El pintor cubano Michel Mirabal, conocido por sus banderas entre flores y alambres de púa, presentará este agosto en Miami dos obras, como parte de una exposición colectiva, integrada por una veintena de los artistas de la plástica contemporánea cubana mejor comercializados.
Galerías estadounidenses solicitaron la selección de los artistas al Fondo Cubano de Bienes Culturales, un elemento distintivo, apunta Mirabal, ya que usualmente lo hacen en condición de proyectos independientes.
El buzón dentando de quejas y sugerencias y una bandera de arroz y púas llamada “Huracán”, dos de sus creaciones más controversiales, serán las propuestas de Mirabal para el público miamense. Más tarde, planea llevar sus obras a Nueva York.
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Banderas y rap
Las inquietudes creativas de Michel, de 39 años, van más allá de las artes plásticas y el proyecto audiovisual “Créeme” es muestra de ello. El concierto, en el que reunió a músicos cubanos de diferentes géneros y épocas, se convirtió en álbum musical y luego en un documental, dirigido por el realizador Ian Padrón.
Estrellas del hip hop underground cubano como Aldo, de Los Aldeanos; Raudel, de Escuadrón Patriota y Silvito "El Libre', junto a Buena Fe, José Luis 'El Tosco' y los Van Van”, entre otros, le dan una nueva interpretación al tema “Créeme”, de Vicente Feliú con la anuencia de este.
“Estoy siempre con el tema social. Estamos viviendo en Cuba momentos cruciales. Me siento con una responsabilidad cívica,” dice el pintor sobre el proyecto de su carrera que mayores tensiones le ha traído.
Mirabal, graduado de la Academia San Alejandro en 1996, espera poder estrenar el audiovisual “Créeme” en Miami, ya que en La Habana le han negado los espacios. De nada le valió el respaldo financiero de la disquera Colibrí o la nominación al Premio Cubadisco.
“Decidieron no premiar Créeme, porque no era interés del Estado y eso me fastidió bastante, porque trabajamos ahí un montón de gente, y con el corazón,” asestó Michel.
“Para colmo tampoco se puede poner (el documental) en ningún lugar, no es de su interés,” agrega, pero adelanta que ya tiene concertadas exhibiciones en salas de cine en Madrid y Barcelona, “y que mejor que Miami, donde está la mayor cantidad de cubanos fuera de la isla.”
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La primera bandera
Por extraño que parezca la primera bandera que pintó Michel no fue cubana sino puertorriqueña. Era el 2003 y el conflicto entre los habitantes de la isla boricua de Vieques y la Marina estadounidense estaba aún fresco.
“Empecé esto de las banderas como un hobby en una descarguita que hice en casa de unos amigos, de esas que hacen los artistas, que nos ponemos a pintar y a dibujar y me salió una bandera que se la dedique a Puerto Rico.”
Recuerda que en la fiesta había dos puertorriqueños que tenían familiares en Vieques. “Por eso fue que se la dedique a ellos y empezaron a llorar.”
A partir de ese momento decidió pintar la cubana y una de las primeras que mostró en la calle durante la Bienal de La Habana 2009, lo llevó a la estación de policía. Una señora que pasaba vio alambre de púas en la bandera y adivinó: disidencia.
No fue hasta su triunfo en Europa que las instituciones oficiales cubanas acogieron con más tranquilidad estas piezas de Mirabal. Luego "se fue disolviendo en el ambiente esta tensión con la obra de las banderas y ya el mismo gobierno me ha llamado para pintarlas en la calle, en lugares."
Curiosamente, Mirabal cuenta que quienes admiran sus banderas siempre ven o más pétalos o más púas, en dependencia de su punto de vista sobre la realidad cubana.
“Yo veo los alambres y las flores. Los alambres son las cosas tensas, las cosas que no nos gustan de nuestro país, de nuestro gobierno, de nuestro sistema. Las flores son las cosas que nos dan alegrías: nuestra nacionalidad, nuestro ser cubano.”