Cuba, con su juego de equipo y su entrega, compensa su menor calidad. Los del verde caimán pudieran llegar a la final.
"Cuba acaba de detener su Serie Nacional por el Clásico, pero los peloteros se encuentran en una forma deportiva óptima, a diferencia de las selecciones que jugarán de este lado del mundo, como Estados Unidos, Canadá, México, Puerto Rico, República Dominicana y Venezuela, cuyos hombres apenas comienzan a quitarse el polvo de las largas vacaciones invernales", escribió Jorge Morejón en ESPN Deportes.
Y lleva razón. Desde el punto de vista del entrenamiento, Cuba se encuentra en buena forma y tiene probabilidades si no de ganar el III Clásico Mundial de Béisbol 2013, al menos de quedar entre los tres primeros. En la isla, es el tema de conversación, las opiniones están muy divididas. Para los apostadores ilegales, que cada mañana en un parque de La Habana hacen pronósticos y apuestan dinero a temas deportivos, sean equipos europeos de fútbol o de la pelota cubana, la selección nacional no tiene demasiadas opciones y creen que no pasarán de la segunda fase.
Los reporteros del patio prefieren ser prudentes. Personalmente pienso que el DT Víctor Mesa fue demasiado optimista cuando afirmó que el equipo criollo discutiría el título. La actual calidad de la pelota cubana no está para tirar cohetes. No tenemos lanzadores como Gio González o Justin Verlander. Y se nos hace la boca agua ver la calidad extra de toleteros al estilo de Miguel Cabrera o Robinson Canó. Jugadores ya incluidos en el Dream Team del Clásico 2013 y donde, por cierto, no aparece ningún cubano.
Es que algunos de los mejores talentos que hemos tenido en los últimos años, como Kendry Morales, Aroldis Chapman o Yoennis Céspedes, han preferido huir por el mar rumbo a Estados Unidos y tratar de alcanzar su sueño: firmar contratos millonarios en las Grandes Ligas. Sin embargo, aparte de una rica historia, el béisbol cubano tiene un racimo de títulos mundiales en categorías amateurs o juveniles.
Es verdad que Cuba no gana un torneo importante desde 2007. La pelota que se juega ahora en el mundo, con la inserción de profesionales, ha elevado el listón.
Pero la selección de la isla puede hacer quedar mal a los apostadores habaneros. Ya en el I Clásico lo hizo. Discutió el primer lugar contra Japón, cayendo en el partido final 10 carreras por 6. Y bateadores como Frederick Cepeda o Yulieski Gourriell, demostraron que podían conectar con soltura a lanzadores de la talla de Johan Santana o Bartolo Colón.
En la segunda versión del Clásico, en 2006, tuvimos una primera ronda notable. Apabullamos a Sudáfrica, México y Australia. Pero cuando llegamos a la segunda vuelta en Estados Unidos, la ofensiva se congeló. Y los lanzadores japoneses nos colgaron 18 ceros. Descendimos hasta el sexto escaño.
Ahora tenemos una buena selección. Si la columna vertebral de la ofensiva, Yulieski Gourriell, Frederick Cepeda, Alfredo Despaigne y José Dariel Abreu se adaptan al exigente pitcheo asiático, Cuba pudiera dar una sorpresa. Y batirse con equipos como Japón o Corea del Sur, que juegan un béisbol exacto, casi científico. Pero el actual roster de los nipones, sin la presencia de estelares de Grandes Ligas, nos permite jugar con mejores opciones al triunfo que en Clásicos anteriores.
Japón, no olvidemos, ha ganado los dos Clásicos. Verdaderos leones a la hora de defender en el campo. Temible su pitcheo y sus estrategas saben manejar las piezas con la precisión de un reloj suizo. Pero el rival a derrotar por Cuba en el Grupo A (Japón, China, Cuba y Brasil) que del 2 al 6 de marzo se jugará en Fukuoka Dome no es Japón. Es Brasil. Los cubanos deben centrarse y ganarle a los brasileños el primer juego. En mi opinión, ahí está la clave para llegar a la segunda vuelta.
No debemos subestimar a Brasil. En la lid clasificatoria jugada en 2012 en Panamá, desbancó a los panameños, que eran los favoritos. La verdiamarilla, una potencia emergente con ínfulas de grandeza, ha dado un salto espectacular no solo en lo económico y social. Desde hace cinco años, Brasil es superior a Cuba en los deportes colectivos, excepto en béisbol.
Cuba no se debe fiar de su superioridad en béisbol. La selección brasileña tiene jugadores de circuitos profesionales de Asia y Estados Unidos. El cubano Juan Carlos Muñiz, nacionalizado brasileño, se ha destacado con el madero y el guante. Tienen lanzadores potentes, con un buen comando de lanzamientos y repertorio. Y su DT, Barry Larkin, no es un improvisado.
