¿Podrá el gobierno de Cuba sobrevivir sin la ayuda del gobierno Venezolano?
El gobierno cubano depende totalmente de Venezuela como principal socio económico.
Venezuela es el principal destino de las exportaciones cubanas y el principal importador que tiene el gobierno de la Habana.
Venezuela es además el principal destino laboral de la fuerza de trabajo calificada cubana.
Miles de médicos, profesores, técnicos y profesionales cubanos no se encuentran desempleados gracias a los programas sociales impuestos por el gobierno venezolano en su país.
Una fuerza laboral por la que Cuba recibe ingresos sobrevalorados y que le garantiza aparentar un intercambio comercial a nivel de naciones.
La pérdida de su principal socio comercial implicaría una debacle económica para Cuba que no tiene ninguna posibilidad de encontrarle un sustituto.
Perder a su más importante aliado económico conduciría a Cuba a una crisis económica de proporciones superiores a cualquier otra crisis que enfrentara el país en los últimos 54 años, inclusive peor que la crisis conocida como el periodo especial, ocurrida tras la caída del campo socialista mundial, en la década de los 90 del siglo pasado.
Es tal la dependencia económica que tiene Cuba con Venezuela que podría enfrentar una crisis inmediata y hasta un colapso económico si la relación actual se viera afectada parcialmente o disminuida por las condiciones internas del país vecino.
En otras palabras, para Cuba, el peligro de sufrir una enorme crisis económica está tanto en la pérdida definitiva de su principal aliado, como en la modificación parcial de la relación comercial de su relación comercial con Venezuela.
Si el actual gobierno de Nicolás Maduro se viera imposibilitado de mantener el ritmo de entrega de crudo a favor de Cuba, o tuviera que modificar los precios irrisorios a que lo hace, o a exigir el pago de la deuda que actualmente Cuba mantiene con la empresa petrolera PDVESA, el efecto devastador sobre la economía cubana sería inmediato.
La Habana ha intentado adelantarse a estas posibilidades y prepararse para uno de estos posibles escenarios.
No es casual que desde que se conociera de la enfermedad de Hugo Chávez, el gobierno de Raúl Castro acelerara su programa de cambios económicos y sociales en la isla, con apertura a cuentapropistas, liberaciones de compraventa de viviendas y hasta modificaciones migratorias.
Pero estas medidas solo conseguirían una ligera mejora temporal ante el enorme caos que se sucedería ante la pérdida o modificación de la relación con Venezuela.
El país no tiene forma de prepararse ante tales circunstancias y el gobierno de La Habana se vería obligado a tomar medidas drásticas para permanecer en el poder, ya sea en el orden represivo o en la modificación profunda del actual sistema político.
El gobierno cubano depende totalmente de Venezuela como principal socio económico.
Venezuela es el principal destino de las exportaciones cubanas y el principal importador que tiene el gobierno de la Habana.
Venezuela es además el principal destino laboral de la fuerza de trabajo calificada cubana.
Miles de médicos, profesores, técnicos y profesionales cubanos no se encuentran desempleados gracias a los programas sociales impuestos por el gobierno venezolano en su país.
Una fuerza laboral por la que Cuba recibe ingresos sobrevalorados y que le garantiza aparentar un intercambio comercial a nivel de naciones.
La pérdida de su principal socio comercial implicaría una debacle económica para Cuba que no tiene ninguna posibilidad de encontrarle un sustituto.
Perder a su más importante aliado económico conduciría a Cuba a una crisis económica de proporciones superiores a cualquier otra crisis que enfrentara el país en los últimos 54 años, inclusive peor que la crisis conocida como el periodo especial, ocurrida tras la caída del campo socialista mundial, en la década de los 90 del siglo pasado.
Es tal la dependencia económica que tiene Cuba con Venezuela que podría enfrentar una crisis inmediata y hasta un colapso económico si la relación actual se viera afectada parcialmente o disminuida por las condiciones internas del país vecino.
En otras palabras, para Cuba, el peligro de sufrir una enorme crisis económica está tanto en la pérdida definitiva de su principal aliado, como en la modificación parcial de la relación comercial de su relación comercial con Venezuela.
Si el actual gobierno de Nicolás Maduro se viera imposibilitado de mantener el ritmo de entrega de crudo a favor de Cuba, o tuviera que modificar los precios irrisorios a que lo hace, o a exigir el pago de la deuda que actualmente Cuba mantiene con la empresa petrolera PDVESA, el efecto devastador sobre la economía cubana sería inmediato.
La Habana ha intentado adelantarse a estas posibilidades y prepararse para uno de estos posibles escenarios.
No es casual que desde que se conociera de la enfermedad de Hugo Chávez, el gobierno de Raúl Castro acelerara su programa de cambios económicos y sociales en la isla, con apertura a cuentapropistas, liberaciones de compraventa de viviendas y hasta modificaciones migratorias.
Pero estas medidas solo conseguirían una ligera mejora temporal ante el enorme caos que se sucedería ante la pérdida o modificación de la relación con Venezuela.
El país no tiene forma de prepararse ante tales circunstancias y el gobierno de La Habana se vería obligado a tomar medidas drásticas para permanecer en el poder, ya sea en el orden represivo o en la modificación profunda del actual sistema político.