Soñar con un techo en Cuba, una verdadera pesadilla

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Grupo de personas colaboran para construir sus viviendas.

Contrario a las expectativas generadas por las nuevas disposiciones legales, la falta de viviendas sigue siendo uno de los más graves problemas sociales en la isla.

Cuatro años después de aprobada la nueva Ley de Vivienda en Cuba, que autorizó la compraventa de casas, la venta de materiales de construcción a particulares, la concesión de subsidios a personas necesitadas y créditos personales para construir viviendas con el llamado "esfuerzo propio", la crisis habitacional empeora cada año.

En 2014 se terminaron 25.037 viviendas nuevas en el país, de las cuales el 51% fueron por esfuerzo propio, según la estatal Oficina de Estadísticas e Información (ONEI).

La cifra es a todas luces insuficiente, teniendo en cuenta que, según datos oficiales, el fondo habitacional asciende a más de tres millones de inmuebles, de los que casi un 40% está en mal estado, mientras el déficit general se calcula en más de 600.000 casas.

La legislación que regula todo lo relacionado con la vivienda en Cuba es una complicada madeja, cuya aplicación jurídica y burocrática obstaculiza la solución de lo que se propone resolver.

La nueva política crediticia se rige por el Decreto-Ley 289. Cerca de 500 sucursales bancarias de todo el país procesan las solicitudes de créditos, y el Poder Popular (los gobiernos locales) asigna subsidios para aquellos que no tienen recursos para pagar la reparación de su casa. A los créditos pueden acceder, además de los propietarios de viviendas o parcelas de tierra, los arrendatarios de inmuebles estatales y los que viven en ciudadelas o cuarterías.

Desde que entró en vigor la nueva política para otorgar créditos y subsidios para la construcción y reparación de viviendas, la práctica ha demostrado sus insuficiencias, según analistas consultados por medios de prensa.

"En el mundo entero la demanda de la vivienda va acompañada de un mecanismo financiero, un crédito hipotecario y hasta que no se desarrolle un mercado de crédito hipotecario la demanda nacional no estimulará la construcción de nuevas viviendas con destino a los nacionales", explicó el economista cubano Pavel Vidal a la agencia AP.

En Cuba, la vivienda que sirve de residencia no puede usarse como garantía para obtener un crédito. Para acceder a esos préstamos las personas pueden ofrecer un fiador solidario, la garantía de bienes como joyas y automóviles o hipotecar un terreno o una vivienda de descanso.

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Más particulares, todavía pocos, piden créditos al Estado en Cuba


"Cuántos trabajadores tienen la propiedad de una vivienda de veraneo, joyas o un auto?", se preguntó un jurista, consultado por la agencia IPS en La Habana.

Liudmila Torres Corps, jefa de Banca Personal del Banco Popular de Ahorros, explicó a medios locales de prensa que los trámites no se aprueban cuando la persona posee un historial crediticio insatisfactorio, su situación laboral es inestable o las garantías presentadas no cubren el monto de la deuda. El interés, que ronda el 4%, se define en cada caso entre el banco y el cliente, así como el tiempo de amortización de la deuda.

El Banco Central de Cuba (BCC) entregó en los últimos tres años un total de 3.231 millones de pesos (unos 135 millones de dólares) en créditos a particulares, de los que un 63% fue destinado a la construcción y reparación de viviendas.

Por su parte, los gobiernos locales aprobaron 63.000 subsidios, de mayo de 2012 a enero de 2015, para la mejora de viviendas, que representaron $40 millones.

El máximo de subsidio individual establecido por la ley es de 80.000 pesos ($650.00 dólares) y puede aumentar a 90.000 ($725.00) en las zonas sísmicas. La cifra incluye materiales, transporte y mano de obra.

Santiago Herrera, director de Asuntos Legales de la Vivienda del Ministerio de la Construcción, ha explicado a la prensa local que el propietario tiene la obligación de restituir al Estado el monto del subsidio otorgado, cuando venda o done la vivienda en los primeros 15 años a partir de la fecha en la que recibió el subsidio.

Las personas propietarias originales que permuten sus viviendas, le traspasan también al nuevo propietario la obligación de resarcirle al Estado el monto del inmueble cuando quiera efectuar cualquier trámite.

Contrario a las expectativas generadas por las nuevas disposiciones legales, la falta de viviendas sigue siendo uno de los más graves problemas sociales en Cuba.

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La producción de varios insumos básicos ha disminuido cada año desde el 2012, según los últimos datos aportados por la ONEI. En 2014, la producción nacional de materiales de construcción cayó en casi todos los rubros, exceptuando los bloques de hormigón y la piedra triturada, los techos metálicos, las tejas de asbesto cemento y las barras de acero fueron los rubros que más cayeron.

Esa es la principal razón por la cual hay miles de personas esperando que los centros estatales puedan vender estos materiales. Como resultado de ese desabastecimiento no han demorado en subir los precios de la mayoría de los artículos en el mercado negro, en ocasiones hasta en un 100%, con la consiguiente tensión que esa nueva realidad trae a los ya depauperados bolsillos de los cubanos.

Varias personas consultadas para este reportaje señalaron que en los centros estatales "el cemento cuesta entre 80 y 100 pesos cubanos según el tamaño de la bolsa, las cabillas a 15 pesos el metro y las losas para pisos a 7 pesos cada una".

Algunos elementos más "sofisticados", como un inodoro, cuestan 67 CUC, y las instalaciones de la cocina como losetas, llaves de agua y fregaderos sólo se consiguen en las tiendas por divisas, a precios inalcanzables para la mayoría de los bolsillos.