Milenio: nuevo glamour minoritario en una Habana en ruinas

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Antonio Castro: "aires de playboy, aficionado a los cigarros finos, al vino blanco de marcas inalcanzables, y ganador de un concurso de golf".

Una minoría empresarial-militar visita boutiques y discotecas, consume iPhones y autos de lujo y juega golf. Pero en el frenesí consumista participan todos.
El diario mexicano Milenio publica un reportaje titulado “Vuelve el 'glamour' a La Habana” según el cual la capital cubana busca hoy ser más cosmopolita, impulsada por una minoría empresarial que visita boutiques y dicotecas, consume iPhones y autos de lujo y juega golf.

Un enorme grupo de militares bien formados en administración de empresas encabeza ese nuevo esplendor. Sus signos visibles son autos de lujo como los Audi, Mercedes Benz y hasta Hummer, así como casas coloniales convertidas en cafés de moda, glamorosos hoteles de cinco estrellas, exclusivas boutiques que venden marcas como Adidas, Chanel, Cartier y Ray Ban, y las ofertas gastronómicas más exquisitas, desde cocina mediterránea a platos de tortuga y ciervo.

La enviada de Milenio, Sandra Weiss, apunta que lo más sorprendente es que cada vez haya más cubanos que se pueden permitir esos lujos. Pero explica por otro lado que en un glamoroso café-boutique, frente a la Iglesia del Santo Angel un café cuesta dos CUC y la camiseta más barata empieza en 45 CUC, más del doble del salario medio mensual de un empleado estatal cubano.

La reportera está convencida de que cuando terminen su remodelación, el centro colonial de La Habana superará en belleza a Cartagena de Indias. El reportaje no entra en detalles sobre el resto de la ciudad.

Observa Weiss que a pesar de la retórica igualitaria, siempre han existido los privilegiados en la isla, entre ellos Antonio Castro, el hijo de Fidel Castro. Lo describe como “guapo, con aires de playboy, aficionado a los cigarros de tabaco fino, al vino blanco de marcas inalcanzables para muchos, y recién ganador de un concurso de golf".

El recién reabierto bar Sloppy Joe's, uno de los iconos del nuevo glamour habanero.

“Hoy por primera vez, los privilegiados criollos encuentran cómo gastar su plata en Cuba”, afirma la autora, y dice que todos participan en ese frenesí del dinero, desde los nuevos empresarios hasta los empleados estatales. La corrupción es rampante y consiste en robar al Estado todo lo que pueda venderse por fuera. Para los jóvenes, la única aspiración es obtener dinero para participar en esa movida.

El sociólogo cubano-dominicano Haroldo Dilla, consultado por Weiss, opinó que el objetivo de Castro y los militares es crear una burguesía nacional, permitir la acumulación de riqueza y el crecimiento de la desigualdad bajo un régimen político autoritario, unipartidista y con el control de la información.