Trabajadores del combinado cárnico de Guantánamo, un custodio, el chofer de la directora y cómplices externos formaban una cadena ilegal fábrica-intermediarios-economía interna, de carne y sus derivados.
En cualquier otra película policial las bolsas que los delincuentes pasaban por encima del muro habrían estado llenas de dólares, joyas, drogas o lingotes de oro.
En Cuba —zoom in al Combinado Cárnico de la ciudad de Guantánamo— estaban llenas de carne, picadillo (carne molida) o embutidos, artículos que, casi tan prohibidos —o prohibitivos— en la isla como las drogas en otros países, representan como aquéllas un gran negocio para quienes los expenden en el mercado negro local.
Un reportaje de Cubanet fechado el pasado 21 de agosto daba cuenta de que a mediados de agosto “Solvisión, emisora provincial de televisión, transmitió imágenes tomadas por una cámara oculta instalada en el Combinado Cárnico. Al día siguiente, el diario Venceremos, publicó un extenso reportaje realizado por el periodista Julio César Cuba Labaut, sobre la investigación de la policía”.
Continuaba el reportero de Cubanet, Roberto Quiñones Haces: “El periodista comenzaba su trabajo afirmando que, tras un rumor, algo de cierto hay, y aseguraba que ‘en la empresa cárnica de Guantánamo se robaba carne a las dos manos’ ¡Descubrió el agua de coco! Todos los cubanos sabemos que para comer carne de res en este país hay que comprarla ilegalmente y, ¿a quién mejor que a los trabajadores del cárnico”.
¿HAY INVENTO?
Como durante décadas en Cuba los únicos lugares donde no había escasez eran los almacenes y empresas estatales, los cubanos convirtieron el robo al Estado en una práctica tan rutinaria y a su modo de ver normal que antes de trasladarse de centro de trabajo preguntaban si en el siguiente había “invento”, o sea, si se podía robar.
Es una tradición de larga data. Uno de mis personajes inolvidables en mis años universitarios, los 70, era un joven de Centro Habana que trabajaba como estibador en los muelles. Llamémosle “El Apache”.
Era el proveedor del barrio de lastex (también popularmente nombrado "láster"), la tela favorita de las mujeres por entonces. Antes de terminar su jornada cada día, El Apache localizaba un rollo, se sacaba la camisa y se desabrochaba el pantalón y entonces se “entizaba” meticulosamente en lastex como una momia. Luego se cerraba camisa y pantalón y salía tan campante, aunque un poco rígido, a coger la guagua frente al Muelle de Luz.
Otra anécdota tenía que ver con las agencias importadoras del gobierno. Acostumbrado a pescar bienes de consumo en contenedores de Consumimport, una vez El Apache se encontró varios relojes de pulsera Rolex en un contenedor de Medicuba. Desde entonces prometió que le “metería mano” hasta a Maquimport, la agencia importadora de maquinaria pesada.
Pero después de todo El Apache era un francotirador, actuaba solo y antes de iniciar su rutina miraba a su alrededor en busca de posibles delatores. Algo muy distinto se ve 40 años después en el video del Ministerio del Interior sobre el robo de carne y derivados en el combinado cárnico de Guantánamo.
EN EL CARRO DE LA DIRECTORA
Volviendo al reportaje de Venceremos, señala Quiñones Haces en Cubanet:
“El periodista nos permite concluir que se trata de un mal enraizado en el combinado cárnico guantanamero, y que la complicidad alcanza a los jefes de áreas, de turnos, de brigadas y hasta a los propios custodios, como reconoció la directora de la empresa, Aniurka Casado Peña”.
En efecto. En el video (que tiene el macarrónico título “Manifestaciones delictivas y vulnerabilidades en la actividad de control de las estructuras administrativas”) uno, luego dos, y finalmente tres trabajadores del combinado, vestidos con ropa de trabajo blanca y botas de goma participan en lo que se podría llamar la cadena fábrica-intermediario-economía interna, voleando bolsas de carne por encima del muro como si fueran balones de volibol, mientras el receptor o “balsero” al otro lado les hace el favor de levantar la alambrada superior que debería impedir la entrada de ladrones desde afuera.
Pero lo que diferencia a estos desvalijadores del siglo XXI del Apache es que actúan a la cara, en presencia de otros trabajadores (un hombre de camisa azul, una mujer con pañuelo en la cabeza) y hasta del custodio de la SEPRO, Empresa de Seguridad y Protección.
Hay más: uno de los medios de transporte para el traslado del “botín” es el Hyundai Accent asignado a la directora del Combinado, ideal para llevar en el maletero al menos un cántaro de leche lleno hasta el tope de carne. La nota de Cubanet aclara que la directora no iba al volante, sino su chofer. En el interior de otro vehículo, una furgoneta con chapa estatal, aparecen acomodadas 29 cajas de picadillo de la marca Valesul.
