Leyes y resoluciones del gobierno de Cuba prescriben que algunos de esos objetos que para usted tienen alto valor sentimental, no pueden salir del país, pues son “museables”. A menos que “resuelva” una autorización.
Si usted va a Cuba y a su salida espera llevarse consigo lo que queda de la vajilla de la familia, el reloj de su bisabuelo, o un libro de su padre editado en los primeros años de la revolución, piénselo dos veces: para las autoridades cubanas estos “recuerdos” pueden ser piezas museables y considerados parte del patrimonio nacional. En el mejor de los casos, se los podrían decomisar en la Aduana.
Un reportaje en el sitio web Cuba Contemporánea cita la Resolución 57/1994 del Ministerio de Cultura, donde se definen “los bienes culturales patrimoniales que deben ser protegidos a través de mecanismos de control, según el Registro Nacional de Bienes Culturales (RNBC)”.
La relación incluye “colecciones u objetos de interés científico; productos de excavaciones y descubrimientos arqueológicos; elementos provenientes de la desmembración de monumentos artísticos o históricos, objetos y documentos etnológicos o folklóricos, mapas y otros materiales cartográficos, partituras y grabaciones sonoras originales, objetos etnográficos e instrumentos musicales”
También se incluyen “manuscritos raros; libros y publicaciones editados hace más de 50 años; archivos fotográficos y cinematográficos; objetos de interés numismático, filatélicos y vitofílicos, documentos y demás bienes relacionados con formadores de la nacionalidad y la independencia cubanas, dirigentes y personalidades sobresalientes”.
La exportación de estos bienes culturales sin embargo, no se descarta del todo, sólo que deben ir acompañados de un permiso de salida o Certificado de Exportación emitido por el RNBC.
La mencionada resolución establece, además, que si no se presenta ante la Aduana General de la República (AGR) la autorización al momento de salida del territorio nacional, ese órgano tiene la potestad de decomisar el bien ante un hecho catalogado como de contrabando. Y los contrabandistas pueden ser multados e incluso denunciados ante los tribunales.
La autora precisa que el año pasado, la Aduana General de la República registró 302 casos en los que no se cumplieron los requisitos establecidos de documentación y quedaron decomisados 2.639 bienes culturales. De ellos, 2.285 pertenecían al grupo de las artes decorativas. De enero a marzo del presente año han sido decomisados 885 bienes en 68 infracciones detectadas.
Según dos expertas del RNBC, “lo más común son casos que se relacionan con la intención de llevarse relojes de pared, sobre todo de la marca Cuervo y sobrinos; vajillas, cubiertos, lámparas de techo o de mesa, adornos y otros objetos que, aunque pertenezcan a una familia, pueden tener valor museable”.
También es frecuente que pasajeros lleven a su salida del país libros editados hace más de 50 años, “que pertenecen a Ediciones Revolución, o que tienen cuños institucionales, y es esencial portar el permiso para su exportación”.
Como podría esperarse, cubanos que residen en el exterior son los que más incurren en este tipo de infracción. Las especialistas explicaron que “aunque llevarse un recuerdo de la familia viene unido al desconocimiento de la ley en muchas ocasiones, el proceder es el mismo”.
En cuanto a sacar ilegalmente obras de las artes plásticas, aclararon que, si bien no es frecuente, sí se ha hecho, principalmente camuflando aquellas que sí tienen valor patrimonial entre las que no lo poseen. La preparación del aduanero sería el elemento clave que permite “descubrir” estos objetos en el interior de los equipajes a través de la técnica de los Rayos X.
Las autoridades cubanas que se precian de estos estrictos controles todavía no han explicado cómo fueron primero sustraídas de un almacén del Museo Nacional de Bellas Artes, y después probablemente sacadas de Cuba, setenta obras de maestros de la pintura cubana como Leopoldo Romañach, Víctor Manuel García, Eduardo Abela y Armando García Menocal.
El robo salió a la luz pública en febrero pasado cuando el coleccionista y galerista Ramón Cernuda inquirió ante las autoridades del museo cubano por el cuadro de Abela “Carnaval Infantil”, que había comprado en Miami.
El patrimonio cultural cubano fue por otra parte usado como una de las tablas de salvación del gobierno de Cuba durante la debacle económica que provocó en la isla la desaparición del bloque soviético y de la URSS.
