Los productores de cine estadounidenses se preguntan si con el cambio de rumbo en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos la isla se convertiría en su nuevo destino de filmaciones.
La ubicación de Cuba, a pocas millas de la Florida, con un decorado natural de mitad del siglo XX, la hacen perfecta para rodar historias situadas en los años 50 y 60, asegura la publicación Variety.
"La isla entera es un cuadro vivo congelado en el tiempo", dice la exploradora de locaciones, Claudia Eastman, quien viajó a Cuba en 2012, invitada por la escuela de cine de Cuba, EICTV.
En ese viaje le acompañaron la profesional de locaciones, Nancy Haecker; el productor de Juego de Tronos, Bernie Caulfield; y el vicepresidente de Morgan Creek, David Robinson; entre otros. El viaje fue una oportunidad en la que pudieron apreciar el potencial de Cuba para la industria del cine americano.
El cineasta Bob Yari recientemente aprovechó el aspecto retro de la isla en su película biográfica de Ernest Hemingway, Papa, rodada en la Finca Vigía, la casa cubana del escritor, ahora convertida en museo tal como el autor la dejó en 1960.
Yari asegura que filmar en Cuba no es para cualquiera. Además de las molestias para conseguir los permisos de las autoridades estadounidenses y cubanas, Yari señala que "la producción no se ajusta a los estándares de Hollywood –pero podría llegar a ese nivel".
Por su parte, los productores europeos, libres de estas regulaciones, ya aprovechan los escenarios isleños para rodar comerciales y videos musicales.
"La infraestructura es buena y con cámaras digitales y edición en laptops, los realizadores locales están haciendo sus propios filmes independientes", comentó el productor cubano Oriel Rodríguez.
A pesar de las expectativas, certezas no hay aún. "No creo que las cosas van a cambiar de inmediato", dijo Simon Whistler, director para América Latina de Control Risks, un grupo de consultoría. Whistler añadió que los republicanos en Washington harán todo lo posible para hacer "más difícil la vida de las personas cuando se trata de obtener licencias".
Otros se muestran seguros de que la influencia estadounidense cambiará la isla inevitablemente y la alterará para siempre. "Le digo a los colegas que vayan ahora, antes de que se levante el embargo", dice Eastma, "porque, por desgracia, la vamos a arruinar".