Reyes Magos en Cuba, sólo con moneda dura

Los Reyes Magos durante una ceremonia para celebrar la Epifanía en la Catedral de La Habana.

Después de la visita de Juan Pablo II, en enero de 1998, cuando el 25 de diciembre volvió a ser un día festivo en Cuba, la gente fue recuperando las tradiciones secuestradas por el régimen.

Gustavo, 44 años, chofer de ómnibus urbanos de La Habana, cree que la mejor virtud de un hombre es no perder jamás su corazón de niño. El 2 o 3 de enero, su esposa y él releen el pedido de sus dos hijos para el Día de Reyes, una lista escrita con letras grandes y rasgos infantiles.

Mientras planifican las compras, de acuerdo a su bolsillo, el tema de conversación de la pareja gira en torno a aquella etapa de su infancia, cuando por decreto estatal se truncó la ilusión de los Tres Reyes Magos que depositaban juguetes debajo de la cama.

Cada cubano nacido después de 1959 tiene una experiencia que contar de una época donde Fidel Castro, a toque de a degüello, desmontó tradiciones, religiosidad y negocios privados.

El Estado era el dueño de todo. Del presente y futuro de las personas. El que premiaba o castigaba, de acuerdo con la conducta de sus ciudadanos. También los juguetes pasaron a ser administrados por el régimen.

Zoila, 72 años, suegra de Gustavo, recuerda cómo antes del 59 a ella y a sus hermanos, sus padres les colocaban juguetes por toda la casa la noche del 5 de enero. "El 6 de enero era el día más esperado por los niños cubanos. Intentábamos sacar buenas notas y portarnos bien, para que los Reyes nos trajeran los juguetes que les pedíamos. Aún me acuerdo de mi primera muñeca y de la bicicleta Niágara que me dejaron a los cinco años. Nunca he sido más feliz", rememora Zoila.

Su hija Lianné no puede decir lo mismo. A sus 37 años forma parte de la generación del "Período Especial", sinónimo de escasez, estómagos vacíos y apagones de doce horas diarias. "Mi infancia fue infeliz. Heredé las muñecas viejas de mis hermanas y primas. No recuerdo haber tenido juguetes nuevos y bonitos. Crecí sin la fábula de los Reyes Magos. Era la época de las becas en el campo, poca y mala comida y a los 13 años, en vez de hablar cosas de adolescentes, charlábamos de novios, fumábamos cigarros y ya queríamos perder la virginidad", comenta Lianné.

Su esposo Gustavo también tiene historias que contar. "Crecí en el barrio marginal y pobre de Jesús María. En 1970, cuando nací, en el mes de julio se otorgaban tres juguetes por niño, por una libreta que había que se llamaba de productos industriales y mediante un sorteo. A mis padres siempre les tocó comprar el quinto o sexto día, cuando en la tienda solo quedaban bates, guantes y pelotas".

Luego, el Estado dejó de ofertar juguetes a precios módicos. Con la llegada del Período Especial, una crisis económica perpetua que se extiende por 25 años, muchos niños dejaron de soñar con juguetes.

En 1993, con la despenalización del dólar, las shoppings o tiendas recaudadoras de divisas, comenzaron a vender juguetes a precio de oro. Reinier, padre de tres hijos, recuerda que un camión de bomberos, una Barbie y un juego de cocina le costaron 67 dólares. "Al cambio en el mercado negro de entonces eran 6.700 pesos, el salario de año y medio de un ingeniero".

Fidel Castro siempre intentó borrar de la memoria colectiva las costumbres que él consideraba rezagos burgueses.

Apenas cinco días después de llegar al poder, el 6 de enero de 1959, se subió a una avioneta militar repleta de juguetes y los lanzó en pequeños paracaídas en una intricada zona montañosa de la Sierra Maestra. Eran niños que nunca habían tenido juguetes. El mensaje fue simple: ahora el rey mago era el comandante.

Obdulio, jubilado, cuenta que en las Navidades de 1960, en los bajos del edificio de la CMQ, en La Rampa, en pleno corazón de La Habana, Fidel Castro, Ernesto Guevara y Juan Almeida se disfrazaron de Reyes Magos.

"Los regalos eran textos de las leyes de la Reforma Agraria y la Reforma Urbana y sobre la alfabetización. Fidel siempre intentó sepultar las tradiciones. A Santa Claus le cambiaron el nombre por el de Feliciano, un guajiro con guayabera y barba. En 1968, después que nacionalizó bodegas y chinchales, terminó prohibiendo las Navidades y el Día de Reyes. Los juguetes comenzaron a venderse en 1970, en el mes de julio, racionados a tres por niño. El barbudo fue del carajo. Ha hecho más mal que bien al pueblo cubano", expresa Obdulio.

Tras la caída del muro de Berlín y el adiós al comunismo ruso, pero sobre todo, después de la visita del papa Juan Pablo II, en enero de 1998, cuando el 25 de diciembre volvió a ser un día festivo en Cuba, la gente fue recuperando las tradiciones secuestradas por el régimen.

En este enero caliente de 2015, miles de padres y abuelos, como Gustavo, su esposa y su suegra, cuentan el dinero de que disponen para comprarles juguetes a sus dos hijos. Ahora los Reyes Magos también pasan por Cuba.

Publicado en Diario Las Américas el 5 de enero del 2015.