Cubanos se exponen a enfermedades emergentes durante su odisea hacia EEUU

Caño Cayarú en el Amazonas colombiano.

Mientras cruzaban a pie el selvático Tapón del Darién en Panamá, cuatro cubanos contrajeron Leishmaniasis, enfermedad infecciosa que puede causar pústulas, desfiguración y hasta la muerte.

¿Ha visto alguno de esos documentales de National Geographic sobre la carrera del salmón remontando los ríos para desovar?

Hasta hace poco, en los ya rutinarios reportes sobre emigrantes cubanos interceptados en su clandestina peregrinación de Ecuador a Estados Unidos predominaban cifras de uno o dos dígitos. Ahora las cifras recuerdan el atropellado rito anual de los salmones: Las noticias hablan de grupos de 130 detenidos, 150 que se entregaron, 300 que ingresaron a una estación migratoria, 400 que llegarán mañana…

La prensa y los protagonistas han descrito cómo la odisea de atravesar ocho países emprendida por un creciente número de isleños para llegar a la Meca del Norte con pies secos –como se les exige desde el gobierno de Bill Clinton– está erizada de contratiempos y peligros: desde la detención y deportación por los Gobiernos afectados hasta extorsiones, estafas, robos, torturas o asesinatos a manos de funcionarios venales, bandas de contrabandistas de personas, narcotraficantes, guerrillas y paramilitares.

Sin embargo, poco se habla de una amenaza menos mediática que acecha a estos cubanos en su incierta ruta hacia la puerta trasera del gran país donde quieren rehacer sus vidas. El asunto había estado confinado a ensayos –incomprensibles para nosotros los profanos– que se presentan o publican en simposios médicos y revistas especializadas. Pero ahora se empieza a temer que llegue a amenazar a grupos de población más grandes que el de los cubanos desesperados.

“Esto no se me cura”

Unos dos meses después de su llegada a Estados Unidos por la frontera, en abril de 2013, cuatro cubanos buscaron auxilio por separado en centros asistenciales de consulta externa del estado de Texas. Los cuatro tenían lesiones en la piel de los brazos, antebrazos, muslos o la cabeza. Los médicos de las clínicas donde fueron atendidos supusieron que sufrían una infección bacteriana bastante común, Staphylococcus Aureus, y les recetaron los antibióticos de rigor.

Pero la terapia no surtió efecto: Las lesiones no sanaron, sino que continuaron creciendo y desarrollándose hasta convertirse en feas úlceras, acompañadas de nuevas lesiones. Eso sí, no les causaban dolor.

Los cuatro –dos mujeres de 38 y 43 años, y dos hombres de 43 y 46– fueron remitidos al Departamento de Dermatología de la Escuela Nacional de Medicina Tropical, sita en el Colegio de Medicina Baylor (BCM), en Houston. Allí se les ordenaron biopsias de las lesiones.

Al llenarles la historia clínica ninguno refirió fiebre, escalofríos, sudoraciones o pérdida de peso. Pero sí contaron que en su ruta hacia el norte los cuatro habían atravesado a pie el Tapón del Darién, una zona selvática entre Panamá y Colombia tan intrincada e inhóspita que es preferible pasar por mar de un país a otro, y donde se refugian guerrilleros y criminales. Durante el cruce, que les tomó entre 5 y 15 días, todos habían dormido al aire libre, y sufrido numerosas picaduras de insectos, léase, vectores de enfermedades.

Las biopsias arrojaron Leishmaniasis cutánea, causada por la Leishmania (Viannia) Panamensis.

El Darién panameño, según consta en el reporte médico, es una región con altas tasas de transmisión de la Leishmaniasis, que también existe en todos los países transitados por los "balseros de a pie".

