Hillary Clinton mantuvo este martes la calma frente a los dardos de sus oponentes -sobre todo en política exterior- y asumió su rol de favorita durante el primer debate de las primarias demócratas.
Una veterana de estos escenarios, la exsecretaria de Estado, que aspira -por segunda vez- ser la primera mujer en la Casa Blanca, desvió los golpes de su principal rival, el senador Bernie Sanders.
Los demás aspirantes -el exgobernador de Maryland Martin O'Malley, el exsenador Jim Webb y el exgobernador de Rhode Island Lincoln Chafee-, que exhiben índices de popularidad de un dígito, intentaron hacerse notar durante el choque de dos horas en Las Vegas.
"La diplomacia no es lograr una solución perfecta. Es sobre cómo balancear los riesgos", dijo la exsenadora y exprimera dama de 67 años, quien ha estado en el foco por numerosos escándalos durante su desempeño, entre ellos el de la muerte a manos de islamistas del embajador norteamericano en Benghazi en 2012.
A Sanders, quien evocó el modelo social de los países escandinavos, le replicó: "No somos Dinamarca. Me encanta Dinamarca, somos Estados Unidos de América".
El debate - sobre el que planeaba la sombra del vicepresidente Joe Biden, aún dubitativo sobre una eventual candidatura - mantuvo el ritmo como de guión sin ceder a los ataques personales que hicieron de las suyas en los duelos del bando republicano.
A diferencia de la más de una docena de aspirantes conservadores, los demócratas presentan un contingente poco numeroso y menos diverso: sin candidatos de minorías, negros o latinos, y sobre todo sin jóvenes.