El famoso cantautor cubano Silvio Rodríguez ha publicado en su blog Segunda Cita una entrevista realizada por Cuba Posible (CP) al Premio Nacional de Ciencias Sociales de Cuba Aurelio Alonso. ¿El tema?: “La necesaria apertura a un debate inteligente, comprometido, desprejuiciado y sin temores”.
La decisión podría interpretarse como un espaldarazo de Rodríguez, un ex diputado a la Asamblea Nacional de Cuba y cauteloso crítico del inmovilismo político en Cuba, al “laboratorio de ideas” fundado por Roberto Veiga y Lenier González, los exeditores de la publicación católica Espacio Laical.
El periodista uruguayo-cubano Fernando Ravsberg describe en el diario español Público.es a CP, la criatura de Veiga y González, como “una nueva fuerza política” que estaría luchando por hacer más diversa la participación en el debate que se avecina sobre el futuro de Cuba, una discusión aún controlada por la ortodoxia comunista.
“Las diferencias”, dice Ravsberg, “no radican en la participación de los disidentes tradicionales, que no tienen ninguna influencia social, sino en una nueva fuerza política surgida durante los últimos años, Cuba Posible. Esta formación nace bajo el paraguas de la Iglesia Católica, pero se desprende de ella y se nutre con intelectuales de todos los sectores, incluso algunos destacados marxistas”.
Antes de perder el amparo de la Iglesia, Veiga y González promovieron desde Espacio Laical debates sobre los problemas de Cuba que incluyeron a cubanos de la isla (Omar Everleny Pérez, Pavel Vidal, Jesús Arboleya) y emigrados (Carmelo Mesa-Lago, Carlos Saladrigas, Arturo López Levy) generalmente con criterios divergentes del dogma oficial, pero sin una confrontación directa con el gobierno de la isla.
Las opiniones vertidas por Alonso en la entrevista son un ejemplo de esa “unidad, pero no uniformidad” que persigue Cuba Posible. Por ejemplo, admite las presiones políticas y sociales contra la disidencia, incluidas las sanciones, condenaciones y campañas de desprestigio, aunque no las identifica como la ejecución de una política oficial, sino que las personaliza como “celo oficioso” o “simple superficialidad”, rezagos de “deformaciones autoritarias que no han quedado atrás”:
“En general, mejoran las actitudes para reclamar el respeto del otro, reciprocándolo, cuando afloran las diferencias. Tampoco afirmaría que hayamos llegado a un punto en que el pensamiento crítico pueda ejercerse y difundirse exento de presiones, políticas o sociales, cuando discrepa del discurso político reconocido. En unos casos por celo oficioso, pero en otros por simple superficialidad. Aclaro una distinción que hice: considero presiones políticas la sanción o la condenación explícita, una limitación abierta, el cierre de una revista, una acusación injusta o parcial, por ejemplo. Además, el rechazo a ser publicado, la proscripción para disertar en el aula, para participar en debates, la exclusión profesional, las restricciones para ejercer con espontaneidad una iniciativa de asociación dentro de las proyecciones mismas de la transición socialista, y las campañas contra el prestigio del oponente, se den al amparo de una autoridad o se produzcan entre simples polemistas, prefiero calificarlas de presiones de carácter social y creo que ponen de manifiesto la dimensión cultural de deformaciones autoritarias que no han quedado atrás”, explica Alonso.
Contraofensiva ortodoxa
Como han señalado Ravsberg en Público.es y (en la publicación estadounidense Politico) la periodista especializada en asuntos cubanos Ann-Louise Bardach, el reciente VII Congreso del Partido Comunista fue escenario de una contraofensiva de la ortodoxia comunista contra una mayor apertura política y económica en la isla.
“Los ortodoxos quieren cambiar nada menos que 600 puntos de la propuesta de modelo realizada por el gobierno. Para lograrlo intentaron limitar el debate al reciente Congreso del Partido donde contaban con más fuerza. Sin embargo, la protesta surgió desde la misma militancia comunista (…) Finalmente, se acordó llevar el debate a toda la nación”, dice Ravsberg.
Bardach apunta, por su parte, que tras ser exhortados por Fidel Castro a “luchar sin tregua” los intransigentes del Partido "pasaron los primeros tres días del Congreso emitiendo edictos retrógrados, restableciendo su hegemonía". Aferrados por puro instinto de supervivencia a la línea dura, “rechazaron el retiro de la vieja guardia y demeritaron las reformas que podían rescatar a la moribunda economía”.
Bajo la égida de la intolerancia partidista (Raúl Castro reiteró en el Congreso que el Partido seguirá siendo la fuerza directriz de la sociedad), la labor de Cuba Posible a través de su discurso disonante --sin llegar a quebrar la armonía-- y más centrista e inclusivo, es aplaudida por algunos, mientras que otros la consideran insuficiente.