Si el 3 de marzo vencemos a Brasil, tenemos la mitad de la batalla ganada. China no es solo el rival más débil del Grupo A, si no de los 24 equipos participantes. Debemos superar a los chinos sin mayores dificultades. Y llegar al partido contra Japón con un par de victorias. Pasaríamos a la segunda fase.
Esa ronda es más difícil y competitiva. Tendríamos a Corea del Sur, que como un buen sastre asiático, le ha tomado la medida a la selección cubana. En Beijing 2008 nos derrotaron en dos ocasiones. El béisbol profesional que se juega hoy en Japón y Corea del Sur es de mucha calidad. En los últimos siete partidos jugados con equipos coreanos o nipones, Cuba ha sido derrotada.
No solo Brasil y estos dos equipos asiáticos constituyen un peligro. Está también Holanda, si pasa a la segunda ronda. Con una selección de menor calidad, los holandeses nos vencieron dos veces en el últimos campeonatos mundiales. Y ahora será más difícil ganarles, al tener en su novena peloteros profesionales como Andruw Jones (Curazao, 1977), ex jugador de varios equipos de Grandes Ligas.
Holanda nos encajó un revés de 5 x 0 en un partido preparatorio previo al Clásico. Pero en esta ocasión, Cuba ha tenido una mejor preparación que en anteriores torneos. Toparon seis veces con selecciones nacionales de China Taipei, Australia, Holanda y equipos del circuito profesional de Japón. Pese a los desbarajustes de la ofensiva en los últimos tiempos, Cuba hizo un papel notable.
Alfredo Despaigne conectó 5 jonrones. Al bate destacaron Cepeda, Gourriell, José Miguel Fernández y Yasmani Tomás, un fornido jardinero y tercera base considerado el mayor prospecto de la pelota cubana en estos momentos. Lo que preocupa es el pitcheo. Seguimos sin lanzadores de puntería. La mejor opción pudiera ser Yadier Pedroso. Con una bola rápida de 92 millas, slider de nivel y una endemoniada bola de tenedor, Pedroso ha tenido una merma considerable en su trabajo. El bullpen es decisivo. Y el de la selección nacional es de mediana calidad.
A pesar de que en el Clásico habrá ausencias de jugadores estelares y, que muchos peloteros de Grandes Ligas no llegan en un estado físico óptimo -más preocupados por el desempeño en sus equipos que por su labor en la escuadra estadounidense-, es el único torneo que nos va quedando con un nivel decente.
Las luminarias del Big Show salen a jugar un béisbol diplomático y sin garra. Cuba, con su juego de equipo y su entrega, compensa su menor calidad. Los del verde caimán pudieran llegar a la final. Antes, hay que subir la escalera, peldaño a peldaño. Me conformo con que lleguemos a la segunda ronda. Es lo menos que podemos esperar.
Y lleva razón. Desde el punto de vista del entrenamiento, Cuba se encuentra en buena forma y tiene probabilidades si no de ganar el III Clásico Mundial de Béisbol 2013, al menos de quedar entre los tres primeros. En la isla, es el tema de conversación, las opiniones están muy divididas. Para los apostadores ilegales, que cada mañana en un parque de La Habana hacen pronósticos y apuestan dinero a temas deportivos, sean equipos europeos de fútbol o de la pelota cubana, la selección nacional no tiene demasiadas opciones y creen que no pasarán de la segunda fase.
Los reporteros del patio prefieren ser prudentes. Personalmente pienso que el DT Víctor Mesa fue demasiado optimista cuando afirmó que el equipo criollo discutiría el título. La actual calidad de la pelota cubana no está para tirar cohetes. No tenemos lanzadores como Gio González o Justin Verlander. Y se nos hace la boca agua ver la calidad extra de toleteros al estilo de Miguel Cabrera o Robinson Canó. Jugadores ya incluidos en el Dream Team del Clásico 2013 y donde, por cierto, no aparece ningún cubano.
Es que algunos de los mejores talentos que hemos tenido en los últimos años, como Kendry Morales, Aroldis Chapman o Yoennis Céspedes, han preferido huir por el mar rumbo a Estados Unidos y tratar de alcanzar su sueño: firmar contratos millonarios en las Grandes Ligas. Sin embargo, aparte de una rica historia, el béisbol cubano tiene un racimo de títulos mundiales en categorías amateurs o juveniles.
Es verdad que Cuba no gana un torneo importante desde 2007. La pelota que se juega ahora en el mundo, con la inserción de profesionales, ha elevado el listón.
Pero la selección de la isla puede hacer quedar mal a los apostadores habaneros. Ya en el I Clásico lo hizo. Discutió el primer lugar contra Japón, cayendo en el partido final 10 carreras por 6. Y bateadores como Frederick Cepeda o Yulieski Gourriell, demostraron que podían conectar con soltura a lanzadores de la talla de Johan Santana o Bartolo Colón.
