"¿Por qué la gente prefiere la trapishopping? Porque vende ropa más a la moda, de más calidad y variedad, y a mejores precios".
Pinar del Río fue escenario reciente de un operativo de la policía contra veintidós vendedores de ropas. Les impusieron altas multas, decomiso de mercancías y retiro de sus licencias como sastres y costureras, licencia que les autorizaba a arreglar y confeccionar ropa, pero no venderla.
Los perjudicados reclamaron a la ONAT –que controla permisos e impuestos–, al sindicato oficialista al que están afiliados de mala gana. Claro, nada pudieron resolver. La todopoderosa ONAT tiene facultad, en cada territorio, para aplicar la legislación como crea conveniente”.
Nada importó el argumento de los cuentapropistas de “tenemos tres años de trabajo legal, pagamos los impuestos, estamos al día y de repente nos aplican esas medidas tan duras, hasta quitarnos la licencia. ¿Por qué dejaron correr tres años?’”, comunica José Rodríguez y Rodríguez, sindicalista independiente.
Un cuentapropista protestaba que perdió por decomiso unas quinientas prendas de vestir. “Ropas caras, casi todas de mi inversión. Nos habían dicho que tendríamos quince días para liquidar la ropa y recuperar el dinero que nos costó. Puro cuento, lo decomisaron todo. ¿Qué pasará con nosotros ahora?”
Reportes de Sancti Spíritus y Santiago de Cuba dan cuentan de que también en esas provincias la ONAT, ha arremetido contra las trapishopping, neologismo que combina trapos y shopping, originalmente aplicado a la venta estatal de ropas recicladas.
La empleada de una shopping de Pinar del Río que prefirió no dar su nombre, nos dio la clave del rollo: “Desde que se toleró el comercio de ropas y calzado a particulares, eso que llaman trapishopping, nuestras ventas disminuyeron un 40 por ciento”.
Pero, ¿por qué la gente prefiere la trapishopping?
Porque vende ropa más a la moda, de más calidad y variedad, y a mejores precios. ¿Cómo lo logran? Las trapishopping se nutren de mercaderes que compran ropa más moderna por cantidad, por eso venden más barato que el monopolio estatal.
Las telenovelas extranjeras contribuyen a fomentar la moda al margen de dictámenes oficialistas. Los jóvenes que son los que siguen más la moda, se guían por lo que viene de afuera. Cuba ni siquiera tiene revistas de modas, ni propias ni extranjeras.
Solo algunas sugerencias de cómo vestirse, se ven, en las escasas revistas que circulan y en la aburrida televisión nacional. Y no siempre con modas que gustan, y mucho menos a la juventud.
Tampoco existe un sello distintivo de moda cubana porque hasta la elegante guayabera, prenda que llevaban nuestros abuelos, está en desuso a no ser como uniforme de trabajadores en hoteles y restaurantes y uso protocolar por altas figuras del gobierno.
¿Puede existir cultura del vestir si no hay posibilidad de elección?
Y esta es la simple razón por la que florecen las trapishopping frente a los prototipos de vestuarios en las tiendas dolarizadas excesivamente caros y pasados de moda, que nadie compra.
El régimen al eliminar, usando preceptos legales, a los vendedores particulares de ropa, o sea, a las socorridas Trapishopping, en vez de dar facilidades a la población, limita su libertad de elegir cómo vestirse de acuerdo a su gusto y poder adquisitivo. Otra pérdida de los derechos de los cubanos.
(Publicado originalmente por Cubanet el 28/08/2013)
Los perjudicados reclamaron a la ONAT –que controla permisos e impuestos–, al sindicato oficialista al que están afiliados de mala gana. Claro, nada pudieron resolver. La todopoderosa ONAT tiene facultad, en cada territorio, para aplicar la legislación como crea conveniente”.
Nada importó el argumento de los cuentapropistas de “tenemos tres años de trabajo legal, pagamos los impuestos, estamos al día y de repente nos aplican esas medidas tan duras, hasta quitarnos la licencia. ¿Por qué dejaron correr tres años?’”, comunica José Rodríguez y Rodríguez, sindicalista independiente.
Un cuentapropista protestaba que perdió por decomiso unas quinientas prendas de vestir. “Ropas caras, casi todas de mi inversión. Nos habían dicho que tendríamos quince días para liquidar la ropa y recuperar el dinero que nos costó. Puro cuento, lo decomisaron todo. ¿Qué pasará con nosotros ahora?”
Reportes de Sancti Spíritus y Santiago de Cuba dan cuentan de que también en esas provincias la ONAT, ha arremetido contra las trapishopping, neologismo que combina trapos y shopping, originalmente aplicado a la venta estatal de ropas recicladas.
La empleada de una shopping de Pinar del Río que prefirió no dar su nombre, nos dio la clave del rollo: “Desde que se toleró el comercio de ropas y calzado a particulares, eso que llaman trapishopping, nuestras ventas disminuyeron un 40 por ciento”.
Pero, ¿por qué la gente prefiere la trapishopping?
Porque vende ropa más a la moda, de más calidad y variedad, y a mejores precios. ¿Cómo lo logran? Las trapishopping se nutren de mercaderes que compran ropa más moderna por cantidad, por eso venden más barato que el monopolio estatal.
Las telenovelas extranjeras contribuyen a fomentar la moda al margen de dictámenes oficialistas. Los jóvenes que son los que siguen más la moda, se guían por lo que viene de afuera. Cuba ni siquiera tiene revistas de modas, ni propias ni extranjeras.
Solo algunas sugerencias de cómo vestirse, se ven, en las escasas revistas que circulan y en la aburrida televisión nacional. Y no siempre con modas que gustan, y mucho menos a la juventud.
Tampoco existe un sello distintivo de moda cubana porque hasta la elegante guayabera, prenda que llevaban nuestros abuelos, está en desuso a no ser como uniforme de trabajadores en hoteles y restaurantes y uso protocolar por altas figuras del gobierno.
¿Puede existir cultura del vestir si no hay posibilidad de elección?
Y esta es la simple razón por la que florecen las trapishopping frente a los prototipos de vestuarios en las tiendas dolarizadas excesivamente caros y pasados de moda, que nadie compra.
El régimen al eliminar, usando preceptos legales, a los vendedores particulares de ropa, o sea, a las socorridas Trapishopping, en vez de dar facilidades a la población, limita su libertad de elegir cómo vestirse de acuerdo a su gusto y poder adquisitivo. Otra pérdida de los derechos de los cubanos.
(Publicado originalmente por Cubanet el 28/08/2013)