La Empresa de Confecciones textiles Ramonita Herrera, de Camajuaní, Villa Clara, tuvo que cerrar sus puertas por la rotura de un transformador eléctrico que no puede ser reemplazado por falta de recursos para hacerlo.
“Se suma a la parálisis económica del país otro taller más, en este caso, el único taller textil estatal de Camajuaní y sus 205 trabajadores se quedaron sin el empleo y al mismo tiempo sin devengar su salario”, indicó Librado Linares, líder del Movimiento Cubano Reflexión, que tiene su sede en esa localidad.
La industria cubana está al borde del colapso debido a su obsolescencia, la falta de materias primas e insumos y la ausencia de mantenimiento. Todos estos factores agravados por la crisis energética y la incapacidad de los dirigentes para encontrar una solución.
“El Partido Comunista, que tiene injerencia en todas partes, y en el sindicato oficialista quedaron en dar una respuesta a los obreros que dependen de su salario para la subsistencia de su familia”, añadió Linares, ex preso político del grupo de los 75.
El Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTTS) ha estipulado que los trabajadores que no puedan ser reubicados tendrán derecho a una garantía salarial equivalente al 100% de su salario básico diario durante un mes.
“Ellos no tienen ningún tipo de ayuda social o de compensación y, obviamente, sin el salario, se agrava la economía familiar de cada trabajador”, denunció el activista.
El cierre del taller perteneciente a la Empresa de Confecciones Fénix es parte de la extinción de otras fuentes de empleo del municipio Camajuaní, donde habitan más de 40 mil personas en la zona urbana.
Las empresas locales, una vez que han dejado de producir por algún motivo, han quedado cerradas, explicó el opositor.
“En Camajuaní hay muchos talleres del emergente sector privado, ya sean textiles o de producción de zapatos u otros, que están también cerrados, totalmente o parcialmente”, agregó.
“O sea hay una parálisis bastante grande del sistema económico. Se sabe que este año van a moler solo 23 centrales. Un caso concreto más que pone al descubierto la dramática situación que está viviendo la sociedad cubana”, sentenció.
Lo peor es la incertidumbre, el no saber si abrirá de nuevo la fábrica, si se conseguirá el transformador que hace falta o, si luego, por voluntarismo y decisiones tomadas en oficinas se suspenderá, definitivamente la fuente de empleo de 205 ciudadanos, cuestionó el activista.