Privados cubanos pagan el doble de impuestos que similares latinoamericanos

  • Agencias

La Ley 113 aprobada en 2012 por la Asamblea Nacional de Cuba contempla 19 tipos de impuestos.

La alta carga tributaria desalienta a microempresarios y cooperativistas, en contradicción con la política del Gobierno, advierte la revista católica "Palabra Nueva".

Los altos impuestos en Cuba desalientan la actividad de pequeñas empresas privadas y cooperativas, que, sin embargo, el Gobierno busca impulsar como complemento de la economía estatal, afirma una revista católica de la isla.

Las muy altas tasas marginales de impuestos previstos por la ley sobre la renta de personas físicas desincentiva la promoción de actividades del sector no gubernamental (privado), un hecho que contradice la política oficial de promoción de ese sector, señala Palabra Nueva, publicación de la Arquidiócesis de La Habana.

La promoción de las pequeñas empresas privadas y cooperativas forma parte de las reformas aplicadas por el gobernante Raúl Castro para "actualizar" el agotado modelo económico de corte soviético, como fuentes de empleo y desarrollo de servicios y pequeñas producciones, de los que se deshace la empresa estatal.

Después de crecer 18% desde que se empezó a estimular su crecimiento en 2010, el aporte tributario del sector privado cubano representó en 2013 el 2% del presupuesto del Estado. Actualmente los cuentapropistas representan el 8% del empleo y generan el 5% del PIB, según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI).

A la par, el Parlamento aprobó una nueva ley de impuestos que se puso en vigor en enero de 2013, para regular estas nuevas figuras productivas. Pero la nueva ley "resultó en una carga tributaria muy elevada para un país del nivel de ingresos de Cuba", señala la revista en un artículo firmado por Lorenzo L. Pérez, funcionario jubilado del Fondo Monetario Internacional.

Paladar de Doña Eutimia: Los negocios privados con más de cinco trabajadores contratados tienen que pagar en 2015 un impuesto del 12%.

La Ley 113 que sustituyó en 2012 a la anterior ley 94, "consta de diecinueve impuestos, tres contribuciones y tres peajes. Los directos son: el impuesto sobre ingresos personales y el impuesto sobre las utilidades de personas jurídicas. Además, hay otros gravámenes sobre ventas de bienes y servicios; transporte; por la utilización de fuerza de trabajo; aranceles; sobre propiedades y herencias; por el uso o explotación de recursos naturales y para la protección del medio ambiente", señala Pérez.

"Las contribuciones son para la seguridad social y para recaudar recursos destinados a los municipios. Los peajes se cobran por el uso de algunas carreteras, aeropuertos, anuncios físicos externos y anuncios comerciales. La nueva ley, básicamente, reproduce la Ley 94, pero crea nuevos impuestos como el de la protección del medio ambiente e introduce otros, como los instituidos sobre la propiedad y las herencias", añade.

El exempleado del FMI mide la carga tributaria al dividir el valor de los impuestos por el del Producto Interno Bruto. "El resultado para Cuba fue del 40% en el 2012 (...) este registro equivale el doble del promedio de la carga tributaria en los países latinoamericanos".

En cuanto al impuesto por ingresos personales, apunta que los cubanos deben pagar una tasa de hasta 50% por ingresos mayores de $2.000 anuales, "considerablemente más alta que el promedio en Latinoamérica (que es de 27%)", sin considerar que en el resto de la región las tasas marginales "son gravadas a niveles de ingresos mucho más altos".

Otro problema muy serio del sistema tributario cubano es "la existencia del impuesto al uso de la fuerza laboral. Esta carga crea un gran sesgo en contra de la mano de obra que trabaja por cuenta propia, en clara contradicción con la política oficial", advierte.

Según el criterio del experto, "Cuba necesita de una reforma fiscal abarcadora que, al mismo tiempo que reduzca la carga tributaria, genere suficientes recursos para financiar las funciones básicas de un Estado moderno y resulte en un sistema de impuestos equitativo y que promueva la eficiencia económica", concluye diciendo Lorenzo L. Pérez en Palabra Nueva.