Al respecto narra Quiñones Haces: “Tal es la magnitud del robo de cárnicos que, una madrugada, un vehículo de la Empresa de Bebidas y Refrescos salió por la puerta principal de “el cárnico” con 29 cajas de picadillo con la “autorización” de un custodio; el chofer de la directora fue detenido transportando productos robados y uno de los llamados “balseros” -personas que se colocan del otro lado de la cerca para atrapar los bolsos de carne lanzados desde el interior de la fábrica- fue detenido in fraganti”.
Luego presentan uno de los puntos de receptación, un pequeño apartamento de ladrillos pelados construido a horcajadas sobre otra casa. Allí, listos para salir al mercado negro, se muestran varios embutidos de la marca Novel.
MAZORRA, EL LUCRO Y LA MUERTE
El video del MININT, donde la única voz que se oye es la de Raúl Castro al final, es una verdadera comedia silente, pero una que se repite, con diferentes personajes, escenarios y tramoya, en muchas empresas estatales y otras dependencias del gobierno. El mal no sólo está enraizado en el Combinado Cárnico, sino en todo el territorio nacional.Y a veces toma tintes más trágicos.
En enero del 2011 se llevó a cabo el juicio contra empleados del Hospital Psiquiátrico de Mazorra, en las afueras de La Habana, tras la muerte por hipotermia de 26 pacientes víctimas de un frío de 3.6 grados Celsius en enero del 2010.
Fotos de los fallecidos que alguien colgó en internet causaron indignación al constatarse su lamentable estado de desnutrición.
Durante el proceso judicial se confirmó que los pacientes, además de no haber sido provistos con ropa, sábanas y frazadas adecuadas, y de ser víctimas del aire helado que penetró a través de ventanas rotas, presentaban "signos positivos de desnutrición y un elevado número de diagnósticos de anemia y niveles deficientes de vitaminas".
Sin embargo el Hospital, que tenía ocupadas unas 1.484 camas como promedio , recibía una asignación total de alimentos para 2.458 camas, lo cual debía asegurar una adecuada nutrición de los pacientes .
Del director hacia abajo se solicitaron penas de hasta 14 años de prisión por abandono de desvalidos, pero también se condenó al cocinero por desvío de alimentos, y al jefe del almacén por malversación. Muchos de los suminisros desviados se vendían en el mercado negro en El Wajay y otras zonas cercanas al manicomio.
LA VIDA ESTÁ MUY CARA
En Cuba la variedad de la oferta ha aumentado gracias a la creatividad de los trabajadores privados y el levantamiento de prohibiciones, pero los precios suben, las gratuidades y subsidios se encogen, los salarios aumentan a paso de caracol, y el dinero alcanza cada vez menos.
Mientras los militares y la clase gobernante aseguran con el visto bueno del poder su futuro en el sector en divisas de la economía, los de abajo, y muchos de los del medio, pensarán que por lo menos tienen derecho al pataleo. Los que no se han pasado al sector privado sólo conocen una forma de hacerlo: robarle al Estado. Una de las razones por las que el gobierno se esfuerza parar reducir al mínimo las plantillas estatales, antes de que los carniceros, “balseros”, custodios, choferes y otros proletarios acaben desangrándolo.
En Cuba —zoom in al Combinado Cárnico de la ciudad de Guantánamo— estaban llenas de carne, picadillo (carne molida) o embutidos, artículos que, casi tan prohibidos —o prohibitivos— en la isla como las drogas en otros países, representan como aquéllas un gran negocio para quienes los expenden en el mercado negro local.
Un reportaje de Cubanet fechado el pasado 21 de agosto daba cuenta de que a mediados de agosto “Solvisión, emisora provincial de televisión, transmitió imágenes tomadas por una cámara oculta instalada en el Combinado Cárnico. Al día siguiente, el diario Venceremos, publicó un extenso reportaje realizado por el periodista Julio César Cuba Labaut, sobre la investigación de la policía”.
Continuaba el reportero de Cubanet, Roberto Quiñones Haces: “El periodista comenzaba su trabajo afirmando que, tras un rumor, algo de cierto hay, y aseguraba que ‘en la empresa cárnica de Guantánamo se robaba carne a las dos manos’ ¡Descubrió el agua de coco! Todos los cubanos sabemos que para comer carne de res en este país hay que comprarla ilegalmente y, ¿a quién mejor que a los trabajadores del cárnico”.
¿HAY INVENTO?
Como durante décadas en Cuba los únicos lugares donde no había escasez eran los almacenes y empresas estatales, los cubanos convirtieron el robo al Estado en una práctica tan rutinaria y a su modo de ver normal que antes de trasladarse de centro de trabajo preguntaban si en el siguiente había “invento”, o sea, si se podía robar.
Es una tradición de larga data. Uno de mis personajes inolvidables en mis años universitarios, los 70, era un joven de Centro Habana que trabajaba como estibador en los muelles. Llamémosle “El Apache”.
