Cuchillos, machetes, balas y otras "armas" desesperadas del éxodo cubano

Balseros que llegaron a Hollywood Beach estuvieron ocho días en el mar, cuatro sin agua ni comida.

La autoagresión ha sido un recurso extremo al que han acudido muchos cubanos en unidades militares, campos de trabajo y prisiones. Ahora la están usando para tratar de escapar de la isla

Uno de los 11 cubanos que desembarcaron el sábado en Hollywood Beach, condado de Broward, en una caótica llegada en la que la policía disparó balas de goma y usó bastones eléctricos, ha sido acusado de asalto después de que presuntamente blandiera un machete ante un agente federal que intentaba detenerlo en el mar.

Lázaro Mora Gutiérrez debía comparecer este martes a las 11 a.m. ante un juez federal en Fort Lauderdale, informa el diario local Sun Sentinel.

De acuerdo con una denuncia presentada el lunes en el tribunal federal del Distrito del Sur de la Florida, Gutiérrez iba a bordo de un pequeño bote de madera que en pleno día besó la arena de la playa de Hollywood, Florida, poco después de las 6 pm el sábado 24.

El arribo provocó un disturbio después que la Guardia Costera de Estados Unidos (USCG) y miembros de la policía de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) trataran de impedir que la embarcación llegara a la costa.

Los 10 hombres y una mujer ignoraron las órdenes de detenerse, mientras algunos blandían cuchillos y amenazaban con herirse si los guardacostas se acercaban.

Según la denuncia citada por el Sentinel algunos de los que iban a bordo, "armados con cuchillos, machetes y otras armas, empezaron a inquietarse y a hacer gestos amenazantes con sus armas a las fuerzas del orden. Esto continuó a tal nivel que uno de los sujetos se apuñaló con un cuchillo".

“Agentes de protección fronteriza, con armas cargadas con balas de goma, se parapetaron y ordenaron a los sujetos que soltaran sus armas, apagaran el motor y levantaran las manos. Las órdenes fueron ignoradas", dice la demanda. "Un migrante situado cerca de la popa de la embarcación arrojó un machete [contra dos agentes]. El machete voló bajo por el aire y golpeó la banda de babor [del bote de los CBP]."

Con el filo del machete

La demanda precisa que a continuación, un segundo hombre, identificado como Gutiérrez, "empuñando un machete, lanzó varios tajos [contra un oficial] con la intención de hacer 'contacto perjudicial'".

El agente pudo evadir los tajazos, y Gutiérrez dejó caer el machete, " pero inmediatamente cogió otro cuchillo y trató de apuñalarse".

Según el recuento de los hechos del propio diario los balseros remaron para alejarse de otros policías en la orilla, y una vez cerca de la arena algunos hicieron caso a los gritos de espectadores que les animaban a correr y pisar tierra seca. Mientras intentaban acorralarlos un policía usó una pistola eléctrica contra uno de los cubanos que "saltó de la embarcación, y corrió hacia la gran multitud", según refirió el agente Meredith Elrich.

Otro agente, segundo del Sheriff de Broward, disparó una clase diferente de arma, con balas de goma a aire comprimido, contra un balsero que portaba un cuchillo (aparentemente Luis Ariel Lio), “a fin de evitar que pudiera herirse a sí mismo o a otros”.

Lio mostró al canal América Tevé los impactos de las balas de goma en su cuerpo y admitió que sí llevaban machetes y cuchillos “pero no para herir a ningún ‘compañero’ del Estado americano”.

El Sun Sentinel dice que “Este incidente es el ejemplo más dramático hasta ahora de la creciente desesperación de los cubanos por llegar a los EE.UU. Bajo la política de inmigración depies secos-pies mojados" a los que llegan a tierra se les permite permanecer, mientras que los capturados en el mar son devueltos a la isla.

En enero de 2016 la agencia Associated Press tuvo acceso a un reporte de la Guardia Costera que daba cuenta del aumento de personas que saltan al agua, se intentan envenenar a sí mismos o se provocan heridas, en un intento desesperado por ser llevados a tierra para recibir tratamiento.

El reporte sobre la hostilidad de los migrantes citaba casos de varias embarcaciones improvisadas que llevan a al menos una docena de migrantes que han rehusado detenerse ante las órdenes de las autoridades estadounidenses, provocando persecuciones a baja velocidad que duran horas antes de rendirse.

El recurso extremo de herirse a sí mismo

Las autoagresiones entre cubanos como salida a la desesperación que ocasiona vivir en condiciones durísimas, a veces infrahumanas, han venido ocurriendo por años en unidades militares, campos de trabajo forzado y prisiones de la isla.