En la segunda versión del Clásico, en 2006, tuvimos una primera ronda notable. Apabullamos a Sudáfrica, México y Australia. Pero cuando llegamos a la segunda vuelta en Estados Unidos, la ofensiva se congeló. Y los lanzadores japoneses nos colgaron 18 ceros. Descendimos hasta el sexto escaño.
Ahora tenemos una buena selección. Si la columna vertebral de la ofensiva, Yulieski Gourriell, Frederick Cepeda, Alfredo Despaigne y José Dariel Abreu se adaptan al exigente pitcheo asiático, Cuba pudiera dar una sorpresa. Y batirse con equipos como Japón o Corea del Sur, que juegan un béisbol exacto, casi científico. Pero el actual roster de los nipones, sin la presencia de estelares de Grandes Ligas, nos permite jugar con mejores opciones al triunfo que en Clásicos anteriores.
Japón, no olvidemos, ha ganado los dos Clásicos. Verdaderos leones a la hora de defender en el campo. Temible su pitcheo y sus estrategas saben manejar las piezas con la precisión de un reloj suizo. Pero el rival a derrotar por Cuba en el Grupo A (Japón, China, Cuba y Brasil) que del 2 al 6 de marzo se jugará en Fukuoka Dome no es Japón. Es Brasil. Los cubanos deben centrarse y ganarle a los brasileños el primer juego. En mi opinión, ahí está la clave para llegar a la segunda vuelta.
No debemos subestimar a Brasil. En la lid clasificatoria jugada en 2012 en Panamá, desbancó a los panameños, que eran los favoritos. La verdiamarilla, una potencia emergente con ínfulas de grandeza, ha dado un salto espectacular no solo en lo económico y social. Desde hace cinco años, Brasil es superior a Cuba en los deportes colectivos, excepto en béisbol.
Cuba no se debe fiar de su superioridad en béisbol. La selección brasileña tiene jugadores de circuitos profesionales de Asia y Estados Unidos. El cubano Juan Carlos Muñiz, nacionalizado brasileño, se ha destacado con el madero y el guante. Tienen lanzadores potentes, con un buen comando de lanzamientos y repertorio. Y su DT, Barry Larkin, no es un improvisado.
Si el 3 de marzo vencemos a Brasil, tenemos la mitad de la batalla ganada. China no es solo el rival más débil del Grupo A, si no de los 24 equipos participantes. Debemos superar a los chinos sin mayores dificultades. Y llegar al partido contra Japón con un par de victorias. Pasaríamos a la segunda fase.
Esa ronda es más difícil y competitiva. Tendríamos a Corea del Sur, que como un buen sastre asiático, le ha tomado la medida a la selección cubana. En Beijing 2008 nos derrotaron en dos ocasiones. El béisbol profesional que se juega hoy en Japón y Corea del Sur es de mucha calidad. En los últimos siete partidos jugados con equipos coreanos o nipones, Cuba ha sido derrotada.
No solo Brasil y estos dos equipos asiáticos constituyen un peligro. Está también Holanda, si pasa a la segunda ronda. Con una selección de menor calidad, los holandeses nos vencieron dos veces en el últimos campeonatos mundiales. Y ahora será más difícil ganarles, al tener en su novena peloteros profesionales como Andruw Jones (Curazao, 1977), ex jugador de varios equipos de Grandes Ligas.
Holanda nos encajó un revés de 5 x 0 en un partido preparatorio previo al Clásico. Pero en esta ocasión, Cuba ha tenido una mejor preparación que en anteriores torneos. Toparon seis veces con selecciones nacionales de China Taipei, Australia, Holanda y equipos del circuito profesional de Japón. Pese a los desbarajustes de la ofensiva en los últimos tiempos, Cuba hizo un papel notable.
Alfredo Despaigne conectó 5 jonrones. Al bate destacaron Cepeda, Gourriell, José Miguel Fernández y Yasmani Tomás, un fornido jardinero y tercera base considerado el mayor prospecto de la pelota cubana en estos momentos. Lo que preocupa es el pitcheo. Seguimos sin lanzadores de puntería. La mejor opción pudiera ser Yadier Pedroso. Con una bola rápida de 92 millas, slider de nivel y una endemoniada bola de tenedor, Pedroso ha tenido una merma considerable en su trabajo. El bullpen es decisivo. Y el de la selección nacional es de mediana calidad.
A pesar de que en el Clásico habrá ausencias de jugadores estelares y, que muchos peloteros de Grandes Ligas no llegan en un estado físico óptimo -más preocupados por el desempeño en sus equipos que por su labor en la escuadra estadounidense-, es el único torneo que nos va quedando con un nivel decente.
Las luminarias del Big Show salen a jugar un béisbol diplomático y sin garra. Cuba, con su juego de equipo y su entrega, compensa su menor calidad. Los del verde caimán pudieran llegar a la final. Antes, hay que subir la escalera, peldaño a peldaño. Me conformo con que lleguemos a la segunda ronda. Es lo menos que podemos esperar.