En los Balcanes son más los países contentos de la derrota de Croacia en el Mundial

Runner up Croatian national team in Zagreb

Los odios generados en los conflictos armados en la década de 1990 entre las antiguas repúblicas Yugoeslavas todavía persisten.

En el verano de 1988 hice un viaje con mi esposa por la antigua Yugoslavia. Estábamos de vacaciones en la ciudad medieval de Dubrovnik en la costa Dálmata y mi esposa quería visitar Medugorie en las afueras de la ciudad de Mostar, hoy en la república de Bosnia y Hersegovina.

Conocí en mi hotel a un ingeniero bosnio que vivía en Alemania y estaba de visita familiar. Le conté a mi nuevo amigo mi deseo de ir a Medugorie, que quería alquilar un automóvil para hacer el viaje, etc. Después de la sutil danza conversacional común entre personas que hemos vivido bajo el comunismo para determinar “si el otro está claro”, salió que él tenía un auto Peugeot nuevo, que tenía el tiempo y que si yo quería él nos llevaba y yo le pagaba, ayudándolo así a costear su viaje.

Ese viaje se convirtió en un periplo de más de una semana por Yugoslavia y nuestro bosnio resultó ser una magnífica fuente de información sobre la geografía, historia y la bizantina política de los Balcanes.

Salimos de Dubrovnik, estuvimos un día en Split en la costa croata de ahí a Mostar donde visitamos Medugorie y después Sarajevo, sede de los Juegos Olímpicos de Invierno de 1984, esos lugares en Bosnia y Hersegovina. De Sarajevo viajamos a Belgrado, capital de aquella Yugoslavia y hoy de Serbia y de ahí regresamos a Dubrovnik.

En todo el trayecto nuestro guía nos fue ilustrando de las diferencias geográficas, étnicas, políticas y religiosas de las distintas repúblicas y cabalgando sobre todo eso, el terrible odio que se profesaban entre las distintas regiones.

Las grandes diferencias y rencillas tomaron forma al final del Imperio Otomano, fueron “cultivándose” con los siglos, se abrieron e infestaron las heridas en la II Guerra Mundial cuando durante la ocupación alemana los croatas devinieron, al servicio de los Nazis, en los matarifes de sus vecinos. Después de eso Josef Broz, Tito, a corte de hoz y golpe de martillo, mantuvo la “paz” mientras estuvo vivo. En la década de 1990 estalló la Guerra entre regiones y reverdecieron los rencores.

El bosnio nos habló del chauvinismo serbio hacia las otras repúblicas, del deseo de venganza de unos contra otros por injurias y crímenes ancestrales y nos dijo “mi mejor amigo bosnio tiene guardado el sable de su bisabuelo quien fue asesinado por un croata y está esperando el día propicio para vengar a su antepasado despachando a descendientes del asesino con el sable de su bisabuelo. Dice que le preguntó porque seguía con eso y su amigo le dijo: es la encomienda que me dejó mi padre”.

El hecho de que Croacia haya llegado a los finales del Mundial es motivo de envidia, rechazo y encendidas manifestaciones nacionalistas de sus vecinos que evocan los tiempos de Guerra.

La Associated Press entrevistó a Draza Petrovic, editor del diario Danas de Serbia. Petrovic comentó: “En general, el Mundial es un suceso alegre, pero nosotros en los Balcanes logramos de algún modo que incluso patear una pelota se convierta en un choque”.

Petrovic comentó que la rivalidad deportiva es también intensa entre las naciones balcánicas, pese a que todas fueron parte de Yugoslavia. Cuenta que también en aquella época era raro que los serbios apoyaran equipos croatas y viceversa. Sin Embargo añadió “La fragmentación sangrienta de la federación yugoslava convirtió la rivalidad deportiva en algo más”. “Las guerras ocurrieron no hace mucho tiempo, así que la gente no solo ve esto como un deporte”, indicó, en referencia al conflicto que partió en 6 pedazos la Antigua Yugoslavia. En la citada Guerra perecieron más de 100,000 personas.

Han pasado casi tres décadas y todavía existen profundos odios y numerosos problemas sin resolver que siguen plagando las relaciones entre las antiguas repúblicas yugoslavas. Cada país se apega a su versión de lo ocurrido, tanto en la reciente guerra como en las antiguas y se dice ser la víctima.

El presidente serbio Aleksandar Vuci declaró públicamente su preferencia porque Rusia, su aliada, derrotara a Croacia en los Cuartos de Final y el canciller apoyó abiertamente a Inglaterra en la Semifinal.

Incluso el popular tenista Novak Djokovic fue atacado duramente por un congresista nacionalista después que declaró que quería que Croacia ganara. Djokovic ha sido criticado por el público serbio en las redes sociales.

“Esas divisiones son muy malas, particularmente si las alimentan los medios estatales y los funcionarios destacados, incluido el presidente”, comentó Petrovic.

Runner up Croatian national team in Zagreb

Sin embargo, algunos no estaban en contra de Croacia. En Montenegro, las divisiones nacionales sobre la lealtad del país a Serbia, su vecina eslava, Cristiana y ortodoxa se reflejó en el apoyo de algunos a Croacia. Pero en la mayoría de los montegrinos priman las divisiones ancestrales. “No hay forma de que yo pueda irles a los croatas porque son nuestros enemigos” manifestó Milan Bulatovic, de Podgorica, la capital montenegrina.

En occidente, sobre todo en América, muchos veían con simpatía un triunfo de Croacia siendo el pequeño país contra el Goliat francés. Pero sus vecinos, que lo conocen mejor, no pensaban igual.