Refiriéndose en Diario de Cuba al evento "Cuba y los desafíos actuales", celebrado el mes pasado en Nueva York, el escritor cubano Francisco Almagro reseña: “En cuatro paneles formados principalmente por cubanos de la Isla y de la diáspora, se debatió sobre la aspiración al desarrollo hasta 2030, la calidad del cambio social con bienestar, equidad y justicia; cómo ven la Cuba presente personajes de la política global, y por último, si la supuestas transformaciones en Cuba son asuntos de poder, de conocimiento o de actores. Lo más interesante del evento fue la pluralidad, cuando no los puntos divergentes e incluso contrapuestos de quienes allí participaron”.
En cambio, para el académico cubano Haroldo Dilla en Cubaencuentro , si bien la existencia de CP es positiva, su inclusividad es limitada:
“Me parece muy bien que CP se reúna, en New York o en La Habana. Me parece muy importante que potencie la discusión sobre el futuro de la Isla. CP es una plataforma legítima y con un rol limitado, pero positivo en muchos sentidos. Y creo que esta reunión tuvo a su favor figuras intelectuales aceptables, y algunas de primer orden como fueron los casos de Carmelo Mesa Lago, Pedro Monreal y Mauricio de Miranda”, señaló Dilla.
“Pero también creo que Cuba Posible está comportándose con el mismo sectarismo exclusionista que el Gobierno cubano. Solo que cada cual escoge a sus ilegítimos. Voy a recordar que en los mismos momentos en que se celebraba esta reunión, estaban en New York diferentes cubanos con méritos suficientes para estar en la reunión, e incluso en algún panel", acotó.
"Estaba, por ejemplo, Manuel Cuesta Morúa, activista cívico oposicionista con un perfil intelectual plenamente reconocido y que acaba de lanzar un programa político/social democrático de altos quilates. Estaba Rafael Rojas, a quien no tengo que presentar, y al que se permitió asistir en el público por petición propia. Estaba Armando Chaguaceda, un doctor en Ciencias con una obra teórica de muy alta calidad. Y estaba yo, que al menos me merecía que me hubieran invitado a mirar sin hablar”, agregó.
“La exclusión tiene que ver con otra variable: la lealtad al Gobierno cubano. Al menos esa variable blanda de lealtad que sigue considerando a la élite política cubana como un interlocutor legítimo y creíble (la apología al discurso supuestamente democratizador de Raúl Castro es enternecedora), al régimen como un dispositivo reformable, y a los opositores que no creen en eso como fichas despreciables”, aseveró Dilla.
¿En la cerca?
Aunque el amago (armónico con el poder) de CP hacia el centro político puede ser un atractivo para ciertos críticos orgánicos, o para aquellos que, aunque no se creen el manual, tampoco tienen vocación de kamikaze como los opositores activos, un viejo dicho recurrido por los militantes del partido para “echar frío” a los alteradores de la sagrada unanimidad prescribe que “aquí nadie puede estar en la cerca”. Y así la propaganda oficial no ha tardado en enfilar sus cañones contra el laboratorio de Veiga y González.
“Con el lenguaje arrogante que caracteriza a todo pensamiento totalitario, los pelotones de fusilamiento digital cubanos —ajusticiadores en las sombras— vieron en los participantes, auspiciadores y financistas a "agentes de la CIA", "especialistas de la subversión", y "viejos amigos de la FNCA (Fundación Nacional Cubano Americana)", dice Almagro.
Tanto Las Razones de Cuba, un sitio de la Seguridad del Estado, como el bloguero oficialista Iroel Sánchez ( “el oficial que atiende” extraoficialmente a CP), pasan por alto en su misión de desprestigio que el evento en Nueva York fue patrocinado por la Oficina de Washington para América Latina (WOLA), “una organización autofinanciada y con un largo expediente de lucha a favor de eliminar el embargo y cooperar en la mejoría de las relaciones entre Cuba y EEUU”, como señala Almagro, para concentrarse en la sede de la conferencia, proporcionada por Open Society Fundation, la fundación liberal creada y dirigida por George Soros, y a la que acusan de alentar revoluciones democráticas desde Ucrania hasta Venezuela.
¿Llegará a ser más eficiente y aglutinadora que la disidencia tradicional Cuba Posible como fuerza política, con su mensaje intelectual de discrepancia suave, fresca y bajita de sal? ¿Merecerá que el poder le conceda algunos escaños en una Asamblea Nacional reformada?
“No sabemos el ‘pasado que le espera’ a Cuba Posible. Lo más probable es que implote: hay colocada suficiente dinamita en sus bases para hacerla explotar desde adentro”, subrayó Almagro.
“Solo hay que esperar la orden. Orden detenida, creen algunos, porque alrededor de Cuba Posible hay importantes hombres de negocios, personalidades de izquierda y hombres y fundaciones de una larga tradición humanitaria que pudieran ser útiles ante el caos que se avecina. Los desafíos de Cuba Posible son los mismos de Cuba en todos los tiempos: sobrevivir a los intereses personales, a los necesitados de méritos y de dólares; sobrevivir a una Cuba encarnada en hombres cuyos proyectos están por encima del bien de todos”, concluyó.