Los cubanos se adelantan al Gobierno y abren cines 3D

Un niño chino camina junto a un poster de la película Avatar, del director canadiense James Cameron, a la entrada de un cine en Guangzhou, en China. Foto de archivo.

En estas vacaciones, Avatar y Tintín fueron las preferidas de los pequeños. En el barrio de La Víbora han surgido varios cines 3D.
Algunos se anuncian por internet y pagan impuestos al Estado. Otros funcionan por la izquierda. De cualquier manera, crecen como flores en La Habana. Todos radican en casas particulares. Los precios varían entre uno y tres cuc (24 a 72 pesos), con derecho a una bolsa de rositas de maíz y un refresco. También venden helados y cervezas, ron, vodka y whisky para los adultos.

Hay tandas para niños, adolescentes y jóvenes. Y sesiones sólo para mayores, con películas de terror o violencia. Los cines 3D privados disponen de una amplia colección de películas en tercera dimensión.

En estas vacaciones, Avatar y Tintín fueron las preferidas de los pequeños. En el barrio de La Víbora han surgido varios cines 3D. Uno de ellos está situado en un amplio garaje, adaptado para sala de cine. Asiste tal cantidad de muchachos y adultos que Rogelio, el dueño, hace las reservaciones con varios días de antelación.

ROTUNDO ÉXITO
La sala posee climatización y un pequeño bar de madera y metal. Cuenta con unas veinte sillas plásticas, blancas y amarillas. Cuatro amplios sofás y tres banquetas altas.

Los fines de semana veraniegos el improvisado cine estuvo a reventar. Cada sesión duraba dos horas. “Es tremenda la acogida que ha tenido el 3D, a la gente le está encantando. Programo hasta cinco tandas diarias, todas llenas”, dice Roinel.

Posee 40 gafas polarizadas. Una pantalla plana de 54 pulgadas y un proyector especial para filmes en tercera dimensión. Cuando se le pregunta por las ganancias, Roinel responde con una sonrisa. “Sí, entra dinero”, y no da cifras.

El Estado, dueño del 90% de las empresas, ya mira con ojos de águila al nuevo negocio. La primera exhibición pública en 3D auspiciada por el ICAIC se efectuó el pasado mes de marzo en Camagüey, a 550 kilómetros al este de La Habana, durante un evento cinematográfico. “Fue más simbólica que otra cosa, porque sólo teníamos 20 gafas, pero a los efectos históricos debe quedar como la primera exhibición en tercera dimensión en un espacio público por parte del Estado”, dijo a la agencia española EFE el crítico de cine Juan Antonio García.

SIEMPRE TARDE
Según funcionarios del ICAIC, el organismo estudia la posibilidad de adaptar una pequeña sala en su sede de la calle 23 y 12, Vedado. Como siempre sucede, ante la creatividad de los particulares, el Estado se queda a la zaga. Los equipos para cines 3D privados llegan a la isla a través de parientes radicados al sur de la Florida o cubanos casados con extranjeros.

Ahora causa mucho entusiasmo, pero este tipo de experiencia no es una novedad en el país. “En los años 50, en cines habaneros se exhibieron películas con la técnica de 3D anáglifo, azul y cian. Lo nuevo son las gafas polarizadas”, recuerda un cinéfilo.
Datos oficiales reportan que Cuba cuenta con alrededor de 300 salas con formato de 16 y 35 mm. La mayoría fueron edificadas antes de la revolución.

Casi todos los cines que funcionan presentan un fuerte deterioro y no poseen tecnología para dar el salto al 3D. Otros han desaparecidos o transformados en escuelas de malabaristas, teatros de compañías mediocres y almacenes de objetos ociosos.

Publicado en Diario Las Américas el 9 de septiembre del 2013