La censura en la televisión cubana tiene nombre

Fabio Fernández decidirá lo que puede o no ver el público...

El estatal Instituto Cubano de Radio y Televisión acaba de crear el cargo de director de contenidos.
La creación del cargo de director de contenidos en el Instituto Cubano de Radio y Televisión institucionaliza la censura en Cuba con nombre y apellidos.

El anuncio hecho público por el periódico Trabajadores hoy en la mañana explica que “la televisión cubana tiene que cambiar” y aunque su estructura definitiva se encuentra en estudio, “hemos creado un cargo importante, el director general de contenidos de la TVC, que se ocupa fundamentalmente de la programación, del seguimiento a los proyectos, y algo muy importante, del análisis de los reportes de recepción”.

Para desempeñar el nuevo cargo fue designado, Fabio Fernández Kessel, exdirector del Centro de Investigaciones del ICRT, según destacó el artículo oficialista titulado “La Televisión que viene”, teniendo en cuenta que ella “tiene un sistema de estudio de la recepción muy confiable y muy bien establecido”.

Fabio Fernández afirmó que “la TVC tiene que armonizar los intereses de la nación, los aspectos meramente técnicos, el gusto de los profesionales del sector y, por supuesto, el del público que es el rey”.

Visto así hay que ver si el video clip “Mi generación” de Pavel Giroud va a tener la dicha de mostrarse al gran público que añora en sus pantallas “El Chupi Chupi” o quizás no sigan transmitiendo la Mesa Redonda ni las Reflexiones de Fidel.

Ajustar la oferta a la demanda, dice el artículo y también ofrecer una programación de calidad a públicos minoritarios puede incluir la proyección de películas o autores prohibidos como el trovador Pablo Milanés.

Con el anuncio de nuevos programas para las noches de Cubavisión y la etapa de verano, el cargo de censor en Cuba ya no queda en abstracto como antes. Al igual que en los tiempos de la Santa Inquisición el público ya cuenta con alguien que les ha dado el permiso para consumir televisión. ¿Se logrará un equilibrio entre los intereses del público y lo políticamente correcto?