Gabriela Zapata, la expareja del presidente boliviano, Evo Morales, fue condenada a 10 años de cárcel por enriquecimiento ilícito, un caso que afectó los planes de reelección del gobernante pero que no lo implicó judicialmente, pese a que sí cayeron algunos funcionarios del gobierno.
Un tribunal de La Paz dictaminó sentencia contra la exgerente de la empresa china CAMC, de 31 años, tras más de un año de tortuoso proceso, por los delitos de legitimación de ganancias, contribuciones y ventajas ilegítimas, asociación delictiva, falsedad material y uso de instrumento falsificado.
Otros cuatro funcionarios públicos también fueron sentenciados a penas menores por complicidad. En sus descargos, dos de ellos aseguraron haberla ayudado en sus gestiones por instrucciones del ministerio de la Presidencia, en ese entonces liderado por Juan Ramón Quintana, quien desde el lunes es el embajador de Bolivia en Cuba.
El fiscal encargado del caso, Edwin Blanco, explicó que se aplicó "la máxima condena de privación de libertad en el marco de un juicio oral (...) desarrollado en tiempo récord desde el 17 de marzo".
A la expareja de Morales aún le espera otro juicio por el caso de un supuesto hijo que aseguró haber tenido con el mandatario.
Según el fiscal, la base de la acusación se probó debido a "los millonarios depósitos en las cuentas de Zapata y los pagos en efectivo que realizó la acusada para comprar bienes inmuebles, autos y empresas, entre otras propiedades".
La mujer escuchó la lectura de la acusación y de la sentencia en medio de sollozos, tras haber proclamado previamente su inocencia y reclamar que no se le permitió acreditar las pruebas necesarias sobre el origen de su fortuna.
"Que sean probos y que actúen con la mayor transparencia posible", señaló Zapata, con la voz entrecortada.
La expareja de Morales ocupó el cargo de gerente en la empresa china CAMC, que se adjudicó contratos por unos 500 millones de dólares por diferentes obras hidroeléctricas, en caminos y en provisión de equipos para el Estado, que según la oposición era la punta del ovillo del tráfico de influencias que involucraba al mismísimo presidente Morales.
Las revelaciones de la relación entre Zapata y el presidente Morales surgió en febrero de 2016, días antes de que el gobernante fuera a un referendo para buscar en las urnas una reforma constitucional que le permitiera postularse para un cuarto mandato al hilo, por cinco años más, cuando concluya su gestión en enero 2020.
Además, de revelarse la función gerencial de la mujer en la empresa china, se conoció que ella y el mandatario tuvieron un hijo. El mismo Morales admitió que tuvieron un bebé, pero que falleció al poco tiempo, sin abundar en detalles.
La oposición intentó responsabilizar a Morales de tráfico de influencias, pero una investigación congresal desestimó las acusaciones. El partido de Morales domina ambas cámaras legislativas.
Un certificado de nacimiento del menor, bautizado como "Ernesto Fidel Morales Zapata", nacido el 30 de abril de 2007, expedido por un notario, corrió como reguero de pólvora en los medios.
Morales exigió mediante otro proceso a Zapata mostrar al niño, porque -dijo- quería cuidarlo, pero el infante nunca apareció y ella admitió después que el pequeño nunca existió.
Pero el oficialismo señaló que el daño ya había sido hecho, pues Morales perdió un referendo clave, pues la oposición utilizó la relación sentimental para golpear políticamente al gobernante. Morales no ha cesado en su propósito de reelegirse.
Surgieron una infinidad de versiones confusas que sólo aumentaron un panorama turbio. En medio del proceso aparecieron supuestos mensajes de tono romántico entre Zapata y el entonces ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, que éste negó en rotundo.
"Zapata fue utilizada, ella fue un instrumento del poder", graficó el analista político Iván Arias. Consideró que fue el "mismo gobierno que se hizo daño con el manejo de este tema (...) manipulando el proceso" judicial.
Zapata acusó en una entrevista televisiva al empresario y líder opositor Samuel Doria Medina de haberla utilizado con fines políticos, aunque éste calificó esa versión de risible.
La expareja de Morales también señaló que fue utilizada desde 2005 por el peruano Wálter Chávez, un estrecho exasesor de imagen del mandatario boliviano, que luego se convirtió en asesor de Doria Medina.
(AFP)