Por primera vez en más de veinte años de batallas por obtener la residencia en Estados Unidos, el activista cubano Ramón Saúl Sánchez, líder de Movimiento Democracia, llevará su caso ante una corte de inmigración de Miami, Florida, el próximo 27 de julio, para intentar revertir una orden de deportación.
“El 27 de julio el juez va a decidir, va a dar la orden final, o va a escuchar nuestra defensa, que son tres: residencia, porque llevo casi 56 años aquí, protección contra la tortura o asilo político. Esas son las tres posibles defensas que yo tengo”, declaró Sánchez a Martí Noticias este miércoles, en el restaurante Versailles, durante una vigilia de la comunidad cubana en solidaridad con su situación.
El abogado Willy Allen, con una larga trayectoria en este tipo de casos políticos, lo defenderá este mes, a más de dos décadas de su solicitud de residencia. Sánchez arribó a Estados Unidos en 1967, con un parole por tiempo indefinido, pero no quería otro estatus legal que el de su ciudadanía cubana.
No fue hasta comienzos del presente siglo que decidió solicitar la residencia, pero la primera respuesta tardó unos 15 años en llegar y fue negativa. Luego siguieron otras respuestas, también negativas, que decían que debía abandonar el país. Ahora intentará resolver su estatus en una corte.
“Siempre han sido diferentes representantes de inmigración los que han tomado la decisión de negarme la residencia y declarar mi deportación, pero ahora ya hay un juez, y es lo que espero. Yo confío en la justicia de este país. Yo amo mucho a este país, es mi otra patria”.
Ramón Saúl Sánchez arribó a Estados Unidos con apenas 12 años, gracias al programa Vuelos de la Libertad, que permitió que unos 300 mil cubanos escaparan de la isla entre 1965 y 1973. Junto a él sólo vino un hermano, un año menor. En Cuba quedaron sus padres, otros hermanos y familiares.
“Mis padres hicieron el sacrificio tremendo de enviarnos al destierro para que no nos enviaran a luchar guerras extranjeras a favor de los soviéticos en África y otros lugares. Yo más nunca pude ver a mi madre, más nunca pude ver a mi abuelita, más nunca pude ver a un hermano que falleció allá, y estuve 55 años separado de otros dos hermanos”, contó.
A los 15 años, cuando era aún un niño, Sánchez se sumó a la organización militar anticastrista Alpha 66, que en esa época defendía la vía armada como forma de derrocar al régimen comunista instaurado en 1959 por Fidel Castro, y fue parte de la misma durante dos o tres años. “Desde entonces he estado luchando, tratando de que mi patria sea libre”, dijo.
“He estado detenido diez veces por mi lucha, por el activismo mío, y una vez cumplí cuatro años y medio por no hablar ante un gran jurado que investigaba un atentado a Fidel Castro cuando vino a Naciones Unidas (en 1979). Pero nunca fui encausado por eso, y mucho menos encontrado culpable”, aclaró.
Sánchez fue sentenciado por desacato penal y permaneció privado de libertad desde 1982 hasta 1986. En ese momento se investigaba al grupo terrorista Omega 7, liderado por el anticastrista cubano Eduardo Arocena, organización a la que se le atribuyen unos 30 atentados con bombas, dos asesinatos y otra serie de hechos violentos, pero a la que Sánchez asegura no haber pertenecido nunca.
“Yo me negué a hablar ante el gran jurado, no porque tuviera o no información, sino porque se estaba utilizando el gran jurado como mecanismo para demostrar a la dictadura que el gobierno de Estados Unidos -dirigido entonces por el republicano Ronald Reagan- estaba haciendo todo lo posible por neutralizarnos a nosotros”, dijo.
Tras salir de prisión, Ramón Saúl Sánchez se convirtió en un portavoz de la lucha cívica no violenta como alternativa para defender la libertad de Cuba, algo que le valió fuertes críticas al inicio, hasta que, poco a poco, logró ganar el respeto de muchos exiliados.
“Hemos organizado las Flotillas Democracia. Hemos hecho huelgas de hambre por los balseros cubanos, huelgas de hambre cuando nos confiscan los barcos, huelgas de hambre en frente de la sección de intereses (del régimen) para que no pidieran visa a los cubanos para regresar a su propio país, como si fueran extranjeros, y ahora todo eso viene como un bumerán en mi contra”.
De acuerdo con el activista, en su documento de deportación consta que ha sido su activismo lo que le ha impedido acceder a la residencia, pues las autoridades entienden que ha perjudicado las relaciones internacionales de Estados Unidos. “Ese es el meollo de todo, las relaciones con una dictadura que quiere destruir este país, que ha destruido el pueblo de Cuba y que, desgraciadamente, ha durado 64 años”.