Pústulas, desfiguración y hasta la muerte

La película colombiana Operación Jaque sobre el secuestro por las FARC de la candidata presidencial Ingrid Betancourt y su liberación en una operación de Inteligencia del Gobierno muestra cómo los secuestrados procuraban cubrirse la piel, pese al intenso calor de la selva, para evitar las picaduras de los insectos y, especialmente, la de la "mosca de la arena" (Phlebotomus) que inoculan el parásito de la Leishmaniasis. De hecho, Emmanuel, el hijo concebido en cautiverio por la secretaria de Betancourt, Clara Rojas, fue evacuado del campamento y entregado por la guerrilla a una familia civil cuando tenía ocho meses de edad porque le brotaron dos grandes llagas provocadas por la enfermedad.

La Leishmaniasis es una enfermedad infecciosa provocada por parásitos protozoarios del género Leishmania, que pueden afectar la piel y las mucosas, e incluso órganos y tejidos internos como el hígado, el bazo (Leishmaniasis visceral) y la médula ósea, en cuyo caso puede ser mortal.

La "mosca de la arena" (Phlebotomus).

El vector, la hembra de la "mosca de la arena", necesita sangre para alimentar sus huevos y poder reproducirse y pica a animales que forman parte del reservorio natural del parásito, como el armadillo, el zorro, la zarigüeya, el perro y roedores como las ratas. Luego, puede picar a seres humanos e inocularles el parásito.

Aún cuando no llegan a poner la vida en peligro, las variantes cutáneas de la enfermedad originan lesiones repulsivas en la piel y, en caso de afectar las mucosas, el mal puede ocasionar la destrucción progresiva de la cavidad bucal y nasofaríngea, convirtiendo a la persona prácticamente en un personaje de película de horror.

Esta última, la Leishmaniasis mucocutánea, es causada por parásitos del subgénero Viannia, entre ellos el L. Panamensis que apareció en las biopsias de los cubanos.

Un artículo sobre el tema en National Geographic señala que los casos avanzados son capaces de desfigurar a las personas a tal grado que las mujeres se quedan sin casar o son abandonadas por sus maridos.

Expansión territorial

En Cuba no se han reportado casos autóctonos de Leishmaniasis, si bien cooperantes cubanos la han contraído en misiones internacionales.

Los expertos advierten que una de las condiciones que se describen como idóneas para su propagación es la acumulación de basura, que propicia la proliferación del vector. Esto suele ocurrir en asentamientos urbanos, donde también abunda el perro doméstico, que es el principal vector de los parásitos que causan la variante visceral.

En cuanto a Estados Unidos, National Geographic, que cita el caso de unos 20 norteamericanos que contrajeron el mal en las selvas de Honduras, señala que el mal podría estar extendiéndose al norte, debido por una parte al cambio climático (que permite a la "mosca de la arena" vivir en latitudes anteriormente más frías, e interrumpe el ciclo vital de los roedores, por lo que los insectos podrían empezar a picar a más seres humanos) pero también al desplazamiento de personas.

El Dr. Peter Jay Hotez, decano de la Escuela Nacional de Medicina Tropical en el Colegio Baylor de Medicina, dijo a National Geographic que ha habido posiblemente 100.000 nuevos casos entre las personas que huyeron de las zonas ocupadas –ISIS en Siria o que fueron víctimas de la trata de ellos como refugiados–. Esas enfermedades han sido descubiertas en el Medio Oriente y Europa donde han llegado a través de los refugiados.

"Hay un aumento entre los cubanos que huyen de ese país, que han llegado a Estados Unidos por tierra a través de América Central y del otro lado de la frontera con Estados Unidos, y que fueron diagnosticados en las salas de emergencia", explica National Geographic.

Por lo pronto, un informe de nueve especialistas publicado el año pasado sobre el caso de los cuatro cubanos llama la atención sobre lo que describe como "una ruta de inmigración previamente inapreciada de los cubanos a través de Centroamérica, que pone a los inmigrantes en riesgo de contraer varias enfermedades tropicales emergentes, incluida la Leishmaniasis".