El payaso Papeluxo se pinta una nariz roja y una sonrisa y sale a la pista... sin público. Bloqueado en Inglaterra debido al coronavirus, el circo cubano Big Kid sobrevive llevando al ciberespacio aquel dicho de "el espectáculo debe continuar".
Pese a ser chileno, Papeluxo, cuyo verdadero nombre es Italo Magno Franco Sepúlveda, es uno de los 25 artistas que el circo Big Kid trajo en febrero desde Cuba, reclutados en La Habana, Guantánamo o Villa Clara.
Bajo el título "Circus de Cuba" esta "es la primera vez que traemos un espectáculo totalmente cubano", explica orgullosa a la AFP la manager británica Julia Kirilova.
A su llegada "tuvieron dos semanas de ensayos y solo actuaron diez veces", antes de que Londres ordenara cancelar todos los espectáculos en marzo, lamenta.
Cuba cerró sus fronteras para protegerse del coronavirus y, en plena gira por el noroeste de Inglaterra, se quedaron bloqueados en la pequeña localidad costera de Morecambe.
"Esta situación nos sorprendió a todos, no volvimos a Cuba porque no pensábamos que iba a durar tanto" y "bueno allí nosotros no tenemos trabajo ahora mismo y aquí sí lo teníamos", reconoce Luis Villalón, uno de los acróbatas.
- La playa, "una salvación" -
El espectáculo, un viaje con sabor criollo por la vida de la isla, está compuesto de acróbatas, equilibristas y trapecistas. No hay animales, sí mucha música y baile.
Y esa alegría no se ha perdido pese a que ahora están confinados en sus caravanas, instaladas junto a la gran carpa roja en un parque de Morecambe cerca del mar.
"La moral va bien, siempre tenemos algo que hacer, uno siempre está inventando", dice Luis, que se siente afortunado de poder ir a caminar por una playa que le recuerda a Cuba. "Es una salvación" a pesar del frío, bromea.
Las parejas viven en pequeñas caravanas. Los demás comparten cuarto, de a dos o a tres, en grandes tráilers.
Un juego de béisbol improvisado, una comida compartida, lo importante es "no caer en la monotonía", afirma Villalón. "Todo el mundo aquí es una gran familia".
Los tres hijos de Olimpia, la "ringmaster", son los únicos niños del circos: salen poco y "se les cuida mucho", dice.
- "Nos sentimos con suerte" -
Para mantenerse activos, los artistas siguen ensayando. Aunque con precaución, porque un accidente ahora puede ser muy problemático.
"Los acróbatas cuidamos mucho las lesiones, las caídas, porque sabemos que si pasa algo de eso, que Dios no lo quiera, tenemos que ir al hospital y la situación en los hospitales aquí ahora es más complicada", reconoce Luis, que a sus 28 años lleva seis como profesional.
Pese a las 18.000 libras (22.000 dólares) que costaron sus visas de trabajo, "como no son ciudadanos europeos, ni residentes británicos, no puede beneficiarse de la ayuda" que el gobierno de Boris Johnson ofrece a los empleados desocupados debido al confinamiento, explica Kirilova.
Así que sobreviven haciendo lo que hacen mejor.
Se visten con sus trajes brillantes, se maquillan y van a la carpa vacía a dar saltos mortales o colgarse boca abajo: graban sus espectáculos en vídeo, tres diferentes hasta ahora, y los venden en internet.
Sin embargo, su web, creada hace unas semanas, es aún poco conocida y para salir adelante dependen de la solidaridad local.
Con sus ajustados pantalones de trabajo y el torso al aire, tres de los acróbatas, que apenas hablan unas palabras de inglés, recogen las cajas de plástico repletas de comida que les ha donado un banco de alimentos.
"El pueblo de Morecambe nos ha ayudado mucho", dice Villalón, "estamos muy agradecidos con esta gente, aquí todos los días viene gente y nos deja comida, nos deja ropa, lo que pueden". "Nos sentimos con suerte de tener tanto apoyo".
Debían actuar en el Reino Unido hasta octubre y después viajar con su espectáculo a Malasia.
Pero "ahora que la situación ha cambiado, no estamos seguros", dice Kirilova.