Cuando yo tenía cabello y me podía peinar, en cierto grupo de analistas alguien puso de moda la frase "Si Moscú tuviera un Hollywood, el mundo sería comunista y Cuba sería su Humphrey Bogart".
Aquello me parecía incoherente, pero años después comprendí que la revolución cubana no era un fenómeno aislado convertido en trending topic gracias a su propio talento, sino que formaba parte de un proceso que nació en el medio de la Guerra Fría y, sin pretender adentrarme en un análisis detallado de los antecedentes históricos porque no quiero aburrir y porque asumo que los conocemos, se transformó en un movimiento patriótico-nacionalista obediente, más que al bloque comunista, a la biografía (muchas veces exagerada) de esos hombres y mujeres que supieron aprovechar el entusiasmo popular y el carisma personal para monopolizar la atención, el poder, los medios, la información, la fuerza económica y toda la institucionalidad del país, causando prejuicios que van mucho más allá del financiero.
Pero Bogart falleció, las condiciones cambiaron, los líderes envejecieron, perdieron el erotismo y terminó la simpatía porque entre otras muchas cosas apareció la Internet y acortó las 90 millas.
Así fue cómo la mayor de las Antillas, el faro de Latinoamérica, se transformó en fuego fatuo y, aunque el Gobierno cubano realiza obstinados esfuerzos por mantenerse encumbrado, sabe que ya es imposible revolucionar la Revolución.
tanta depauperación es producto de viejas estrategias que, impulsadas por el Gobierno para adoctrinar y realzar la importancia del igualitarismo y luchar contra las costumbres burguesas, surtieron efecto boomerang y llevaron la crisis al centro del régimen
Un estudio recién publicado, al que no doy credibilidad por la cifra, asegura que uno de cada 10 cubanos vive en la pobreza aún teniendo trabajo. Y es curioso, porque sea cierto o no el número de cubanos pobres, creo que tanta depauperación es producto de viejas estrategias que, impulsadas por el Gobierno para adoctrinar y realzar la importancia del igualitarismo y luchar contra las costumbres burguesas, surtieron efecto boomerang y llevaron la crisis al centro del régimen.
Por ello me cuesta entender el por qué algunos tertulianos, para combatir al Gobierno, se aferran a viejas teorías y fundamentan el discurso en la victimización de pueblo, en la apología al miedo, a la pobreza; y no en los visibles ejemplos de jóvenes emprendedores que dentro de la isla, aunque no abiertamente en contra, pero sí de espaldas al Estado, consiguen escapar de esa media igualitaria.
La información es un derecho que al convertirse en mercancía restó importancia a la verdad; pero aunque muchos medios de prensa, cuando se refieren a Cuba, muestran solamente una parte de la realidad que no deja de ser atractiva a ciertos sectores de audiencia; nuestro país es mucho más y ya no es aquella sociedad en la que los ciudadanos repetían lo mismo como alelados.
El nuevo monotema gira alrededor de cómo presionar al Gobierno para obligarlo a realizar una segunda evaluación de las restricciones de viaje y lograr que los cubanos de ultramar puedan regresar a la isla sin necesidad de solicitar permisos ni obedecer criterios de selección
Quedan muchos, claro está, pero es imposible negar que los relojes de la isla comienzan a funcionar. La prueba está en el constante y profundo debate que sin estar organizado por bando político alguno, empieza a sonar en colas, bodegas, paradas de guagua, y hogares.
El nuevo monotema gira alrededor de cómo presionar al Gobierno para obligarlo a realizar una segunda evaluación de las restricciones de viaje y lograr que los cubanos de ultramar puedan regresar a la isla sin necesidad de solicitar permisos ni obedecer criterios de selección. Espontáneo empuje en el que participan sin convocatoria amas de casa, trabajadores, desempleados, campesinos, militares y hasta miembros del partido, porque sufren y han sufrido la separación familiar… Bueno, y porque el dinero ayuda.
Así es Hollywwod, no olvido que en El halcón Maltés, el propio Humphrey Bogart dijo: "No le creímos a usted, creímos en los 200 dólares. Nos pagó más que si hubiese dicho la verdad, y lo bastante como para que nos importara".