Conversación informal con Manuel Cuesta Morúa y Leonardo Calvo (II)

Manuel Cuesta Morúa (I) y Leonardo Calvo(D)

Dos activistas responden a periodistas independientes en la isla un custionario de preguntas relacionados con temas cruciales de la política y la sociedad cubana.
Los demócratas se abstienen de pedir que se mantenga el embargo, en cambio, no hay ninguna fuerza que le diga a Venezuela que cese la ayuda al régimen cubano, que mantiene estructuras totalitarias sobre la población a partir de esa ayuda, que priva a los cubanos de todos sus derechos, los ha privado de todo lo que tenían como ciudadanos. En este momento, hay un grupo que tiene todos los mecanismos del poder en sus manos y que ha logrado mantenerse a partir de la ayuda extranjera que ha recibido y que inexplicablemente no ha sido cuestionada.

El levantamiento del embargo es una necesidad vital del régimen cubano. Entonces, ¿por qué quitar uno y mantener el otro? ¿Por qué no quitar ambos a la vez? ¿Qué opinas sobre eso?

Manuel Cuesta Morúa: Creo que las dos cosas no están al mismo nivel. Una cosa es un embargo y otra es una ayuda. Un embargo te dice que yo no te ofrezco a ti los recursos que podría ofrecerte como nación para que te desarrolles. Una ayuda te dice que yo te ofrezco para que te desarrolles. Eso significa que si yo te estoy ayudando y tú no te desarrollas, el problema no es de la ayuda, sino tuyo.

Opino que la oposición debe recibir ayuda al mismo nivel que la recibe el gobierno. Es una de las cosas que reclamamos. Quien quiera ayudarnos con millones de dólares para que la actividad de la oposición crezca, pues bienvenido sea. Estamos dispuestos a recibir esa ayuda para el desarrollo de la democracia y la sociedad civil, y veremos quién es más eficaz en el proceso.

Luis Cino: Pero el gobierno cubano puede interpretar esa ayuda como una injerencia en los asuntos internos...

R: Pudiera hacerlo siempre y cuando no discutamos el concepto de soberanía. El asunto es que como se ha prolongado tanto el conflicto entre el gobierno cubano y el norteamericano, el primero ha podido monopolizar, hegemonizar el concepto de soberanía. Ahí hay una contradicción porque si la soberanía reside en los ciudadanos, se supone que los ciudadanos pueden discutir los fundamentos de la soberanía.

Me parece esencial: primero, tener claro que hace mucho tiempo que el problema de Cuba es político, no económico. El gobierno cubano ha hecho esfuerzos, a veces exitosos, por dar la imagen de que el problema de Cuba en distintos momentos históricos ha sido económico. Siempre, antes y después de la revolución, el problema de Cuba fue político, no económico. En segundo lugar, la realidad cubana es tan compleja y complicada que tenemos que tratar de salirnos de los esquemas a que estamos amarrados.

Me preguntabas sobre la ayuda: Todos los gobiernos tienen derecho a ayudar a quien quieran de acuerdo a sus intereses, pues los gobiernos defienden los intereses del Estado, de la nación y en última instancia, de quien los pone, por lo tanto, políticamente no tiene mucho éxito ni mucho futuro cuestionar la ayuda de un gobierno a sus amigos.

Hay que tener claro que el embargo es un instrumento político que persigue objetivos políticos a partir de una perspectiva, de un diseño. Cuando ese instrumento político se desfasa de las esencias coyunturales del escenario que trata, queda fuera de lugar, y eso le ha pasado un poco al embargo, que el gobierno cubano ha logrado manipularlo.

No se puede ver a Cuba como una sociedad normal, porque dejó de serlo hace mucho tiempo, y muchas veces tratamos de ver a Cuba y sus correlaciones políticas, culturales, cívicas, desde la perspectiva de las sociedades normales. El gobierno cubano ha logrado estructurar mecanismos de convivencia, de dominación, que no tienen que ver con el embargo.

El objetivo del embargo era crear una situación económica tan complicada que los intereses de la sociedad se confrontaran con el gobierno, y eso en Cuba es imposible porque Cuba dejó de ser una sociedad normal para convertirse en una autocracia totalitaria donde no hay derechos, donde hay un solo interés, que es el del grupo que gobierna.

González Febles: ¿Por qué si Nelson Mandela, que es venerado por el mundo democrático apoyó el embargo contra Sudáfrica, se condena a los opositores cubanos que se oponen al levantamiento del embargo norteamericano contra el régimen cubano?

