Se presenta como una pesada carga económica para el estado ruso
Desde que el Comité Olímpico Internacional le otorgó a la ciudad de Sochi en Rusia la sede de los Juegos Olímpicos de invierno en su sesión en Guatemala en el año 2007, el gobierno ruso y su actual presidente Vladimir Putin han considerado la responsabilidad de organizar ese evento como una cuestión de orgullo y prestigio nacional. Putin inclusive estuvo presente en la reunión de Ciudad Guatemala para apoyar la candidatura de esa ciudad al sur de Rusia.
Al entregar la propuesta al COI, el comité ruso pro sede y el gobierno se comprometieron a edificar todas las instalaciones necesarias para llevar a buen fin los Juegos, además de la infraestructura que serviría de pedestal a los distintos escenarios olímpicos en esa ciudad donde prácticamente no existía nada en el momento de recibir la sede. Tenían que crear una ciudad olímpica basada en una propuesta que solo existía en el papel de la presentación.
Sin embargo, a un año del comienzo de los Juegos en febrero de 2014 la construcción de Sochi se presenta como una pesada carga económica para el estado ruso debido a los sobrecostos que amenazan con seguir aumentando el costo final del proyecto que, según los expertos llevará a ser estos Juegos los más caros de la historia.
Los costos presupuestados para el proyecto en general se han multiplicado por cinco alcanzando en este momento los 36,000 millones de euros, más que los costos de Beijing 2008 y aún sigue aumentando.
La pasada semana la Duma (Parlamento Ruso) oyó una acusación que el Tribunal de Cuentas presentó contra la empresa pública rusa Olimpstroi, a cargo de las obras de las sedes olímpicas, de “haber tomado decisiones que han traído un aumento del coste de algunas sedes olímpicas sin aportar explicaciones, lo que ha conllevado para las instalaciones deportivas sobrecostes inútiles” de 388 millones de euros.
El coste total de la factura olímpica también se debe a la corrupción, un mal que gangrena el país y que representa según distintos estimados entre el 20% y el 50% del total, según declaró a AFP el analista independiente Anvar Amirov.
Al entregar la propuesta al COI, el comité ruso pro sede y el gobierno se comprometieron a edificar todas las instalaciones necesarias para llevar a buen fin los Juegos, además de la infraestructura que serviría de pedestal a los distintos escenarios olímpicos en esa ciudad donde prácticamente no existía nada en el momento de recibir la sede. Tenían que crear una ciudad olímpica basada en una propuesta que solo existía en el papel de la presentación.
Sin embargo, a un año del comienzo de los Juegos en febrero de 2014 la construcción de Sochi se presenta como una pesada carga económica para el estado ruso debido a los sobrecostos que amenazan con seguir aumentando el costo final del proyecto que, según los expertos llevará a ser estos Juegos los más caros de la historia.
Los costos presupuestados para el proyecto en general se han multiplicado por cinco alcanzando en este momento los 36,000 millones de euros, más que los costos de Beijing 2008 y aún sigue aumentando.
La pasada semana la Duma (Parlamento Ruso) oyó una acusación que el Tribunal de Cuentas presentó contra la empresa pública rusa Olimpstroi, a cargo de las obras de las sedes olímpicas, de “haber tomado decisiones que han traído un aumento del coste de algunas sedes olímpicas sin aportar explicaciones, lo que ha conllevado para las instalaciones deportivas sobrecostes inútiles” de 388 millones de euros.
El coste total de la factura olímpica también se debe a la corrupción, un mal que gangrena el país y que representa según distintos estimados entre el 20% y el 50% del total, según declaró a AFP el analista independiente Anvar Amirov.