El béisbol cubano y los distintos exilios

Peloteros cubanos, integrantes de la preselección que se prepara para competir en marzo en el Clásico Mundial de béisbol.

Pero Castro sabía que sin pelota no hay país.
Ya uno no puede hablar de uno solo exilio cubano. Hay varios grupos.

Esto no quiere decir que los cubanos que llegan primero sean mejor o peor que los que han llegado en años recientes.

Digamos que los distintos grupos somos diferentes.

Tenemos puntos de vista diferentes en política; no compartimos los mismos intereses; y nuestras ambiciones están distantes.

Aquellos que llegaron en los primeros años de la Revolución buscaban asilo político y con el pasar del tiempo se han integrado a la vida cotidiana en este país.

Pudiéramos decir que hasta los que llegaron vía Mariel en 1980 ya han adquirido muchas de las características de los primeros exiliados.

Pero no hablemos de política. Ya eso es aburrido. En vez, hablemos de pelota.

Una de las primeras cosas que hizo Fidel Castro fue eliminar el beisbol profesional.. Adiós a la liga invernal y a los Cuban Sugar Kings un equipo AAA que jugaban en la Liga Internacional .

Pero Castro sabía que sin pelota no hay país y con rapidez en Cuba crearon un campeonato de beisbol amateur con equipos por todo el país. El más famoso de ellos, sin duda fue el de los Industriales. A la vez los equipos que representaban a Cuba en campeonatos amateurs ganaban los torneos con mucha frecuencia.

De ahí surge la dicotomía de los fanáticos de aquí y los de allá. Los cubanos que llevan décadas en Estados Unidos siguen la pelota de Grandes Ligas y en particular lo que hacen los jugadores cubanos.

Sería tediosos el nombrar a todos los peloteros cubanos que han jugado en las mayores. La lista comienza con los que ya estaban aquí cuando Castro tomo el poder. Ellos decidieron quedarse en Estados Unidos. Después han venido los que se escapan del equipo nacional en giras por distintas partes del mundo y los que nacen aquí de padres cubanos.

Unos de los desertores es Yoenis Céspedes, quien ganara el torneo del mejor jonronero en el Juego de las Estrellas. Hay decenas más en los 30 equipos de las mayores.

Para los exiliados históricos los desertores son bienvenidos y los aplauden como si hubieran nacido aquí. Hay casos especias como el joven estrella de los Miami Marlins José Fernández que a pesar de solo tener 21 años recién cumplidos, estuvo un año preso en la isla por tratar de escaparse en bote y después en su último viaje tuvo que lanzarse de noche al aguar de Estrecho de la Florida para salvar a su mamá.

Fernández es una estrella y un héroe para los exiliados. Y nada le perjudica el ser uno de los mejores lanzadores en las mayores, a pesar de su corta edad.

Cespedes por el contrario se ha buscado la enemistad de muchos exiliados por su reciente reunión con Antonio Castro, hijo de Fidel y vicepresidente de la selección cubana de beisbol. Fue un “blog” de una reportera del San Francisco Chronicle la que diera la noticia.

Mientras los viejos exiliados vivimos la pelota americana, los recién llegados en las últimas décadas todavía les interesa más la pelota en Cuba. Muchos siguen a su equipo favorito. Los diarios en Miami cubren los juegos en Cuba a la par con los juegos en las Grandes Ligas. De esa forma satisfacen a todo el exilio.

Pero, hay más. Los que han llegado – y son decenas de miles de ellos – en los últimos años también buscan capítulos de las novelas que veían en Cuba y ven religiosamente los programas en español moderados por los mismos presentadores que hacían programas similares en Cuba.

Cuando anunciaron recientemente que un equipo de jugadores retirados de los Industriales venía a la Florida a jugar con retirados del mismo equipo que viven en Estados Unidos, la diferencia entre los distintos grupos del exilio no pudo ser mayor.
El equipo de Cuba llegó en domingo y fue recibido por muchísimos fanáticos que esperaban poder ver los juegos programados: dos en Tampa el 23 y 24 de agosto y un doble juego en Miami el 25 de agosto.

En Tampa no hay problemas. Pero los juegos en Miami están en el aire. Se suponía que jugaran en el estado de la Universidad Internacional de la Florida. Pero una ley estatal lo prohíbe. Ahora tratan de buscar otro estadio para jugar, posiblemente en Homestead.

Lo nuevo de esta controversia es que la pelea es entre los cubanos que llegaron hace décadas y los que han llegado en los últimos años. Los primeros ven como una afrenta la presencia de los Industriales en Miami. Los llegados en las últimos décadas quieren ver a sus ídolos.

La diferencia entre ambos bandos es enorme. Los históricos sólo aceptan a los que se quedan en Estados Unidos. Lo recién llegados todavía añoran la pelota que ellos mejor conocen, la que se juega en Cuba.