Graduados de la UCI son subutilizados

Como en otras disciplinas, en la informática el gobierno de Cuba también ha graduado más profesionales de los que puede emplear efectivamente el país.

Después de quemarse las pestañas por cinco años, hornadas de ingenieros informáticos trabajan cuidando a los niños de los Joven Club de Computación o procesando estadísticas. Y sin acceso a Internet.
Después de su famoso debate con Ricardo Alarcón en la Universidad de Ciencias Informáticas UCI, en el que defendió el derecho de los cubanos a viajar libremente, el joven ingeniero en informática cubano Eliécer Ávila sufrió un rosario de represalias.

A Avila se le impidió dentro de la universidad escribir en la página web y dirigir la Unión de Jóvenes Comunistas; lo trataron de expulsar, aunque según su relato, "la iniciativa de los estudiantes" lo impidió y se pudo graduar; le denegaron dos veces obtener una residencia en La Habana; y se le dio un trabajo -- según él "ridículo" -- en un su pueblo natal de Puerto Padre, provincia de la Tunas, que consistía en cuidar a los niños en el Joven Club de Computación y Electrónica. Allí cumplió su servicio social. Luego, quedó desempleado, y tuvo que vender helados para sobrevivir.

Sin embargo, por más ridícula que parezca, puede que la ubicación laboral asignada al joven graduado universitario no clasifique después de todo como una represalia, sino como la regla para la mayoría de sus condiscípulos de la UCI.

DESPERDICIO DE INTELIGENCIAS

En el blog Supercuba, el estudiante de periodismo de la Universidad de Camagüey Alberto Manuel León Pacheco escribe sobre la UCI, sus estudiantes y sus destinos.

El bloguero cita un debate que sostuvo con un profesor universitario y un ex compañero de estudios. Este amigo le planteaba que dejó su carrera en la UCI no sólo por falta de vocación, sino porque “no quería terminar en un Joven Club de Computación” como les pasó a algunos colegas de su municipio. El trabajo de ellos --contaba-- se reduce a encender y apagar las máquinas.

Mientras, el profesor exaltaba la utilidad de la UCI para la informatización acelerada de Cuba. León Pacheco concluyó que los dos tenían razón, pues si bien es cierto que la UCI es necesaria para el país, también lo es que “los ingenieros que salen de ella son en su mayoría subutilizados”.

Dice el autor: “En la actualidad, la UCI se ha convertido en una gran empresa donde se produce software de alta calidad para Cuba y que se exporta a varios países. Sin embargo, muchos de sus graduados, luego de pasar 5 años estudiando y trabajando en proyectos de gran nivel científico, su inteligencia se desperdicia cuando concluyen los estudios en la institución, al ser ubicados en centros de trabajo que no requieren de sus servicios”.

CAPITAL HUMANO

En su blog La Economía Cubana, el catedrático de la Universidad de Carleton en Ottawa Archibald Ritter, un estudioso de los asuntos de la isla mayor de las Antillas, intentó a fines del 2010 identificar diez logros y diez fracasos de los casi 47 años de gobierno de Fidel Castro, hasta que una enfermedad lo incapacitó a fines de julio del 2006.

En la columna positiva, Ritter inscribe varias iniciativas de Castro que vienen al caso en relación con la subutilización de los graduados de la UCI: la universalización de la enseñanza a partir de los años 60, que conllevó a un “incremento de la inversión en su población (capital humano)”, y luego, cuando hacia fines de los años 90 Cuba confrontó un exceso de personal médico, y se inició la exportación de servicios médicos a América Latina y otros países.

El economista señala que las ganancias en divisas provenientes de los servicios exportados de salud (y educación) representaron en 2008 casi la mitad de las divisas de Cuba en 2008.

Arch Ritter menciona asimismo las enormes inversiones de Cuba en el Polo Científico y el sector biotecnológico, que han tenido entre sus frutos mayores exportaciones de productos farmacéuticos hasta alcanzar 296,8 millones de pesos en 2008.

Parece evidente que la idea de Castro de invertir en el recurso más importante de Cuba, su gente, ha rendido frutos, sobre todo considerando que el gobierno ejerce fuertes controles sobre sus profesionales y se reserva la tajada del león (en el caso de los cooperantes en Venezuela, un 98 % de lo que recibe por sus servicios).

DANDOSE CABEZAZOS

Pero las graduaciones masivas de médicos en Cuba comenzaron desde que en los años 60 casi la mitad de la comunidad médica cubana emigró: el número de médicos --Cuba ocupaba el tercer lugar en América Latina en ese indicador—se redujo a la mitad.

Como la política castrista priorizaba la educación como vitrina de la revolución, se graduaron durante décadas en las universidades más médicos y otros profesionales de los que necesitaba el país. En la medicina, se sobrepasaron en 2000 los 66.000 galenos. Según cifras de la Organización Mundial de la Salud, hay un doctor en medicina por cada 170 residentes en Cuba.

Una política similar se aplicó al fundarse en septiembre del 2002, también por iniciativa de Castro, la Universidad de Ciencias Informáticas, con el fin de informatizar aceleradamente el país y desarrollar la industria del software, otro posible filón de exportaciones de servicios de alto valor.

Cuatro años después de iniciarse las clases, la UCI llegó en septiembre del 2006 a una matrícula de más de 10 000 estudiantes. En la primera graduación, en julio de 2007, recibieron sus títulos más de 1500.

