El terremoto social que ha destruido al patrimonio habanero y cuyo plan de restauración el historiador Eusebio Leal lleva como empresa hace un par de décadas, ha inspirado a la artista.
La pintora andina Amelia Errázuriz ha tomado el pulso de los terremotos en su país para crear óleos que reflejan el caos y la destrucción que produce un evento sísmico. La Habana también ha servido de telón de fondo para sus exposiciones pictóricas.
En una muestra titulada “Acopios” que exhibe un salón de la Universidad de Talca, en Santiago de Chile, aparecen las alusiones a una visita que la artista hiciera a la capital cubana donde vio “tantas viviendas en ruinas”, según refleja el diario El Mercurio.
El resorte para su creación parte de dos fuentes distintas: la acción telúrica en el país austral y el terremoto social que ha llevado a La Habana a la destrucción de su patrimonio y cuyo plan de restauración el historiador Eusebio Leal lleva como empresa hace un par de décadas.
A la saga de los turistas ocasionales fotografiado cada bache de la capital cubana, cada automóvil de los años ’40 ó ’50 del siglo pasado, Errázuriz ha juntado una jungla enmarañada de vigas caídas que se mezclan con hierros retorcidos por el otro terremoto, el de la desidia de las autoridades cubanas.
Arquitecta de formación, Amelia Errázuriz suele recorrer Santiago con una máquina fotográfica en la cartera, y apenas encuentra una obra en demolición, capta secuencias completas de la escena y conserva materiales que cayeron en desuso.
En una muestra titulada “Acopios” que exhibe un salón de la Universidad de Talca, en Santiago de Chile, aparecen las alusiones a una visita que la artista hiciera a la capital cubana donde vio “tantas viviendas en ruinas”, según refleja el diario El Mercurio.
El resorte para su creación parte de dos fuentes distintas: la acción telúrica en el país austral y el terremoto social que ha llevado a La Habana a la destrucción de su patrimonio y cuyo plan de restauración el historiador Eusebio Leal lleva como empresa hace un par de décadas.
A la saga de los turistas ocasionales fotografiado cada bache de la capital cubana, cada automóvil de los años ’40 ó ’50 del siglo pasado, Errázuriz ha juntado una jungla enmarañada de vigas caídas que se mezclan con hierros retorcidos por el otro terremoto, el de la desidia de las autoridades cubanas.
Arquitecta de formación, Amelia Errázuriz suele recorrer Santiago con una máquina fotográfica en la cartera, y apenas encuentra una obra en demolición, capta secuencias completas de la escena y conserva materiales que cayeron en desuso.