El periodista independiente Alejandro Tur Valladares ha descrito en Cubanet una gama de daños autoinfligidos que va desde verdaderos intentos de suicidio hasta la esperanza de obtener la libertad por una incapacidad física.

Coserse los labios es una de las formas menos dañinas de las autoagresiones a que se someten los presos cubanos (Cubanet).

“Los métodos usualmente son extremos. Incluyen la mutilación de los dedos, manos y ojos; quemaduras, laceraciones o cortes de la piel; tragar objetos punzocortantes; zurcido de labios y pincharse con agujas que contienen sangre con VIH”, escribe Tur Valladares, y narra como en Cienfuegos “un recluso se sacó los ojos, acto que solo sirvió para que le dieran una licencia temporal. Tras un breve tiempo en libertad, regresó a prisión”.

Agrega que “una de las técnicas más dolorosas es inyectarse petróleo en un brazo o pierna, lo que comúnmente lleva a una amputación”.Un reo llamado Nicolás García Almenteros lo hizo dos veces, y perdió ambas manos.

Otras autoagresiones, como las huelgas de hambre y coserse los labios se han utilizado con fines políticos para llamar la atención sobre las condiciones en una prisión.

Una manifestación relativamente reciente de esta desesperación son las autoagresiones como recurso para lograr quedarse en Estados Unidos.

Consultado por el diario de Fort Lauderdale el abogado de Inmigración de Miami Ira Kurzban menciona entre las raras excepciones por las que un cubano sorprendido en el mar es admitido bajo parole que tenga que ser llevado a tierra para tratarse una herida. Es la única salida, ya que una vez que son llevados a tierra firme Cuba tampoco los acepta de vuelta

“Hemos estado tratando con esto ya hace un tiempo”, señala Kurzban. “Hemos tenido migrantes en los escampavías (del USCG)) que usan un clavo, cualquier cosa afilada, para herirse a sí mismos”, señala el experto.

Décadas atrás muchos balseros cubanos se echaban al agua en endebles balsas construidas con neumáticos y pedazos de poliespuma, con la esperanza de ser recogidos por guardacostas estadounidenses, pero encaminándose en el 75 % de los casos a una muerte segura entre las corrientes, el mal tiempo, la inmensidad del mar, los tiburones y el agotamiento del agua y las provisiones.

Ahora sin embargo, los que deciden tratar de burlar la política de pies mojados en el Estrecho de la Florida (4.807 desde el 1 de octubre del 2015), preparan cada vez más minuciosamente su salida, desde la construcción de embarcaciones rústicas, pero con propulsión a motor y/o vela,hasta el almacenamiento de suficientes provisiones, el uso de ropa y sombreros contra el sol, brújulas y hasta GPS, estudio del parte meteorológico, rodeos hacia las Bahamas para eludir a la Guardia Costera, etc.

Y al parecer también están al tanto de las excepciones por las que podrían permanecer en EE.UU. si son interceptados en el mar.

Se dio un balazo y lo devolvieron

En marzo pasado un grupo de 26 cubanos fue interceptado cerca de Cayo Hueso, y de ellos, siete presentaban heridas de bala. Fueron llevados al Centro Médico Lower Keys, en Stock Island. Los cubanos dijeron que habían sido baleados por personas que intentaron robar su embarcación antes de salir de la costa norte de Matanzas, Cuba.

Las autoridades estadounidenses abrieron una investigación criminal.

Aunque el caso no se ha relacionado con el grupo de Cayo Hueso, esta semana el Servicio de Guardacostas informó que entre 103 balseros cubanos repatriados a Bahía de Cabañas en la isla el sábado y el lunes había un migrante que se autoinfligió una herida de bala en el hombro.

Los cubanos tuvieron después del 17-D una momentánea esperanza de que todo podía empezar a cambiar en sus vidas con el restablecimiento de las relaciones con Estados Unidos.

La intolerancia, encabezada por Fidel Castro (“No los necesitamos”, escribió) ha negado esa posibilidad y en el VII Congreso del Partido Comunista la Vieja Guardia remachó y soldó la puerta para que nunca suceda. La única opción que ven ahora es emigrar (en el año fiscal 2015 llegaron a EE.UU. unos 43.000,o 9.000 más que durante el éxodo de los balseros en 1994).

Para lograrlo van a seguir recurriendo a su probada capacidad de "inventar".A menos que suceda otro "Maleconazo". Incontrolable.