O'Farrill: La conversación entre jazzistas de Cuba y EEUU nunca se detuvo

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Arturo O'Farrill durante una entrevista en New York.

La conversación entre jazzistas cubanos y estadounidenses "no fue detenida por la revolución, por la muerte, por la ideología, por la pobreza, por el comercio. No se detuvo", dice convencido.

A pesar de oponerse al embargo de Estados Unidos a Cuba, el músico estadounidense de origen cubano Arturo O'Farrill asegura que este nunca impidió que los jazzistas cubanos y estadounidenses mantuvieran la conexión espiritual y el trabajo conjunto.

Desde la primera vez que O'Farrill visitó Cuba, en 2002, encontró "maravillosos gulags de jóvenes jazzistas que trabajaron realmente duro para dominar este arte que nosotros pensamos que era nuestro", dice el pianista y compositor en entrevista para NPR.

No obstante, O'Farrill insiste en que el embargo ha privado a los músicos de ambas partes de un diálogo más abierto y, como director de la banda Afro Latin Jazz Orchestra, asegura que los artistas "desesperadamente necesitan una nueva era".

"Creo que cuanto más los músicos cubanos y músicos estadounidenses interactúen, menos de este equilibrio antinatural se mantendrá en pie", agrega.

Arturo O'Farrill es el hijo del reconocido compositor y director de banda cubano Chico O'Farrill, un personaje esencial en el desarrollo del jazz afrocubano.

Su padre estuvo presente cuando el percusionista cubano Chano Pozo compartió escenario con el trompetista estadounidense Dizzy Gillespie, un par de grandes del jazz cuya conexión musical fue el único idioma que necesitaron para entenderse.

Esa conexión inspira constantemente a Arturo O'Farrill, quien grabó su más reciente álbum en la isla, The Conversation Continued (Cuba: La conversación continuada), que incluye a músicos cubanos y estadounidenses.

"Esa conversación inició el descubrimiento de algo que es mucho más profundo que cualquier cosa que ellos se hayan dado cuenta, y es una conversación que no fue detenida por la revolución, por la muerte, por la ideología, por la pobreza, por el comercio. No se detuvo", dice O'Farrill convencido.