Otra anécdota tenía que ver con las agencias importadoras del gobierno. Acostumbrado a pescar bienes de consumo en contenedores de Consumimport, una vez El Apache se encontró varios relojes de pulsera Rolex en un contenedor de Medicuba. Desde entonces prometió que le “metería mano” hasta a Maquimport, la agencia importadora de maquinaria pesada.
Pero después de todo El Apache era un francotirador, actuaba solo y antes de iniciar su rutina miraba a su alrededor en busca de posibles delatores. Algo muy distinto se ve 40 años después en el video del Ministerio del Interior sobre el robo de carne y derivados en el combinado cárnico de Guantánamo.
EN EL CARRO DE LA DIRECTORA
Volviendo al reportaje de Venceremos, señala Quiñones Haces en Cubanet:
“El periodista nos permite concluir que se trata de un mal enraizado en el combinado cárnico guantanamero, y que la complicidad alcanza a los jefes de áreas, de turnos, de brigadas y hasta a los propios custodios, como reconoció la directora de la empresa, Aniurka Casado Peña”.
En efecto. En el video (que tiene el macarrónico título “Manifestaciones delictivas y vulnerabilidades en la actividad de control de las estructuras administrativas”) uno, luego dos, y finalmente tres trabajadores del combinado, vestidos con ropa de trabajo blanca y botas de goma participan en lo que se podría llamar la cadena fábrica-intermediario-economía interna, voleando bolsas de carne por encima del muro como si fueran balones de volibol, mientras el receptor o “balsero” al otro lado les hace el favor de levantar la alambrada superior que debería impedir la entrada de ladrones desde afuera.
Pero lo que diferencia a estos desvalijadores del siglo XXI del Apache es que actúan a la cara, en presencia de otros trabajadores (un hombre de camisa azul, una mujer con pañuelo en la cabeza) y hasta del custodio de la SEPRO, Empresa de Seguridad y Protección.
Hay más: uno de los medios de transporte para el traslado del “botín” es el Hyundai Accent asignado a la directora del Combinado, ideal para llevar en el maletero al menos un cántaro de leche lleno hasta el tope de carne. La nota de Cubanet aclara que la directora no iba al volante, sino su chofer. En el interior de otro vehículo, una furgoneta con chapa estatal, aparecen acomodadas 29 cajas de picadillo de la marca Valesul.
Al respecto narra Quiñones Haces: “Tal es la magnitud del robo de cárnicos que, una madrugada, un vehículo de la Empresa de Bebidas y Refrescos salió por la puerta principal de “el cárnico” con 29 cajas de picadillo con la “autorización” de un custodio; el chofer de la directora fue detenido transportando productos robados y uno de los llamados “balseros” -personas que se colocan del otro lado de la cerca para atrapar los bolsos de carne lanzados desde el interior de la fábrica- fue detenido in fraganti”.
Luego presentan uno de los puntos de receptación, un pequeño apartamento de ladrillos pelados construido a horcajadas sobre otra casa. Allí, listos para salir al mercado negro, se muestran varios embutidos de la marca Novel.
MAZORRA, EL LUCRO Y LA MUERTE
El video del MININT, donde la única voz que se oye es la de Raúl Castro al final, es una verdadera comedia silente, pero una que se repite, con diferentes personajes, escenarios y tramoya, en muchas empresas estatales y otras dependencias del gobierno. El mal no sólo está enraizado en el Combinado Cárnico, sino en todo el territorio nacional.Y a veces toma tintes más trágicos.
En enero del 2011 se llevó a cabo el juicio contra empleados del Hospital Psiquiátrico de Mazorra, en las afueras de La Habana, tras la muerte por hipotermia de 26 pacientes víctimas de un frío de 3.6 grados Celsius en enero del 2010.
Durante el proceso judicial se confirmó que los pacientes, además de no haber sido provistos con ropa, sábanas y frazadas adecuadas, y de ser víctimas del aire helado que penetró a través de ventanas rotas, presentaban "signos positivos de desnutrición y un elevado número de diagnósticos de anemia y niveles deficientes de vitaminas".
Sin embargo el Hospital, que tenía ocupadas unas 1.484 camas como promedio , recibía una asignación total de alimentos para 2.458 camas, lo cual debía asegurar una adecuada nutrición de los pacientes .
Del director hacia abajo se solicitaron penas de hasta 14 años de prisión por abandono de desvalidos, pero también se condenó al cocinero por desvío de alimentos, y al jefe del almacén por malversación. Muchos de los suminisros desviados se vendían en el mercado negro en El Wajay y otras zonas cercanas al manicomio.
LA VIDA ESTÁ MUY CARA
En Cuba la variedad de la oferta ha aumentado gracias a la creatividad de los trabajadores privados y el levantamiento de prohibiciones, pero los precios suben, las gratuidades y subsidios se encogen, los salarios aumentan a paso de caracol, y el dinero alcanza cada vez menos.