Ariel dejó la cárcel, pero la injusticia no se borra

Entre sus proyectos para mejorar los rendimientos agrícolas en el Valle de Viñales, el acosado biólogo cubano Ariel Ruiz Urquiola ha plantado en su finca café con sombra de cacao.

Aunque ahora disfruta de cierta “libertad”, sabe bien que eso no significa que puede actuar con independencia, como un ciudadano libre.

LA HABANA, Cuba.- Ariel ya no está en la cárcel, pero eso no borra la injusticia, los días de encierro, su vida en riesgo tras negarse a ingerir alimentos. Ariel ya no es alimentado por vía parenteral, pero eso no es mérito del Departamento 21 de la Seguridad del Estado, ese brazo armado del gobierno que reprime a los opositores y se ocupa en crear procesos abusivos, protegidos por el Código Penal, contra los cubanos que hacen la crítica al gobierno.

Y ese poder infame estuvo a punto de arrebatar la vida de Ariel, un hombre bueno, un científico que, estoy seguro, no dejará de luchar, desde su ética y su vergüenza contra el poder omnímodo de un sistema que no deja resquicios a la disensión. Ariel seguirá luchando desde su ética y su vergüenza, y con ellas mostrará al mundo la realidad de los cubanos, la manera en que sobrevivimos.

Los sicarios, sin dudas, lo seguirán vigilando, esperando el momento preciso para cobrarle su osadía, la de enfrentarlos sin miedo. Ariel Ruiz fue enviado a prisión después que se le acercaran ciertos esbirros disfrazados de funcionarios forestales con la intención de incitarlo a decir sus verdades. Lo “pincharon”, lo hicieron hablar… Hasta su finca, en las alturas de un mogote pinareño, viajaron aquellos sátrapas. Y lo más probable es que quedaran obnubilados con los progresos de esa tierra que cuidaba Ariel, esa en la que quiso poner en prácticas sus estudios ambientales, bien reconocidos por universidades del mundo.

Los sicarios alcanzaron esa altura para caer más bajo que otras veces. Fue allí donde desarrollaron esa estrategia que le habían preparado abajo. Fue allí, en aquella elevación, donde Ariel desplegó su altura moral y los comparó con los esbirros de la dictadura batistiana. Y en ese instante encontraron la justificación para desplegar el acto circense. Ariel fue acusado por “desacato” y expuesto a un “proceso legal” en el que primó la indefensión. La condena ya estaba dictada por el tristemente célebre Departamento 21.

Ellos pusieron en riesgo la vida de este hombre, y aunque ahora disfruta de cierta “libertad”, sabe bien que eso no significa que puede actuar con independencia, como un ciudadano libre. Él sabe bien que esa cúpula de poder actuó veloz para no convertirlo en héroe, como también ahora lo alejan del martirologio ofreciéndole una liberación de mentirita. Esa desalmada cúpula lo deja libre después que Amnistía internacional lo declarara “preso de conciencia”.

Sé que seguiremos contando con él, que su voz volverá a levantarse contra los desmanes de este viejo poder. Ahora que su nombre es más mediático sus palabras serán más temidas. La voz de Ariel seguirá levantada, exigiendo la democracia que todos precisamos.

(Publicado originalmente por Cubanet el 04/07/2018)