El carro en Cuba: morir de cara al sol o vivir con los ojos cerrados

Venta de autos en Cuba

Los coches nuevos, sin dudas, se venderán, incluyendo el Peugeot 508 de 262 mil dólares. Alguien tiene que ostentar y para eso, hay de todo.
Si usted tiene algunos años como yo, recordará que hace un tiempo, quienes marcaban tendencia, mientras públicamente ocupaban posiciones radicalmente enfrentadas en las grandes carteleras del escenario ideológico, coexistían abrazados al confort de la única y nada proletaria estrella de Mercedes-Benz. Hermoso símbolo que aún hoy representa una suerte de categoría para aquellos que se anclaron a la era del World War” y la Guerra Fría”.

En Cuba, la apetencia de comprar un estatus no lo marca el gigante teutón, sino cualquier automóvil con sabor a libertad y aire acondicionado. Esto lo conocen bien los señores del “piso de arriba”, que bajo el publicitado eslogan de “actualizar el modelo”, más que realizar los sueños de un pueblo sacrificado, mercantiliza con ellos.

El gobierno cubano eliminó la incómoda restricción que exigía un permiso oficial para adquirir un vehículo, pero a cambio, los precios son astronómicos. Antes de esta nueva medida, el privilegio de tener un auto moderno y privado sólo estaba al alcance de un determinado número de trabajadores, un grupo limitado de altos funcionarios; (esto incluye, amigos, novias, queridas, esposas, guatacas, familiares) artistas reconocidos y atletas de alto rendimiento.

Los precios pueden indignar, pero no escandalizar. La experiencia me ha demostrado que no hay nada más fácil en nuestro archipiélago que morir de cara al sol, o vivir con los ojos cerrados. Cuba es un mercado cautivo sin segundas opciones. Según vayan pasando los días, los cubanos se acostumbrarán a este nuevo nivel de “antivida”. ¿Algo sucedió la tarde en que sin avisar subieron la leche, la luz, el agua, el jabón, la cerveza y la gasolina?

El trapicheo de autos usados, ya sea de segunda o séptima mano, continuará funcionando y los híbridos se impondrán. Permítaseme aclarar que el auto híbrido cubano no está concebido en ese clásico formato conceptual que usted conoce, que combina un motor de combustión con uno eléctrico. Es una obra arte, un coloso de la gótica industrial; que para lograrlo, primeramente debe adquirir un permiso de circulación de un auto inexistente o desahuciado; luego, resolver a como dé lugar, un autorizo para comprarle un motor remodelado a este supuesto automóvil que sólo figura en papeles. Con ese papel, el motor, y alguna gratificación indulgente, conocida como soborno, que nunca está de más, se consigue otro autorizo para comprar una carrocería en el rastro de lo que un día fueron autos de alquiler a turistas; y finalmente, con todo en regla y un mago, se arma este Frankenstein que, dicho así, a grosso modo, suena feo pero es lindo.

Los coches nuevos, sin dudas, se venderán, incluyendo el Peugeot 508 de 262 mil dólares. Alguien tiene que ostentar y para eso, hay de todo; funcionarios presuntuosos, artistas, deportistas, cuentapropistas de nuevo tipo, reprimidos con dólares bajo el colchón, y por supuesto, los reyes de la madrugada. En fin, la especulación de La Habana.

No creo, que ningún empresario, ni los buitres del “Cuban-american merchandising” que ya andan haciendo pininos tratando de enviar autos (robados, nuevos o usados) de Miami hasta algún puerto cercano, para luego ubicarlos en La Habana, inspirados en esta medida aparentemente ácrata, e ilusionados por la feria automotriz, puedan viajar y vender carros en la isla para todo el que quiera comprar.

En el incipiente comercio automotor de Cuba no es el mercado, sino el Estado quien dicta pauta. Táctica vieja gubernamental llamada, despojo con iniquidad.