EN ESPERA DE OPORTUNIDADES

Sin embargo, a diferencia de la medicina cubana, que goza de renombre en muchos países, principalmente gracias al humanismo y el espíritu de sacrificio demostrado por sus profesionales durante décadas de diplomacia castrista de batas blancas en lugares a menudo inhóspitos, “la industria cubana del software es joven aún” –como señala León Pacheco en Supercuba—“y aunque su calidad es reconocida, todavía no despunta como un renglón económico”.

Precisa el joven estudiante que “la empresa líder en Cuba es DESOFT pero (…) sus nóminas son reducidas por lo que no pueden acoger a los cientos de egresados que anualmente se titulan en la UCI y sus filiales (…) La mayoría de la empresas del mundo tienen miles de desarrolladores. La nuestra solo acoge a algunas decenas por provincias”.

El autor lamenta que “muchas veces, esos centros a donde llega el graduado no le ofrecen la posibilidad de emplearse en aquello que estudió durante 5 años. A veces por desconocimiento de lo que puede hacer, o simplemente para dejar las cosas como están y no complicarse con las nuevas tecnologías, los responsables no aprovechan el caudal de conocimientos que tienen en sus manos. Sin saber que lo mismo un programa para llevar estadísticas, para analizar comportamiento de ciertos medidores o automatizar procesos y equipos, podrían hacer más fácil el trabajo en su institución”.

La agencia Inter Press Service (IPS) acaba de dedicar un reportaje a la subutilización de tan valioso capital humano (recordemos que la UCI es una universidad sumamente selectiva, que exige de los candidatos tanto confiabilidad política como un elevado coeficiente de inteligencia)

Según IPS “miles de jóvenes de Cuba se gradúan en ingeniería informática, desde que hace una década las autoridades apostaron por fortalecer ese sector. Pero su destino profesional es incierto, por carencias de organización y conectividad”.

"No he ejercido de ingeniera", contó a la agencia, bajo reserva de su nombre, una joven de 24 años graduada en 2011 como parte de una promoción de 1.600 ingenieros informáticos. Mientras era estudiante de la UCI, imaginaba un futuro seguro en el área digital. Pero la ubicaron para adiestrarse en una entidad estatal de análisis estadístico, donde el trabajo no es ‘ni para un ingeniero ni un técnico en informática’", señala la autora, Ivet González.

"No estoy aprendiendo nada de mi perfil, y en mi trabajo hago cosas de estadística", lamentó la muchacha. Solo unos pocos compañeros de aula lograron empleos vinculados al software, mientras otros muchos imparten clases en escuelas secundarias o institutos.

Precisa González que hasta julio de 2012, solamente la sede habanera de la UCI había graduado 10.021 ingenieras e ingenieros. El centro tiene además facultades en otras tres ciudades. Citando a observadores que no identifica, IPS señala que “el impulso académico condujo a que los informáticos sobrepasen los empleos generados por la industria”.

El reportaje cita a Juan Triana, especialista del estatal Centro de Estudios de la Economía Cubana, quien alertó que la isla caribeña debería aprovechar más el capital humano formado durante décadas en las universidades.

Para Reiner Agüero, ex estudiante de la UCI, la masividad de la matrícula ayuda al gobierno cubano a obtener mano de obra barata en la industria del software. Agüero conversó conlos colegas Tomás Cardoso y Omar López Montenegro, conductores del programa Cuba al Día de Radio Martí

Your browser doesn’t support HTML5

Reiner Agüero, ex alumno de la UCI


INFORMATICOS SIN INTERNET

Sin embargo, las perspectivas de vender en gran escala soluciones integrales y servicios informáticos en el exterior, como se hizo con los servicios médicos, tropiezan con el estigma, y el escollo real para el desarrollo de esta rama, de que Cuba tiene una de las tasas más bajas de conexión a internet del hemisferio, sólo el 16 por ciento de la población, una cifra incluso menor que la de Haití.

En una entrevista que le hicimos para martinoticias.com, Eliécer Avila contaba cómo después que salió de la UCI se sentía desorientado y descompensado por la falta de acceso a la Web. Pero aún dentro de la universidad el acceso a la red es bastante restringido.

A cada estudiante de la UCI se le otorga una cuenta de 100 MB por mes, los cuales deben dosificar para aprovecharlos al máximo. El tiempo lo distribuyen entre estudiar, a proyectos del centro, y lo que les queda, a revisar y enviar correos electrónicos. Como la conexión es además lenta, es muy común que el software que utilizan se desactualice, ya que descargar una versión nueva consumiría buena parte de su cuota.

BUSCARSE SU FUTURO

Para León Pacheco, los subutilizados graduados de la UCI no deben esperar que Papá Estado les resuelva el problema que creó al graduar más ingenieros informáticos de los que requería el país. El concluye así su post:

“Mi amigo tenía su razón cuando dice que estaba desmotivado por lo que le esperaba si hubiera terminado su carrera, al igual que muchos otros universitarios. Pero si su amor a su profesión hubiera sido fuerte se hubiera quedado hasta el final y tratado de buscarse su futuro. Es lo mismo para todo el que está en la educación superior. Aunque las cosas no sean como uno soñó, cada cual debe luchar por alcanzar su desarrollo profesional y personal. Nadie dijo que la vida es fácil”.

Mucho menos en Cuba.