La Corte Suprema de los Estados Unidos dictaminó que Argentina tenía que pagar el monto completo de su deuda a sus acreedores.
Hace 100 años, Argentina tenía una de las siete mayores economías del mundo. En los años después de la Segunda Guerra Mundial, el país tenía tanto oro que había lingotes del preciado metal almacenado en los pasillos del Banco de la Nación. Eso fue hace muchos años.
Hoy día, una nación inmensamente rica en recursos naturales tiene una de las economías más inestables del hemisferio. Esto último comenzó durante el gobierno del General Juan Domingo Perón, quien dejó a Evita, su esposa, a cargo de los programas sociales de la nación.
Los descamisados adoraban a Evita. La consideraban una santa. Ella le quitaba el dinero a los ricos para repartirlo entre los pobres. Lo hizo tan bien, que Argentina paso de ser un país rico a una nación que no podía pagar su deuda internacional.
A principios de la década de los 70, ya con los militares en el poder, la inflación galopante comenzó a afectar la finanza de todos los argentinos. Recuerdo que el la bodega el precio de la carne lo ponían en una pizarra, escrito con tizas, para borrar y subir el precio varias veces al día.
Por décadas los argentinos han tenido que enfrentarse a la hiperinflación. Es un mal recurrente en el país cuyos gobernantes insisten en gastar más dinero del que tienen en el presupuesto. Imprimen billetes y le quitan ceros. Un billete de mil pesos hoy es igual a uno de 10 mañana. Este es el peligro que corren los países que ignoran lo que deben a sus acreedores en el mundo.
Hoy Cristina Fernández de Kirchner, una peronista, es presidente y una vez más los gobernantes tratan de mantener la débil economía a flote. El lunes pasado, 24 horas antes de que la presidenta tuviera que operarse de un hematoma en el cerebro, la Corte Suprema de los Estados Unidos dictaminó que Argentina tenía que pagar el monto completo de su deuda a sus acreedores.
En este caso eso equivaldría a pagar mil cuatrocientos millones de dólares. Fernández insiste en que la deuda Argentina se va a pagar como la ha hecho en el pasado – el 30% de monto de la misma. Así lo ha hecho ya dos veces en lo que va de siglo.
Los galenos que operaron a la presidenta dicen la operación de dos horas de duración había tenido éxito. Aún así, la BBC de Londres dijo que Fernández tendría que pasarse 48 horas en la sala de cuidados intensivos del hospital y después pasarse una semana en una habitación privada en el mismo centro médico.
Antes de la operación, los médicos habían dicho que la presidenta tendría que estar en reposo absoluto por un mes. Ahora dicen que puede necesitar más tiempo de reposo.
Eso significa que Fernández no podrá hacer campaña para los candidatos de su partido en los comicios de 27 de octubre. Es posible – y algunos analistas dicen que probable – que los peronistas pierdan la endeble mayoría que tienen en el congreso. Y mientras la presidenta esté de reposo su cargo lo ocupara el vicepresidente Amado Boudou. Eso es lo que dice la constitución argentina. El único problema es que Boudou esta siendo investigado por cargos de corrupción.
Todo esto transcurre en un momento crítico para el país, para los argentinos y para los inversionistas que han puesto su dinero en bonos argentinos. La agencia de análisis financiero Moody’s dice que los bonos argentinos hasta hace poco estaban clasificados como bonos B3, o sea que tienen un riesgo seis veces mayor que los bonos de los países que pagan sus deudas a tiempo. En marzo fueron devaluados nuevamente a la categoría Caa1, a la par con la clasificación de Cuba y Belice.
Moody’s explicó que hacía esto para contrarrestar el peligro que el país no pague su deuda. La prima de estos bonos a cinco años son las más altas del mundo.
Este problema no es nuevo para el país sudamericano. Hace cuatro décadas que distintos gobiernos tratan de resolver el problema, o por lo menos distraer a puedo argentino. En 1980, el gobierno militar invadió las Islas Malvinas, alegando que las mismas pertenecían a Argentina. Los ingleses, que llaman al mismo territorio Falkland Islands reaccionó fuertemente y en un breve conflicto bélico derrotó a las tropas argentinas.
Los militares argentinos había utilizado la invasión para crecer el patriotismo del pueblo y hacerlos olvidar de la crisis económica que afectaba al país. La intentona de los militares fracasó, como han fracasado muchas otras ideas que han tratado de imponer los distintos gobiernos en el país.
Es muy triste ver a los países pobres pasar por esta miseria. Pero es inaceptable que esto ocurra en un país rico donde los gobernantes llevan al país al borde de la quiebra.
La lección es obvia. Los países ricos que no quieren pasar por los misma miseria tienen que tomar las riendas de la economía y asegurarse que no van a gastar más dinero del que tienen.
Hay que entender que Argentina era un país rico. La posibilidad de que lo ocurrido en dicha nación se repita en Estados Unidos es remota. Pero no debemos de olvidar que en su momento, Argentina tenía una de las siete economías más ricas del planeta.
