Para Manuela Hernández no es mucha molestia estar enclaustrada en su hogar en la ciudad de Miami durante la pandemia de coronavirus. Esta oriunda de Santa Clara aprovecha las largas horas para perfeccionar su hobby favorito: crear obras de arte con una antigua técnica.
"Yo le hago las flores, tengo que poner las perlas, tengo que mirar a ver qué voy a hacer para que queden bonitas”, afirmó.
Hernández ha pasado los últimos años cultivando su capacidad de crear postales – y otros artículos –en pergamino. A sus 80 años, ha configurado más de 100 muestras, todas con toques especiales, diseñadas para llevar alegría a la persona que las recibe. Confecciona sus diseños utilizando esta práctica antigua cuyo material es hecho a partir de la piel de animales y procesado para poder escribir sobre él. Quedó enamorada de este estilo de arte a primera vista cuando asistió a una clase.
“Yo comencé en un comedor de ancianos a trabajar, y una maestra trabajaba un día a la semana, y yo quise hacer las clases porque me encantaban. Empecé a hacer mis postales y me encantó y seguí haciéndolas. Tienen mucho detalle”, señala, “tienen mucho trabajo, tienen las florecitas que las hago yo, ponerle la perlita, ponerle los lacitos, hacer los adornaditos y pintarla. Y eso lleva mucho trabajo”.
Y no cabe duda de que esta madre de cuatro hijas, con nueve nietos y nueve bisnietos es muy luchadora. Desde que pisó tierra estadounidense en marzo del año 1971, junto a su familia durante los vuelos de la libertad, ha trabajado en un mercado, dos hoteles, ha cuidado niños, y fue empleada en un comedor comunitario de ancianos donde servía almuerzos de lunes a viernes. Hoy, sin embargo, pasa largas horas contemplando sus próximos diseños, sean postales u otros proyectos.
“Fui a unas clases de hacer casitas, vestidos, y muchas cosas bonitas, y jaulitas también las hice. Y hasta el día de hoy sigo haciendo las casitas, y carteras. Las postales demoran unas para hacer, otras no porque algunas llevan mucho trabajo”, contó. “He tenido tiempo porque, como me gustan, me levanto un ratico, hago algo, descanso, y después vuelvo a hacer. A veces me dan dos horas, a veces cuatro, a veces un día completo, según el modelo”.
Su creatividad no tiene límites. Manuela puede configurar una canastilla con batas de bautizos, baberos, y hasta cunas hechas de pergamino. De igual manera es capaz de producir una serie de cestas con flores, abanicos, y otros objetos.
No es sorprendente, entonces, que a pesar de estar fuera por casi cinco décadas de la isla que la vio nacer, su cubanía aún resalte en sus obras, tales como tarjetas con guayaberas, palmeras, o la bandera de la llamada Perla del Caribe. Pero existe otro modelo que la transporta a su juventud cuando caminaba por las calles de la ciudad de Palmira, en Santa Clara.
“Me gusta hacer las postales de las damas antiguas que me recuerdan de mi tiempo”, rememoró.
Manuela ha decidido no vender sus creaciones. Las guarda para aquellas ocasiones especiales y para aquellas personas más cercanas a su corazón. Y pronto puede que trabaje en unas invitaciones para celebrar sus propias bodas de platino, ya que Manuela y Félix Hernández, su esposo, cumplirán 65 años casados, el próximo mes de septiembre.
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