El músico Abel González Lescay, sancionado a 5 años de limitaciones libertad por su participación en la protestas del 11 de julio de 2021 en Cuba, dijo en declaraciones a Radio Televisión Martí que ser censurado lo coloca "en otro lugar de la cultura".
Lescay se graduó de piano en la Escuela Nacional de Arte en La Habana y antes de las protestas del 11 de julio de 2021 se encontraba estudiando el segundo año en la carrera de Composición en el Instituto Superior de Arte (ISA), ubicado también en la capital cubana.
El joven fue expulsado del centro de altos estudios por su participación en las protestas masivas. En marzo de este año fue sentenciado en primera instancia a seis años de prisión por ofender a un policía durante el levantamiento popular, pero esta decisión fue modificada luego de celebrarse en junio la audiencia de casación, que dejó su condena en 5 años de limitación de libertad.
Sin embargo, a pesar del impedimento de continuar sus estudios, el joven aseguró que gracias a ello ha encontrado "otro lado del arte que desconocía".
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"Tener ese camino cerrado es una cosa que me ha permitido hacer cosas independientes con gente que no le debe nada a la institución cubana", subrayó el artista.
El disco Grillos, un proyecto que Lescay ha promocionado en las redes y que se ha hecho posible gracias a las colaboración económica de muchas personas, acaba de ser grabado en Guanabacoa, en el estudio del productor musical David de Omni.
Sobre su baja en la escuela, González Lescay aseguró no perder demasiado y afirmó que continuaría su preparación de manera independiente.
"No pierdo mucho más que un albergue", condenó el artista en sus redes sociales al enterarse de la noticia.
Para él, la limitación de libertad impuesta por los tribunales cubanos es totalmente injusta: "No puedo salir de mi casa por 5 años y o sea esta sanción me va a permitir estudiar, pero me sacaron de la escuela".
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Grupos de derechos humanos han denunciado que al joven artista "lo sacaron de su casa desnudo, lo humillaron y lo golpearon" por participar en la protesta.
El también poeta dio testimonio de estos abusos que ocurrieron a partir de las 6 de la mañana del 12 de julio:
"El señor policía, con el número de identificación 31033, me cogió por el pelo, así, desnudo, yo estaba completamente desnudo. Me puso las esposas y me bajó por la escalera. Me sacó de mi casa, encuero, y me montó en la patrulla, donde estaba otra persona que habían recogido antes. Así desnudo me llevaron desde Bejucal hasta San José de las Lajas. Estamos hablando de más de veinte kilómetros. Esa gente me llevó hasta allá. La patrulla parqueó en un lugar que le dicen El Técnico. Yo creo que tiene que ver algo con la Seguridad del Estado. Es como una estación de policía con un calabozo preparado para que te sientas mal y hables. Es muy común que la gente espere el juicio ahí. Ahí apareció un bulto de mayores y de gente con cargos. Yo estaba metido adentro de la patrulla con el otro señor que tenía las manos moradas por las esposas. Se le estaba trancando la circulación. Me quejé mucho por eso. Esa gente no hizo ningún caso. Me alteré y empecé a gritarle a esa gente que aquello era un secuestro. Porque era un secuestro. —¡Me sacaron de mi casa desnudo! ¡Sin una orden! ¡Tienen que sacarme de aquí! ¡Esto es un secuestro! –les gritaba. Ellos se reían.Los mayores y toda esa gente se reían. Y yo allí desnudo (...) El mismo oficial (nuestro 31033) me cogió por el pelo y me arrastró hacia afuera de la patrulla. Me sacó por los pelos. Repito: estaba desnudo completamente. Todo eso fue delante de los mayores. Realmente no retuve bien qué cargos tenían, pero el que recuerdo tenía una estrella. Los otros no sé. Era gente con cargos. Yo suponía que delante de esa gente él no me iba a tratar tan mal como lo hizo en mi casa, porque eso es ilegal, pero fue todo lo contrario. 31033 sacó la tonfa. Yo desnudo. Me cogió por el pelo y empezó a empujarme. Me metió por el pasillo de ese lugar. Delante de todos los policías y los mayores, el tipo empezó a darme por las nalgas. Durísimo. Cinco tonfazos mientras me empujaba por el pasillo. Todos lo vieron, y los que iban delante dándome la espalda, lo oyeron, porque él gritaba: “¡Vamos, camina!”, y cosas así. “Esta gente se está cag**do en todo”, me dije en ese momento. Los mayores lo autorizaron, no me quedan dudas"
(Con reporte de Ivette Pacheco para Radio Martí)