El nombre de Camila Rodríguez, activista y miembro del grupo Justicia 11J, se une a la ya larga lista de opositores cubanos que se han visto obligados a acudir al exilio debido a las presiones y el hostigamiento del régimen cubano, muchos de ellos en meses recientes.
Rodríguez, que en los primeros días de diciembre viajó a Europa, aunque sin especificar a qué país, explicó su salida y los porqués a través de un hilo en su cuenta de Twitter en el cual asegura haber partido de Cuba “convencida de que no hay otro camino que el de cumplir la responsabilidad de devolver a su hogar a todos aquellos que fueron detenidos” durante las manifestaciones populares que sacudieron la isla.
La activista que, fuera detenida en enero de este año junto a los familiares de los prisioneros del 11J que eran juzgados en el Tribunal de 10 de Octubre, permaneció casi un mes sitiada en el interior de su hogar y, pese al acoso de la policía política cubana, no dejó de apoyar a los presos políticos y sus familiares.
Según declaró en una entrevista al portal digital independiente Diario de Cuba, debido a las amenazas, tomó la decisión de intentar pasar desapercibida por un tiempo. “Bajar mi perfil, trabajar anónimamente y hacerles pensar que me había ‘quitado’. Fue la única manera de asegurar que podía seguir trabajando”, dijo.
Rodríguez, graduada de Filología en la Universidad de La Habana en 2014, subrayó que su compromiso con la libertad de los presos políticos, junto al apoyo y asesoramiento a sus familiares, continuarán siendo el centro de su actividad en el exilio.
Por su parte, el equipo de asistencia a los presos por razones políticas Justicia 11J, señaló en Twitter que continúan y continuarán trabajando en función de los prisioneros políticos cubanos, “y acompañando a las familias en el terreno, aún cuando nuestro equipo principal permanece fuera del país”.
La escritora María Matienzo y su pareja, la psicóloga Kirenia Yalit Núñez, activistas ambas y miembros de ese “equipo principal” mencionado por Justicia 11J, se encuentran residiendo en Argentina desde el pasado agosto, tras dos años encerradas en su vivienda en La Habana, cercadas por las fuerzas represivas del régimen comunista cubano.
Ambas activistas lograron salir de la isla con el apoyo de instituciones internacionales como CADAL, organización internacional que vela por el respeto a los derechos humanos, aunque, señalan, no consideran definitiva su salida de Cuba, sino un distanciamiento imprescindible para su recuperación física y psicológica.