Lo dijo Juan Francisco Puello Herrera, el hombre fuerte del béisbol profesional en esta región: "Cuba tiene que adaptarse a la Serie del Caribe, y no la Serie del Caribe amoldarse a Cuba".
En declaraciones para un emporio de la televisión norteamericana, el directivo –dominicano de nacimiento– afirmó que las dos participaciones de los cubanos en las ediciones recientes (Villa Clara en 2014 y "Pinar del Río" este año) han resultado muy costosas para los organizadores.
Como el equipo que ha vuelto de la Isla –después de 55 años de ausencia– compite en condición de invitado, y no como miembro pleno de la organización, está eximido de pagar cuotas de participante. Y ante el desastre económico que vive Cuba, todos sus gastos, avión, hospedaje y alimentos, corren por cuenta de los países sede.
¿Y en qué consiste eso de la adaptación de Cuba a la Serie del Caribe?
Puello fue muy claro, el equipo del verde caimán tiene que hacer sus deberes, el primero de ellos convertirse en miembro pleno. Así, entre otras cosas, cotizaría su membresía y los derechos de televisión.
El dirigente fue enfático en cuanto a calendarios, y es que Cuba está obligada a modificar sus fechas de competencia, para acudir con el campeón nacional en ejercicio y no con el de la temporada anterior.
Mencionó también la necesidad imperiosa de reparar el estadio Latinoamericano (en ruinas, aunque Puello no fue así de explícito) ya que La Habana –ni pensar en una instalación de otra provincia– recibiría un puesto en el otorgamiento de sedes, las que se deciden por rotación.
Pero el comentario más picante de Puello fue el referido a la conveniencia de fichar peloteros cubanos en las ligas invernales de cada país, una decisión –dijo– conveniente para el aprendizaje de los cubanos y para despertar la curiosidad en los demás países, lo que redundaría en una mayor asistencia a las gradas.
(Cuba, según su General, está cambiando sin pausa, pero sin prisa, así que veo lejana esa última posibilidad).
Puello se refirió también a los rumores acerca de nuevos asistentes y a la designación de sedes neutrales. El estratega está opuesto, por ejemplo, a invitar a selecciones de otras geografías –en algún momento se sopesó el interés de Corea del Sur.
Deslizó, en cambio, la intención de jugar en Panamá, un país de extraordinario crecimiento económico. Aunque de momento los istmeños no presenten un equipo a la Serie, podrían ser beneficiados con la organización de algunos pleitos, para incentivar el interés de los jugadores locales.
¿Y Miami como sede? Puello descartó esta ciudad –no lo dijo, pero se podría destapar un vendaval en la oficialidad cubana– y dejó una puerta abierta en el caso de Orlando, donde cada año hacen su spring training jugadores de las Ligas Grandes.
Cada vez más –y me excuso por echar mano a una frase manida– la pelota está en el terreno de Cuba. Le toca ahora a sus burócratas tomar las decisiones.
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