Gastón Baquero: 100 años de un poeta que se fue al exilio

Gastón Baquero

“Gastón Baquero es la persona más brillante que yo he conocido en mi vida y hubiera sido un premio Nobel de Literatura, si no hubiera sido un cubano y anticomunista” afirma el ex-congresista Lincoln Díaz-Balart.
Aunque fue más conocido como poeta, la ensayística de Gastón Baquero (Banes, Holguín, 1914 - Madrid, 1997) ha estado latiendo para ser descubierta, ha iluminado a sus seguidores y quienes cultivan sus enseñanzas o guardan con celo los recuerdos de su relación, creen que es una zona de su obra literaria, un poco echada al olvido.

La fundación Banco Santander ha puesto delante de los lectores un racimo de cartas, consideraciones breves sobre escritores que él mismo conoció, como Guillermo Cabrera Infante o cartas a sus contemporáneos, entrelazadas con ensayos sobre la creación de clásicos contemporáneos como Paul Claudel, Thomas Man, Bernard Shaw o Neruda. El libro se titula Fabulaciones en prosa y aparece bajo el sello Cuadernos de Obra Fundamental y al cuidado de Alberto Díaz-Díaz, según refiere el diario El País.

Baquero salió de Cuba en 1959, cuando ya no pudo seguir ejerciendo como jefe de redacción del Diario de la Marina. No volvería nunca, pero las nuevas generaciones saltaron el muro de la censura oficial, se hicieron de sus textos y han llegado a analizar a profundidad la obra de Baquero.

Tras la pista del ensayista
Tuvieron que transcurrir cuarenta años para que 1994 se ofreciera en la Universidad de La Habana la primera conferencia sobre la obra del poeta exiliado, aun así su producción periodística y sus ensayos no han visto la luz en la tierra que lo vio nacer.

“La poesía de Baquero se lee mejor si uno lee sus ensayos”, afirma Walfrido Dorta Sánchez, un joven escritor que obtuviera el premio UNEAC de Ensayo con la obra Gastón Baquero: el testigo y su lámpara, aparecido en 2001.

“La amplitud de intereses es algo que marca la producción de Baquero. Cuando sale de Cuba escribe sobre la poesía cubana, literatura francesa, norteamericana, es amplio el rango de intereses”, explica Dorta.

El escritor quien ahora hace estudios de Literatura Hispana en la Universidad de Nueva York, señala que los ensayos de Baquero, contrario a contemporáneos suyos como Vitier y Lezama, no llevan la intelectualización del lenguaje al grado de las múltiples exégesis que han sufrido aquellos, so pena de malas interpretaciones. Los ensayos de Baquero “se dejan leer; son una escritura más humilde, más amable”.

“Díaz-Díaz recuerda el “dolor de raza” que cargó siempre a sus espaldas Baquero, un hombre que defendía su “espiritualidad africana” y que de alguna manera representaba esa singular condición del cubano, cuyas venas se alimentan por igual de sangre europea, americana y africana”, cita El País, aludiendo a la mixtura de razas y al prejuicio conque cargó Baquero durante su vida.

Textos recomendados por Dorta servirían para acercarse en este año a Baquero. “Antonio Machado y lo barroco, los ensayos recogidos en Poesía y persona y los ensayos sobre Martí son muy disfrutables y siempre se agradece la lectura de sus textos”, finalizó.

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Joven escritor Walfrido Dorta habla sobre Gastón Baquero Ensayista


Vocación por la amistad
El ex-congresista de origen cubano Lincoln Díaz-Balart tiene un doble vínculo con Gastón Baquero: ser oriundo de Banes y “haber disfrutado de su amistad” le ha llevado a decir: “Gastón Baquero es la persona más brillante que yo he conocido en mi vida y hubiera sido un premio Nobel de Literatura, si no hubiera sido un Cubano y anticomunista”.

La relación personal con el poeta lo ha marcado para siempre, desde que le conociera cuando Baquero visitaba la casa de los Díaz-Balart. “Era de un sentido común, que es el menos común de los sentidos entre los genios. Era increíble, era tan agradable. El venía a casa a almorzar y a pesar de ser tan brillante, yo que era un adolescente, él se ponía a mi nivel para enseñarme”, afirma con emoción.

El hecho de sentirse un exiliado, alguien que ha perdido una parte importante de sus pertenencias espirituales, lo llevaba a acoger a otros desterrados y el señor Lincoln atestigua: “A él le encantaba conocer a los cubanos que iban llegando, eso lo llenaba de alegría y de orgullo por nuestra cubanía. Cuando conocía a un cubano y comenzaba a aprender de ese cubano, lo llenaba de felicidad. Todo cubano que lo llegaba a conocer lo quería, por era, tan cubano...”, concluye Díaz-Balart.

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Opinión de Linconl Díaz-Balart sobre el poeta Gastón Baquero