El diario británico de temas económicos Financial Times (FT) dice en un reportaje sobre las posibilidades de invertir en Cuba que, aunque el anuncio sobre la normalización de relaciones entre la isla y Estados Unidos encendió una hoguera de expectativas, podría tratarse de expectativas sobrevaloradas, considerando las circunstancias.
Para empezar, la economía de Cuba, con todo su exotismo, no es mayor que la de República Dominicana, con un producto interno bruto de $80.000 millones.
Luego, está el embargo estadounidense. "Las perspectivas [en Washington] para el levantamiento del embargo a corto plazo son escasas", opina Michael Shifter del grupo de reflexión Diálogo Interamericano.
FT advierte que la idea de que empresas y turistas de Estados Unidos pronto pudieran convertir a la isla en un parque temático comunista al estilo Disney, con McDonald's a lo largo del Malecón habanero, es también poco probable, porque el Gobierno de los Castro ha estado ahí por 56 años y se vanagloria de su soberanía.
El embargo, cuya derogación requeriría legalmente la solución de problemas difíciles como las más de 6.000 demandas de empresas estadounidenses sobre propiedades confiscadas, "pone un freno a las empresas estadounidenses, pero también a las de terceros países".
"Tenemos que ser totalmente autofinanciados", comentó a la publicación un operador turístico europeo. "El nuevo enfoque de Estados Unidos es que si bien el financiamiento ya no es ilegal, tampoco es necesariamente legal, lo que lo hace problemático".
El diario añade que, aun si el embargo desapareciera de la noche a la mañana, la isla todavía seguiría enfrentada al "embargo interno": el zarzal de la burocracia de estilo soviético y las actitudes centralizadoras socialistas que hacen difícil cualquier negocio.
En ese sentido el cotidiano cita al académico oficialista Rafael Hernández, director de la revista Temas: "Todas las reformas económicas de Raúl involucran la descentralización, lo cual es positivo, porque Cuba lo necesita. El problema es... que eso no ha sucedido".
Financial Times observa que si bien el mundo se está abriendo a Cuba (las consultas sobre negocios en la Zona de Desarrollo Especial de Mariel han pasado de 35 a más de 300 desde el anuncio de diciembre), la apertura de Cuba al mundo transcurre lentamente. "El Partido Comunista se debate entre dejar que las reformas maduren y mantener el control", por lo que "no es una sorpresa que los resultados hasta ahora hayan sido decepcionantes, como lo ha reconocido el propio Castro".
"Tratar con el embargo interno es uno de los mayores desafíos de Cuba", dijo Pedro Freyre, del bufete de abogados estadounidense Akerman. "Puede que el Estado quiera dejar que las pequeñas empresas crezcan... pero a menudo las grava, regula y castiga".
En cuanto a las inversiones, "Cuba también sufre de un ancho de banda limitado para tratar con los intereses extranjeros", señala FT y pone este ejemplo: Los seis proyectos aprobados hasta ahora para el Mariel requirieron la aprobación de la máxima autoridad: el Consejo de Ministros.
Las empresas extranjeras que pudieron hacer negocios rentables en la isla años atrás son un puñado de compañías grandes como la minera canadiense Sherritt International, el fabricante de bebidas francés Pernod Ricard y el grupo de telecomunicaciones Bouygues. Más recientemente, pequeñas empresas familiares de emigrados cubanos han estado financiando micronegocios privados de parientes y amigos residentes en la isla como las "paladares" (restaurantes), y las "casas particulares" de huéspedes, así como adquiriendo propiedades inmobiliarias a través de ellos.
Financial Times concluye diciendo que el mensaje que tienen los empresarios extranjeros establecidos en la isla es que Cuba es un mercado potencialmente atractivo para cualquiera que pueda conformarse con esperar por dividendos inseguros y a largo plazo.
"El forastero asume todos los riesgos", dijo a FT un hombre de negocios europeo. "He conocido tanto finales felices como infelices".