Machado Ventura es quien otorga luz verde para hablar en Cuba del ébola

José Ramón Machado Ventura (c), ministro de Salud Pública; Roberto Morales (i), y Rodrigo Marmierca, ministro de Comercio Exterior e Inversión Extranjera (d).

El Ministerio de Salud Pública de Cuba recibió del Consejo de Ministros la orden de manejar con absoluta confidencialidad todo lo relativo al ébola y a los médicos colaboradores cubanos en África.

Según datos publicados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), hasta el 29 de octubre, de un total de 13.567 contagiados por ébola, habían fallecido 4.951 personas en ocho países.

La reacción tardía de las autoridades locales y los desplazamientos humanos por la zona, facilitaron la propagación de este brote que crece. Debemos actuar de conjunto, la enfermedad se ha convertido en un riesgo sin contención que podemos controlar.

Me parece responsable que representantes de varios países se reúnan en Londres, Madrid o Kuala Lumpur, para diseñar medidas contra la expansión del virus. Pero hubo quien se molestó y hasta le resultó preocupante que 32 expertos internacionales se dieran cita en La Habana, convocatoria sin precedentes, y que a dicha conferencia asistiera el señor Nelson Arboleda, director del Centro de Prevención y Control de Enfermedades para Centroamérica, como enviado de Estados Unidos.

Nada extraño. Cuba y Estados Unidos, pese a su inveterado diferendo, mantienen protocolos de coordinación en diferentes espacios comunes, en temas de bilateral importancia que, como la migración y la lucha contra el uso indebido y el tráfico de drogas ilegales, manejan con puntillosa avenencia.

Es cierto que el discurso de Arboleda "Estamos dispuestos a cooperar con todos los actores que están trabajando en la región para asegurar que tengamos una respuesta eficiente a nivel mundial contra el virus", sonó bastante parecido al que pronunció el general Raúl Castro durante la recién concluida Cumbre de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), también celebrada en La Habana; pero esta lógica coincidencia dada por la simplificación de ideas, salvando el claro detalle de que el gobernante cubano sobrepasa por 23 años el límite para la edad de jubilación laboral, no evidencia ningún acercamiento entre ambos gobiernos.

También fueron semejantes los discursos pronunciados por Yaser Arafat e Isaac Rabin cuando, en 1994, recibieron en España el Premio Príncipe de Asturias.

Hay mucho de qué preocuparse, pero no es precisamente de eso. Lo inquietante en este caso es que aún cuando el Gobierno cubano simula una actitud de cooperación y transparencia en cuanto al enfrentamiento del virus; parece tener un objetivo público y otro discrecional. Es real, envía médicos; pero también hermetiza y oculta información.

Hace poco más de un mes, después de una reunión de emergencia en el Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros, el MINSAP (Ministerio de Salud Pública) recibió la orden de manejar con absoluta confidencialidad todo lo relativo al ébola y a los médicos colaboradores cubanos en África, además de dosificar a la prensa, incluyendo a organismos nacionales e internacionales, cualquier información referente. Sólo tiene luz verde la autorizada por el vicepresidente cubano José Ramón Machado Ventura, quien además es el segundo secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.

Paralelo a ello, y lo podemos constatar en la página web del MINREX, varias delegaciones cubanas han tenido muy frecuentes reuniones con líderes y representantes de países africanos, sobre todo de naciones fronterizas con Liberia, Sierra Leona y Guinea.

Pudiera parecer normal, estamos frente a una emergencia; lo extraño, o cuando menos preocupante, es que a tan reiteradas reuniones, además de políticos y doctores, el Gobierno cubano envía directivos de la Comercializadora de Servicios Médicos Cubanos S.A., y de la Empresa Comercializadora y Distribuidora de Medicamentos (EMCOMED). Súper claro, el secreto cubano responde a una estrategia comercial y a ese estilo tan miserable de ver la vida con deshonra: Enganchar con médicos baratos, y rematar con medicinas caras.

Para ellos, la salud es como la dignidad, no tiene precio pero siempre hay que pagar por ella.