A medio año de la eventual salida del poder del mandatario cubano Raúl Castro, la reciente decisión de su gobierno de prohibir la entrega temporal de nuevas licencias a cuentapropistas se une a la lista de impopulares retrocesos en las tímidas reformas emprendidas en el 2011.
El sector privado fue presentado entonces como la fórmula mágica para absorber parte de la abultada plantilla estatal. A su vez, se vió como un importante generador de recursos al Estado a través del sistema tributario.
La marcha atrás comenzó en el 2013. El cierre de las concurridas salas privadas de cine de tercera dimensión ese año provocó el malestar general del público y de cientos de cubanos que invirtieron y perdieron sus ahorros en proyectores de video y televisores con tecnología 3D.
Lo mismo pasó cuando el gobierno prohibió a los emprendedores privados vender artículos importados como textiles y perfumes. Muchos perdieron sus inversiones. Algunos terminaron de recuperar en el mercado negro parte del dinero invertido.
Más recientemente el gobierno topó el precio de los alimentos que comercializan los agromercados y limitó las rutas y tarifas de los transportistas privados, generando el disgusto popular y hasta una huelga de brazos caídos de parte de los choferes.
La medida oficializada el martes con el pretexto de poner orden al trabajo privado, frena en seco los sueños de quienes venían preparándose para tener su propio negocio. Hasta ahora están ilesos los que ya tienen licencias.
Afecta a los sectores más rentables del cuentapropismo cubano como arrendadores de viviendas, cafeterías, paladares, productores de calzado y organizadores de fiestas.
También frena por ahora otros oficios como el de repasador particular, que suele suplir las fallas de la escuela cubana actual.
El gobierno tampoco emitirá por el momento otras licencias igualmente populares como las de instructor deportivo, operador de equipos de recreación, profesores de idioma, música y otras artes.
“Es un gran retroceso a los poquitos espacios que se le había dejado a la iniciativa privada”, dijo al Radio Martí el agricultor Emiliano González, residente en Bayamo, Granma. "Están dando un plumazo para evitar de todas las maneras que el pueblo de Cuba tenga algún poder económico".
Evitar la riqueza
Cuba ha reiterado que evitará a toda costa el enriquecimiento. Las iniciativas privadas no pueden funcionar como empresas ni cuentan con marco legal que proteja o defina sus funciones, deberes y derechos.
En seco frenaron a los vilipendiados carretilleros que venden productos agrícolas, y a los vendedores de discos que no podrán obtener nuevas licencias.
Un estudio rciente del economista Carmelo Mesa-Lago, profesor de la Universidad de Pittsburgh, indicó que el sector privado cubano tiene dos obstáculos esenciales: la falta de materias primas y las trabas e interferencias del Estado.
Cubanos consultados ven en la medida un reflejo de la frustración e ineficiencia del gobierno.
"El estado está imposibilitado, el Estado no produce prácticamente, comparado con los particuales no produce", dijo Yoel Espinosa, dueño de una cafetería en Santi Spíritus. "La producción que se lleva diariamente a las canastas son de personas particulares y qué quiere el Estado: obligarlos a que se lo vendan a ellos", opinó.
Alcibiades Silva, campesino de Songo La Maya, estimó que la medida busca evitar que la gente gane dinero y se enriquezca.
Raúl Castro había dicho al Parlamento en julio pasado que su gobierno no renunciaba al cuentapropismo pero advirtió que "es imprescindible respetar las leyes".
Por esa vía aterrizaron en la isla unos 560 mil huéspedes, en más de 22 mil alojamientos privados establecidos.
La impopular decisión llega en medio de una nueva política de Estados Unidos a Cuba esbozada recientemente por el presidente Donald Trump, que busca presionar al gobierno para que respete el derecho a las libertades individuales, al tiempo que pretende contribuir al empoderamiento del pueblo cubano.
Al cierre del primer semestre de este año un total de 567.982 cubanos trabajaban en el sector privado o "cuentapropismo" frente a los 157.731 que se afiliaron a la iniciativa hace siete años, según cifras oficiales.
[Escrito por Rosa T. Valdés, con información del programa Cuba Al Día y BBC]