Guillermo I. Martínez reside en el sur de la Florida. Su dirección electrónica es: Guimar123@gmail.com.
Hoy día, una nación inmensamente rica en recursos naturales tiene una de las economías más inestables del hemisferio. Esto último comenzó durante el gobierno del General Juan Domingo Perón, quien dejó a Evita, su esposa, a cargo de los programas sociales de la nación.
Los descamisados adoraban a Evita. La consideraban una santa. Ella le quitaba el dinero a los ricos para repartirlo entre los pobres. Lo hizo tan bien, que Argentina paso de ser un país rico a una nación que no podía pagar su deuda internacional.
A principios de la década de los 70, ya con los militares en el poder, la inflación galopante comenzó a afectar la finanza de todos los argentinos. Recuerdo que el la bodega el precio de la carne lo ponían en una pizarra, escrito con tizas, para borrar y subir el precio varias veces al día.
Por décadas los argentinos han tenido que enfrentarse a la hiperinflación. Es un mal recurrente en el país cuyos gobernantes insisten en gastar más dinero del que tienen en el presupuesto. Imprimen billetes y le quitan ceros. Un billete de mil pesos hoy es igual a uno de 10 mañana. Este es el peligro que corren los países que ignoran lo que deben a sus acreedores en el mundo.
Hoy Cristina Fernández de Kirchner, una peronista, es presidente y una vez más los gobernantes tratan de mantener la débil economía a flote. El lunes pasado, 24 horas antes de que la presidenta tuviera que operarse de un hematoma en el cerebro, la Corte Suprema de los Estados Unidos dictaminó que Argentina tenía que pagar el monto completo de su deuda a sus acreedores.
En este caso eso equivaldría a pagar mil cuatrocientos millones de dólares. Fernández insiste en que la deuda Argentina se va a pagar como la ha hecho en el pasado – el 30% de monto de la misma. Así lo ha hecho ya dos veces en lo que va de siglo.
Los galenos que operaron a la presidenta dicen la operación de dos horas de duración había tenido éxito. Aún así, la BBC de Londres dijo que Fernández tendría que pasarse 48 horas en la sala de cuidados intensivos del hospital y después pasarse una semana en una habitación privada en el mismo centro médico.
Antes de la operación, los médicos habían dicho que la presidenta tendría que estar en reposo absoluto por un mes. Ahora dicen que puede necesitar más tiempo de reposo.
Eso significa que Fernández no podrá hacer campaña para los candidatos de su partido en los comicios de 27 de octubre. Es posible – y algunos analistas dicen que probable – que los peronistas pierdan la endeble mayoría que tienen en el congreso. Y mientras la presidenta esté de reposo su cargo lo ocupara el vicepresidente Amado Boudou. Eso es lo que dice la constitución argentina. El único problema es que Boudou esta siendo investigado por cargos de corrupción.
Todo esto transcurre en un momento crítico para el país, para los argentinos y para los inversionistas que han puesto su dinero en bonos argentinos. La agencia de análisis financiero Moody’s dice que los bonos argentinos hasta hace poco estaban clasificados como bonos B3, o sea que tienen un riesgo seis veces mayor que los bonos de los países que pagan sus deudas a tiempo. En marzo fueron devaluados nuevamente a la categoría Caa1, a la par con la clasificación de Cuba y Belice.
Moody’s explicó que hacía esto para contrarrestar el peligro que el país no pague su deuda. La prima de estos bonos a cinco años son las más altas del mundo.
Este problema no es nuevo para el país sudamericano. Hace cuatro décadas que distintos gobiernos tratan de resolver el problema, o por lo menos distraer a puedo argentino. En 1980, el gobierno militar invadió las Islas Malvinas, alegando que las mismas pertenecían a Argentina. Los ingleses, que llaman al mismo territorio Falkland Islands reaccionó fuertemente y en un breve conflicto bélico derrotó a las tropas argentinas.
Los militares argentinos había utilizado la invasión para crecer el patriotismo del pueblo y hacerlos olvidar de la crisis económica que afectaba al país. La intentona de los militares fracasó, como han fracasado muchas otras ideas que han tratado de imponer los distintos gobiernos en el país.
Es muy triste ver a los países pobres pasar por esta miseria. Pero es inaceptable que esto ocurra en un país rico donde los gobernantes llevan al país al borde de la quiebra.
La lección es obvia. Los países ricos que no quieren pasar por los misma miseria tienen que tomar las riendas de la economía y asegurarse que no van a gastar más dinero del que tienen.
Hay que entender que Argentina era un país rico. La posibilidad de que lo ocurrido en dicha nación se repita en Estados Unidos es remota. Pero no debemos de olvidar que en su momento, Argentina tenía una de las siete economías más ricas del planeta.
Guillermo I. Martínez reside en el sur de la Florida. Su dirección electrónica es: Guimar123@gmail.com.