No obstante, afirmó que no está nervioso con lo que pudiera pasar el próximo 27 de julio. “No estoy nervioso, pero sí me duele, porque amo a este país. He estado mi vida entera en este país. Trabajando. Desde que tengo 12 años, yo trabajo, desde que llegué aquí. Y siempre pago mis impuestos. Y no he colectado ni una sola vez. Y eso lo digo con respeto a quien lo haya hecho, porque es un derecho que uno tiene”.
Desde hace 25 años, Sánchez trabaja en una organización no lucrativa que construye y mantiene edificios de bajos ingresos. “Administro los edificios y los pinto si hace falta. Estoy de guardia todos los días, si algo pasa, si alguien se traba en el elevador, si hay algún problema, tengo que correr a resolverlo, y lo hago con mucho gusto, feliz de que tengo trabajo”.
El líder de Movimiento Democracia dijo que siente gratitud hacia Estados Unidos por haber acogido al pueblo que ama, a su familia y a él, pero reconoció que todo lo que está pasando le entristece, sobre todo, “que utilicen el vocablo terrorista en mi contra”.
“Dicen que soy terrorista porque comencé mi lucha en Alpha 66, cuando yo tenía 15 o 16 años, por dos años, tres años... Ya hace bastante, ya tengo 68. Y Alpha 66 no era un grupo terrorista, ni lo es. Nunca hizo ningún acto de terrorismo aquí. Luchaba y creía en la lucha armada hacia Cuba, es verdad, pero es injusto llamar a Alpha 66 terrorista, y es injusto decir que porque yo estuve en Alpha 66 es una razón para deportarme”, consideró.
“También dicen que yo soy terrorista porque era miembro de Omega 7, pero el fiscal que dedicó su vida a tratar de meternos a la cárcel a todos nosotros, el señor Rudolph Giuliani (Fiscal General Adjunto de Estados Unidos entre 1981 y 1983 y hoy uno de los abogados del expresidente Donald Trump), dijo claramente en mi sentencia que yo no era miembro de Omega 7, porque yo no era miembro de Omega 7. Lo que al final cuenta es que yo nunca he sido acusado de terrorismo, y nunca he sido condenado por terrorismo”, recalcó.
La vigilia de este miércoles en el Versailles se extendió durante varias horas, desde las 5 de la tarde hasta poco antes de anochecer, y reunió a unos veinte o treinta activistas y amigos de Ramón Saúl Sánchez. Ariel Góngora, delegado del Movimiento Democracia y del Movimiento de Opositores por una Nueva República, dijo a Martí Noticias que su intención era “demostrar que una deportación a Saúl Sánchez es igual a una muerte”.
“Deportarlo a Cuba, sabemos que es una muerte segura, porque si no lo mata la dictadura, él va a hacer seguro una huelga y va a terminar su vida. Entonces confiamos en las cortes americanas, que se haga justicia y valoren la posición de Saúl Sánchez, que esta es su patria”.
Otra participante, quien prefirió identificarse con el nombre de su usuario en Twitter, @AnnLilacE, contó que Sánchez primero es su amigo, y para ella es importante que permanezca en Estados Unidos porque se siente muy segura cerca de él, pero también señaló que percibe “una contradicción muy grande” en el tratamiento que ha recibido por el sistema.
“Lo que está pasando con Saúl es la negación del exilio cubano. Si hay una persona que merece la protección del gobierno de los Estados Unidos y acceder por una vía expedita a la ciudadanía, o la residencia, es Ramón Saúl Sánchez, quien además ha sido blanco de la propaganda del régimen cubano, que no esconde las intenciones de castigarlo”, dijo.
Durante la manifestación, Sánchez dejó un mensaje para los presentes, con la expectativa que lo multiplicaran:
“Yo quiero hacer una petición: si a mí me llegan a deportar, si la orden viene del juez que no tengo derecho ni a residencia ni a protección contra la tortura, ni a asilo político, yo quiero irme de aquí con el mismo amor y la misma imagen que he tenido de este país en los 56 años que he vivido aquí. Yo no quiero que pase nada que empañe a este exilio cubano que ha llevado la daga clavada en el corazón, pero lo ha hecho con dignidad, y a pesar de cuantos epítetos han querido colocarnos, la realidad es que somos las víctimas de una tiranía”.
Ante la pregunta de una de las asistentes sobre la posibilidad de responder con protestas pacíficas a la deportación, Ramón Saúl Sánchez respondió que sí, e insistió en que no desea la violencia. “Nada de violencia. Nunca. Nunca. Yo quiero poder mirar hacia atrás y sentir ese orgullo que he sentido desde aquella vez que empezamos a decirle a los cubanos, hace 40 años casi, que hay una alternativa a la violencia, y es la lucha cívica no violenta”.
“Les ruego, les pido, que con esto que pueda pasar se siembre más profundamente la concepción de utilizar el arma más poderosa que hay en la faz de la tierra, que no son cañones, ni es dinamita, ni son fusiles, es la dignidad humana. Contra esa, no puede ningún ejército. Si nosotros sembramos eso, somos libres”, concluyó.