Capilla Sixtina al final de cada votación?
No. Las boletas de votación sólo se queman al final de cada período, o sea, después de la segunda votación de la mañana y de la tarde. Tradicionalmente se produce humo negro porque se queman las papeletas de las votaciones no decisivas con paja húmeda. Son las conocidas fumatas negras que suele ver el pueblo romano desde la plaza de San Pedro, hasta que la fumata blanca indica la elección de un nuevo pontífice.
¿Qué ocurre después que se elige a un nuevo papa?
Cuando uno de los purpurados recibe dos terceras partes de los votos, el decano de los cardenales le pregunta en voz alta: “¿Aceptas tu elección canónica para sumo pontífice?”. Si la respuesta es afirmativa, le sigue otra pregunta: “¿Cómo quieres ser llamado?”. El papa electo responde con el nombre que ha escogido, el cual se anota de inmediato en un documento oficial. Sólo después de esto se queman las boletas de votación junto con los eventuales apuntes de los cardenales, esta vez produciendo humo blanco.
¿Cuándo se presenta el nuevo papa en público?
Después que los cardenales le juran obediencia, se reza una oración de acción de gracias y el llamado “cardenal protodiácono” presenta al nuevo papa en la Plaza de San Pedro con la fórmula “Habemus papam”. El nuevo pontífice se presenta entonces ante la multitud e imparte su primera bendición Urbi et Orbi (“a la ciudad –de Roma-- y al mundo”).