Ha sido durante décadas referencia para los medios de prensa hispanoparlantes en Estados Unidos cuando del tema Cuba se trata, y no por gusto, porque conversar con José Azel es como vivir una historia en lugar de conocerla porque alguien te la cuente.
Ha dedicado gran parte de su vida a la docencia. Fue profesor adjunto de Negocios Internacionales de la Escuela de Administración de Empresas de la Universidad de Miami y catedrático del Instituto de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos (ICCAS) de la referida casa de altos estudios.
Hoy, en la comodidad y apacibilidad de su apartamento con vista al mar, en el noreste de Miami, donde se funden la espiritualidad y la creatividad, reflexiona y escribe. Es autor de los libros Mañana en Cuba, Pedazos y Vacíos, Reflexiones sobre la libertad, y Libertad para Novatos, entre otras obras y ensayos.
Azel toma con recelo que miles de cubanos se han marchado de la isla en los últimos tiempos por vías diferentes. Se acaricia su barba rala como quien busca el análisis profundo y luego se pronuncia sobre el tema.
“Vemos un éxodo que continúa basado en unas condiciones sociopolíticas inaceptables. Sin embargo, me molesta algo. La inmensa mayoría expresa que sale de Cuba por la falta de alimentos y demás. No escucho a nadie que sale de Cuba por la falta de libertad, y eso, como académico, me preocupa, que una nueva generación se manifiesta sin ese amor a la libertad, quizá porque no la conoció nunca y eso, precisamente, marca la diferencia entre los diferentes períodos de éxodos desde Cuba”, dijo el catedrático, que ostenta una maestría en Administración de Empresas y un doctorado en Relaciones Internacionales de la Universidad de Miami.
La conversación prosigue con fluidez, un café por medio sirve de transición para cambiar de tema.
La Cumbre de las Américas, prevista para los próximos días en Los Ángeles, está a las puertas. Cuba Nicaragua y Venezuela no han sido invitadas. Y conozco que Ud. no cree mucho en estos foros. ¿Por qué?
“Yo veo estas reuniones y esas organizaciones, como la Organización de los Estados Americanos, totalmente inútiles. Para mí no tienen ninguna relevancia en el mundo real. De ahí no sale nada práctico, ni nada importante, para el desarrollo económico de los países participantes”, contestó Azel, que con 13 años formó parte de aquel éxodo de más de 14.000 niños cubanos enviados solos a Estados Unidos, entre 1960 y 1962, y que se conoce como la operación Pedro Pan.
Entre sus especialidades figura el análisis a profundidad de temas económicos, sociales y políticos cubanos, con especial énfasis en las estrategias a seguir en la Cuba del mañana. Sin embargo, manifiesta preocupación por el futuro de su país de nacimiento y por una ciudadanía, en su opinión, carente de valores cívicos.
“Los fundadores de Estados Unidos hablaban constantemente de las virtudes ciudadanas que eran necesarias, imprescindibles. No veo esas virtudes ciudadanas en el pueblo de Cuba y eso me preocupa, porque aun si se da el cambio de sistema de gobierno, es la ciudadanía la que tiene que mantener y dirigir el país hacia una economía de mercado, y hacia una democracia, y no solo dirigirla, sino sostenerla. Nuestra historia nos ha enseñado que somos bastante ineptos políticamente. No hemos sabido correctamente defender la república y las libertades individuales”, consideró.
En su análisis, concluye que existe una tendencia hacia el colectivismo, y no a los valores individuales de la persona. “Entonces el futuro de Cuba sería colectivista, tal vez no socialista, pero sí colectivista”, apuntó.
Hoy, sobre el régimen de Cuba pesan más de 200 sanciones de carácter económicas impuestas por el gobierno estadounidense, sumadas a un embargo de más de 60 años. En su opinión, las sanciones son efectivas en dependencia del objetivo, como en el caso de África del Sur, que derivaron en un cambio.
“En el caso de Cuba, no han tenido ningún éxito desde el punto de vista de llevar un cambio a la isla. Ahora bien, si el objetivo es limitar los recursos económicos de ese gobierno que puede utilizarlos para el mal, pues ha tenido gran éxito limitando los recursos económicos accesibles al gobierno”, comentó el analista, nacido en La Habana en 1948 y que se considera defensor del liberalismo clásico.
A punto de cumplirse un año de las manifestaciones del 11 de julio de 2021, tachadas por algunos observadores como el despertar de una población hastiada de la escasez, tormentos ocasionados por una pandemia que aún hace estragos, gente que se tiró a la calle a gritar libertad. Sin embargo, Azel reconoce que una repetición de aquella inédita jornada es casi improbable, dada la respuesta de la dictadura, que ha aplicado una represión judicial desmedida en contra de los manifestantes.
“Eso hace muy difícil que se repita. Como analista político, veo los cambios que pueden suceder de afuera hacia dentro, de abajo hacia arriba o de arriba hacia abajo. En el caso de Cuba, no veo cambio de afuera hacia adentro, una invasión o algo así. De abajo hacia arriba, un cambio que se origine en la población, lo veo difícil. La mejor expectativa sería de arriba hacia abajo, un cambio que se origine en la jefatura del gobierno, y habría que ver el tipo de cambio y hacia qué conduce ese cambio. Sospecho que, por esa ineptitud política, terminaríamos quizá con una dictadura militar clásica de Latinoamérica, no necesariamente socialista, y no necesariamente con una economía de mercado”, concluyó el analista.