El arzobispo de La Habana, por su parte, agradeció el gesto y afirmó que la distinción lo “enaltece como cubano, como obispo y como cardenal de la Iglesia católica”
El cardenal Jaime Ortega, arzobispo de La Habana, recibió el título de Comendador de la Orden al Mérito de la República Italiana de manos del embajador de ese país en Cuba, excelentísimo señor Carmine Robustelli, y agradeció que el gobierno italiano haya querido distinguir “un quehacer sacerdotal nacido de la fe cristiana y del amor a mi Patria”, informa Palabra Nueva.
“Todos ustedes conocen a Su Eminencia, su obra, sus valores mejor que yo”, dijo el embajador Robustelli a los presentes en la sencilla ceremonia efectuada el pasado viernes en la residencia oficial de los embajadores italianos en La Habana, por lo cual consideró innecesario “leer su curriculum o las motivaciones que fueron evidenciadas con la solicitud enviada a Roma para el otorgamiento”.
El arzobispo de La Habana, por su parte, agradeció el gesto y afirmó que la distinción lo “enaltece como cubano, como obispo y como cardenal de la Iglesia católica”. Destacó la singularidad del reconocimiento, pues proviene de Italia, “tierra de orígenes, de pasión estética, de belleza acumulada”, pero también “tierra regada por la sangre de los mártires de Cristo (que) guarda en su seno a Pedro y Pablo”.
Durante la ceremonia, y posterior recepción ofrecida en la misma sede, estuvieron presentes el nuncio apostólico en Cuba, monseñor Bruno Musaró; el obispo auxiliar de La Habana, monseñor Alfredo Petit, y los monseñores y vicarios de la arquidiócesis Carlos Manuel de Céspedes, Ramón Suárez Polcari y Rodolfo Loiz, y el padre Vladimir Aguilar, otros sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos.
Estuvo además una representación gubernamental encabezada por el secretario del Consejo de Estado de la República de Cuba, señor Homero Acosta, así como representantes del cuerpo diplomático acreditado en Cuba, y la señora Caridad Diego, jefa de la Oficina de Asuntos Religiosos del Partido Comunista de Cuba.
La Orden al Mérito de la República Italiana fue instaurada por el Parlamento de esa nación el 3 de marzo de 1951, y su otorgamiento depende directamente del presidente de la República.
La distinción honorífica puede ser conferida tanto a ciudadanos italianos como extranjeros, y recompensa los logros en el campo de las ciencias, las letras, las artes, la economía, así como en el ejercicio de cargos públicos, actividades caritativas y sociales. / Redacción Palabra Nueva
“Todos ustedes conocen a Su Eminencia, su obra, sus valores mejor que yo”, dijo el embajador Robustelli a los presentes en la sencilla ceremonia efectuada el pasado viernes en la residencia oficial de los embajadores italianos en La Habana, por lo cual consideró innecesario “leer su curriculum o las motivaciones que fueron evidenciadas con la solicitud enviada a Roma para el otorgamiento”.
El arzobispo de La Habana, por su parte, agradeció el gesto y afirmó que la distinción lo “enaltece como cubano, como obispo y como cardenal de la Iglesia católica”. Destacó la singularidad del reconocimiento, pues proviene de Italia, “tierra de orígenes, de pasión estética, de belleza acumulada”, pero también “tierra regada por la sangre de los mártires de Cristo (que) guarda en su seno a Pedro y Pablo”.
Durante la ceremonia, y posterior recepción ofrecida en la misma sede, estuvieron presentes el nuncio apostólico en Cuba, monseñor Bruno Musaró; el obispo auxiliar de La Habana, monseñor Alfredo Petit, y los monseñores y vicarios de la arquidiócesis Carlos Manuel de Céspedes, Ramón Suárez Polcari y Rodolfo Loiz, y el padre Vladimir Aguilar, otros sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos.
Estuvo además una representación gubernamental encabezada por el secretario del Consejo de Estado de la República de Cuba, señor Homero Acosta, así como representantes del cuerpo diplomático acreditado en Cuba, y la señora Caridad Diego, jefa de la Oficina de Asuntos Religiosos del Partido Comunista de Cuba.
La Orden al Mérito de la República Italiana fue instaurada por el Parlamento de esa nación el 3 de marzo de 1951, y su otorgamiento depende directamente del presidente de la República.
La distinción honorífica puede ser conferida tanto a ciudadanos italianos como extranjeros, y recompensa los logros en el campo de las ciencias, las letras, las artes, la economía, así como en el ejercicio de cargos públicos, actividades caritativas y sociales. / Redacción Palabra Nueva