Cuesta Morúa: En Sudáfrica, el mundo entero se puso de acuerdo para acabar con una situación que era terrible y agresiva para la humanidad. El problema es que en Sudáfrica había intereses, y la naturaleza de los que tenían el poder en Sudáfrica era diferente a la de los que gobiernan en Cuba. Cuando ellos se dieron cuenta de que aquella situación no compaginaba con el desarrollo normal de aquella sociedad, hubo que cambiar. Pero en Cuba no podrá lograrse esa concertación global, porque la manera en que gobierna Fidel Castro es un gran peligro para nuestro presente y nuestro futuro, pero no para el mundo. Si acaso, causa una especie de conmoción moral para muchos, pero no es un peligro político. El peligro político para el mundo es el poder de los EEUU, por eso nunca será posible la internacionalización del embargo a Cuba. En todo caso, el apartheid no era moralmente vendible, la revolución cubana sí, y eso dificulta la situación. No es que sea moralmente asimilable, sobre todo para los que vivimos dentro del país, pero no es fácil desenmascararla. No ocurre igual con el apartheid. El apartheid es algo bien crudo, a lo que se oponía todo el mundo con cierta racionalidad.

Leonardo Calvo: Entonces, llegamos a algo que para nosotros es fundamental y en lo que hacemos hincapié desde hace muchos años, y es: imaginar las vías, los mecanismos, y las perspectivas a través de las cuales influir positivamente en la realidad cubana que se ha complicado a favor del diseño del gobierno cubano.

A veces nos esquematizamos y el embargo persiste en ese diseño, pero la política norteamericana a veces concede espacios y posibilidades a las autoridades cubanas que no se corresponden con sus intereses ni sus objetivos.

Durante mucho tiempo les hemos dicho a los interlocutores interesados en la realidad cubana que hay que imaginar las vías para identificar a los actores civiles y políticos para apoyar una nueva manera de recomponer la perspectiva de la convivencia en Cuba. En Cuba fue anulada la sociedad civil y todas las manifestaciones independientes y hay que reestructurarlas, no a través de actores individuales, sino institucionales, de proyectos, de equipos que puedan comenzar a revitalizar la sociedad cubana, primero para equilibrarla y luego para darle el espacio que le corresponde, para que Cuba pueda desarrollarse como una sociedad normal. Mientras tanto, Cuba es un país ocupado, que vive con muchos mecanismos de una sociedad casi colonial, que no permiten que las referencias de la modernidad se apliquen, ni desde dentro ni desde fuera, por lo tanto me parece descaminado comparar otras experiencias con la realidad cubana, así como tratar de activar o diseñar mecanismos de presión, de conmoción hacia la realidad cubana desde perspectivas normales, tradicionales y modernas.

Juan González Febles: ¿Entonces se trataría de un proceso de evaluación ciudadana?

Leonardo Calvo: Desde el punto de vista activo, conceptual, referencial, el ciudadano no existe, porque el gobierno cubano logró romper, derrumbar las bases cívicas y culturales. ... rompió las claves, los fundamentos de esa estructuración social, desde el sentido de gremio, el sentido de la sociedad, los intereses estructurados de los particulares, incluso las referencias...

Luis Cino: ¿Cómo evalúas la presencia de ustedes en LASA?

Leonardo Calvo: Tuvimos que compaginar nuestra participación en LASA con una serie de reuniones y encuentros que tuvimos en los pocos días que estuvimos en Washington y eso no nos permitió abarcar todas las ponencias o los debates sobre Cuba o de académicos cubanos que conocemos y que estuvieron allí.

El gobierno cubano lleva una delegación grande, pero tradicionalmente sus ponencias no son de mucha solidez intelectual ni académica. Hay una gran diferencia entre la proyección de los académicos de los demás países –muchos latinoamericanos que viven en los EEUU o en Europa- y la de los cubanos, que tienden a ser bastante endebles, quizás por las presiones que sufren.

Nosotros participamos en algunos debates que tienen que ver por ejemplo con la cuestión racial en el continente, con la problemática social de la mujer, de las comunidades. Pudimos intercambiar con académicos de varios países latinoamericanos que trabajan en universidades europeas y norteamericanas, y han hecho estudios profundos sobre la problemática social, comunitaria, de género, en América Latina, y comprobamos, salvando las distancias, que muchos de los problemas que ellos estudian tienen similitudes con la problemática cubana también.

En este congreso de LASA -seguramente ustedes lo saben- nosotros fuimos los primeros académicos independientes en asistir desde Cuba, y eso de alguna manera cambió el escenario, pues el gobierno cubano con sus delegaciones ha hegemonizado este escenario. Ahora hemos recibido el impacto, la repercusión de nuestra participación allí, como personas con un bagaje intelectual, una experiencia de trabajo en la sociedad civil, que no fueron a quejarse ni a protestar, sino a presentar una concepción de sociedad, un diseño de lo que se quiere para Cuba, y sobre todo, a reflejar la realidad de una manera fundamentada.

Es importante decir que por razones ajenas al gobierno cubano nosotros somos miembros del capítulo cubano de LASA, entonces ahora tendrán que imaginar cómo lidiar con nosotros. Precisamente en octubre hay aquí una conferencia de LASA, el congreso de LASA será el año que viene, en mayo, en Chicago, con el tema "Democracia y memoria", y nosotros pensamos participar, ¡ya nos enviaron los formularios!

Publicado en Primavera Digital 11 de julio de 2013.