Un estudio hecho por la Fundación Nacional Cubano-Americana calculó que en el llamado período especial de los años 90 las famosas casas de subasta Christie's y Sotheby's vendieron cerca de 900 obras de arte, pinturas, antigüedades y manuscritos históricos de incalculable valor provenientes del Museo Nacional de Bellas Artes y del Archivo Nacional de Cuba.
Un reportaje en el sitio web Cuba Contemporánea cita la Resolución 57/1994 del Ministerio de Cultura, donde se definen “los bienes culturales patrimoniales que deben ser protegidos a través de mecanismos de control, según el Registro Nacional de Bienes Culturales (RNBC)”.
La relación incluye “colecciones u objetos de interés científico; productos de excavaciones y descubrimientos arqueológicos; elementos provenientes de la desmembración de monumentos artísticos o históricos, objetos y documentos etnológicos o folklóricos, mapas y otros materiales cartográficos, partituras y grabaciones sonoras originales, objetos etnográficos e instrumentos musicales”
También se incluyen “manuscritos raros; libros y publicaciones editados hace más de 50 años; archivos fotográficos y cinematográficos; objetos de interés numismático, filatélicos y vitofílicos, documentos y demás bienes relacionados con formadores de la nacionalidad y la independencia cubanas, dirigentes y personalidades sobresalientes”.
La exportación de estos bienes culturales sin embargo, no se descarta del todo, sólo que deben ir acompañados de un permiso de salida o Certificado de Exportación emitido por el RNBC.
La mencionada resolución establece, además, que si no se presenta ante la Aduana General de la República (AGR) la autorización al momento de salida del territorio nacional, ese órgano tiene la potestad de decomisar el bien ante un hecho catalogado como de contrabando. Y los contrabandistas pueden ser multados e incluso denunciados ante los tribunales.
Sobrecumpliendo las metas
La autora precisa que el año pasado, la Aduana General de la República registró 302 casos en los que no se cumplieron los requisitos establecidos de documentación y quedaron decomisados 2.639 bienes culturales. De ellos, 2.285 pertenecían al grupo de las artes decorativas. De enero a marzo del presente año han sido decomisados 885 bienes en 68 infracciones detectadas.
Según dos expertas del RNBC, “lo más común son casos que se relacionan con la intención de llevarse relojes de pared, sobre todo de la marca Cuervo y sobrinos; vajillas, cubiertos, lámparas de techo o de mesa, adornos y otros objetos que, aunque pertenezcan a una familia, pueden tener valor museable”.
También es frecuente que pasajeros lleven a su salida del país libros editados hace más de 50 años, “que pertenecen a Ediciones Revolución, o que tienen cuños institucionales, y es esencial portar el permiso para su exportación”.
Como podría esperarse, cubanos que residen en el exterior son los que más incurren en este tipo de infracción. Las especialistas explicaron que “aunque llevarse un recuerdo de la familia viene unido al desconocimiento de la ley en muchas ocasiones, el proceder es el mismo”.
En cuanto a sacar ilegalmente obras de las artes plásticas, aclararon que, si bien no es frecuente, sí se ha hecho, principalmente camuflando aquellas que sí tienen valor patrimonial entre las que no lo poseen. La preparación del aduanero sería el elemento clave que permite “descubrir” estos objetos en el interior de los equipajes a través de la técnica de los Rayos X.
Todo es según el color... del dinero
Las autoridades cubanas que se precian de estos estrictos controles todavía no han explicado cómo fueron primero sustraídas de un almacén del Museo Nacional de Bellas Artes, y después probablemente sacadas de Cuba, setenta obras de maestros de la pintura cubana como Leopoldo Romañach, Víctor Manuel García, Eduardo Abela y Armando García Menocal.
El robo salió a la luz pública en febrero pasado cuando el coleccionista y galerista Ramón Cernuda inquirió ante las autoridades del museo cubano por el cuadro de Abela “Carnaval Infantil”, que había comprado en Miami.
El patrimonio cultural cubano fue por otra parte usado como una de las tablas de salvación del gobierno de Cuba durante la debacle económica que provocó en la isla la desaparición del bloque soviético y de la URSS.
Un estudio hecho por la Fundación Nacional Cubano-Americana calculó que en el llamado período especial de los años 90 las famosas casas de subasta Christie's y Sotheby's vendieron cerca de 900 obras de arte, pinturas, antigüedades y manuscritos históricos de incalculable valor provenientes del Museo Nacional de Bellas Artes y del Archivo Nacional de Cuba.