Si no fuese por lo esperpéntico reconocería que es muy gracioso. Raúl dice que en 2018, tras casi sesenta años de mandato autoritario y represor dejará el poder ( sin especificar en manos de qué, de quien o de cuantos) como si fuese una dádiva; y encima atentos a lo que dice...¡que le gustaría visitar Miami!.
A esta altura hasta el Récord Guiness está por reconocer, que tanto él como su hermano Fidel, además de un profuso legajo en materia de violaciones de derechos humanos, cuentan con dos de los rostros mas duros de la Historia de la humanidad, desde que se mide la solidificación de la cara y su relación con el desparpajo impúdico.
Sobre los dictadores y déspotas es poco lo que puede llamarnos la atención, sin embargo parece ser que no acerca de todos los dictadores por igual.
Conozco muchas personas respetables en su ámbito social, de sensibilidad de "pseudo izquierdas" que estarían en las trincheras de la clandestinidad ( o más bien detrás de la barra de algún bar) condenando la opresión tiránica y fascista del sistema, si se les dijese, no ya que Obama, ni que Bush, ni Clinton, ni siquiera que un todavía vivo Reagan tras décadas en el poder, ni Ford, ni Carter, ni Nixon, ni Kennedy, sino un Eisenhower, o sea el presidente que había en Estados Unidos en 1959, estuviese vivo y anunciase como una dádiva, como un notición, rodeado de sus tataranietos ya adultos, que soltaría el poder absoluto en unos tres años más.
O que lo mismo lo dijese en Argentina un ya muy ancianito don Arturo Frondizi, quien era presidente en 1959 y tras el cual ha habido dieciséis presidentes constitucionales y siete militares golpistas. O que De Gaulle en la República Francesa anunciase recién ahora en 2015, que si está de humor, y si todos se portan bien, dentro de no mucho deja el poder.
¿Qué mecanismo será aquél que obra, para que estos mismos conocidos de "pseudo izquierda" y buena parte de la opinión pública, ante el anuncio de Raúl Castro, de que probablemente deje el bastón de mando tras cincuenta y nueve años de poder absoluto, sin oposición y con numerosas violaciones a los derechos humanos, reaccionen con una condescendencia que ruboriza, viéndolo en un espectro que va desde la simpatía, a percibirlo como algo no tan nocivo para la vida de quienes no tienen más remedio que padecerlo?.
Del mismo modo hacen para no manifestar solidaridad alguna, por presos de conciencia que hayan permanecido encarcelados durante décadas en países socialistas; sin embargo les es menester metamorfosearse en la mimesis del padecimiento de otros reos, también de presidio político, aunque del signo contrario. ¿Esto entrará en el terreno de lo curioso o ya pertenece al de lo vergonzoso?
Publicado en el Blog de Martín Guevara el 8 de noviembre del 2015