El analista de asuntos latinoamericanos José Cárdenas señala en la revista Foreign Policy que la referencia del Presidente Donald Trump en su discurso sobre el Estado de la Unión, y la búsqueda de apoyo latinoamericano para medidas más duras contra Venezuela por parte del Secretario de Estado Rex Tillerson, en su primer viaje a la región, indican claramente una intención de incrementar la presión diplomática y económica sobre el régimen autoritario de Nicolás Maduro en Venezuela.
“No hay alternativa”, dice el autor y recuerda que la intransigencia del régimen de Maduro, su destrucción sistemática de la democracia y su épica negligencia económica están creando no sólo una pesadilla humanitaria dentro de Venezuela, sino una crisis migratoria que amenaza la estabilidad de sus vecinos, incluidas Colombia y las islas caribeñas aledañas.
Pero Cárdenas, quien desde sus inicios en Washington ha estudiado al régimen de los hermanos Castro, estima que la administración Trump no debe desligar a Venezuela de Cuba en su estrategia, pues “no habrá solución en Venezuela si no se aborda la perniciosa influencia del régimen castrista en cuanto a fortalecer el poder de Maduro y erradicar cualquier oposición interna a la ruptura del orden democrático”.
El articulista menciona la “total” penetración de Venezuela por agentes de inteligencia y asesores militares cubanos, cuya cifra puede oscilar entre cientos y miles según un informe del Instituto Brookings, o sumar alrededor de 15.000, un cálculo presentado por el secretario general de la OEA, Luis Almagro, quien lo ha comparado con “un ejército de ocupación”.
Agrega que la descarada estrategia de supervivencia en el poder de Maduro está sacada del manual de jugadas de los Castro: más represión para mantener el control y puente de plata a los descontentos.
Cárdenas sugiere que, además de aplicar el embargo y mantener una representación diplomática mínima en La Habana, la administración Trump puede adoptar varias medidas más que hagan pagar a La Habana un precio elevado por su responsabilidad en la destrucción de Venezuela:
•Suspender los grupos de trabajo entre los Estados Unidos y Cuba establecidos por la administración Obama, especialmente sobre asuntos policiales y de aplicación de la ley que implican intercambios de inteligencia en temas de terrorismo, narcóticos y otras actividades delictivas. El autor considera que estas reuniones son incongruentes y sirven a Raúl Castro para barnizarse de legitimidad.
•Ampliar las investigaciones de EE.UU. sobre el narcotráfico en Venezuela a los funcionarios cubanos estacionados allí. La íntima relación entre los gobiernos de Cuba y Venezuela desafía, a su juicio, la noción de que no sean cómplices algunos enviados cubanos.
•Oponerse a la participación de Cuba en la VIII Cumbre de las Américas, a celebrarse el 13 y 14 de abril en Lima, Perú. Aunque no se ha hablado de una participación de Cuba, Castro asistió a la Cumbre de 2015 en Panamá con la aquiescencia de la administración Obama. El articulista opina que Estados Unidos debería oponerse firmemente esta vez, considerando la acción destructiva de Cuba en Venezuela.
•Sancionar a cubanos que operan en Venezuela, del mismo modo que se ha hecho con decenas de funcionarios venezolanos involucrados en el narcotráfico, atentados contra la democracia y violaciones de derechos humanos. Aunque a los cubanos probablemente no se les podrán congelar activos en EE.UU. o retirarles visas de este país, el analista sugiere que las sanciones se enfoquen en sus negocios con entidades que tienen contacto con el sistema financiero estadounidense. Resalta en ese sentido el poder sicológico de que aparezcan con sus nombres y apellidos como sancionados por EE.UU.
•Reactivar el título IV de la Ley de Solidaridad Democrática de 1996 (Libertad, o Helms-Burton) que ordena negar visas estadounidenses a extranjeros que lucren con propiedades confiscadas en Cuba y hayan sido reclamadas por ciudadanos de EE.UU. El columnista de Foreign Policy observa que, en 22 años, esta disposición sólo se ha aplicado un puñado de veces, mientras que una observancia sistemática podría afectar los esfuerzos del régimen de Castro para atraer inversión extranjera al turismo, gallina de los huevos de oro de los militares cubanos.
•Retornar a Cuba a la lista de Estados Patrocinadores del Terrorismo del Departamento de Estado, "de donde la sacó la administración Obama con fines políticos en 2015, sin ninguna evidencia de que el régimen castrista se hubiese enmendado, sino todo lo contrario".
Para terminar, José Cárdenas anticipa en Foreign Policy que siempre habrá quienes digan que Estados Unidos no tiene autoridad moral para adoptar medidas que eviten la destrucción de Venezuela, “pero es muy probable que no muchos residan allí”.
[Reseñado por Rolando Cartaya a partir de un artículo de Foreign Policy]
En el programa Cuba al Día de Radio Martí el ex gerente de PDVSA Horacio Medina ofreció una valoración de la crisis en la industria petrolera venezolana, que produce actualmente 1,640.000 barriles diarios, la mitad de lo que producía hace 20 años.
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